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Cansado, vacío, desganado... Cualquiera de esas palabras serviría para describir al chico que iba sentado junto a la ventana. John miraba hacia el exterior, en tanto los demás pasajeros se preparaban para el aterrizaje.

Una vez se bajó del avión, comenzó a imaginarse la reprimenda que recibiría de su padre. Con todo, no era algo que realmente le importara. Después de los últimos días, nada era realmente importante para él. ¿Cuál era el punto de seguir viviendo de ese modo?

John se sorprendió cuando lo primero que hizo William fue abrazarlo y decirle que lo quería. El chico jamás podría negar que su padre era una persona realmente asombrosa, dispuesta a aguantar todo por su hijo.

Qué lástima que su hijo fuera una completa decepción.

El camino a su antigua casa estuvo en silencio. Lo usual era que ambos hablaran respecto de cosas triviales en la vida, pero desde que empezaron a vivir en ciudades distintas esa costumbre se perdió, estando ahora cada uno por su lado. John ya sabía que a William se le había informado de sus actos en Wellston, y por ende no podía imaginar el siquiera iniciar una conversación casual. En el pasado había deseado que su último contratiempo mayor fuera su estancia en las clases de reajustes, y así se lo prometió a su padre, cuando intentaba convencerlo de dejarle asistir a Wellston. La vergüenza le comía por dentro debido a eso.

Una vez en la casa, cada quien se dirigió a su dormitorio, sin dirigirse ninguna palabra. William se fue a dormir, pero John había quedado atrapado en el juego de beber, así que sin remordimientos escapó por una ventana, sin que su padre se percatara de esto.


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¿John? ¿Ya despertaste?

Los llamados de su padre despertaron al pelinegro de golpe.

Si... papá. Ya voy.

William terminaba los preparativos del desayuno mientras John se acercaba a la mesa. En cierto momento el padre se giró a ver a su hijo.

— Hey, John... John por Dios, ¿qué te pasó?

El rostro del muchacho se veía demacrado, marcados surcos rodeaban sus ojos, y su mirada estaba más perdida incluso que el día anterior. Se tambaleaba con cada paso y no lograba mantener el equilibrio.

Nada, papá... Solo... Una mala noche, nada más.

No, John, dime la verdad. ¡Poco más y parece que te arroyo un camión!

De verdad, papá... No estoy ocultando nada, ya te lo dije. Solo... Olvídalo.

La mirada de William se mantuvo firme sobre el muchacho.

John, tenemos una conversación pendiente del cual no te puedes esconder. Debes saber que el director Vaughn me informó de todos los incidentes que pasaron en Wellston.

El padre le acercó una silla a su hijo.

Y por todo, me refiero a todo. Sabes, cuando recibí la llamada, ya me imaginaba de lo que me iban a contar... Pero cuando llegaron a la parte de lo que habías empezado a hacer... Y a consumir...

La voz de William se quebró a ese punto. John se entristeció por lo que escuchaba, pero no había nada que él pudiera hacer.

Yo... No imaginé que estuvieras así. Y me culpo por ello, soy tu padre, debo saber cuándo estas en problemas, cuando te sientes mal y... ¿Por qué, John? ¿Por qué recurrir a eso?

unOrdinary: Encara la RealidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora