𝐅𝐈𝐍𝐀𝐋

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Siempre habrá un día.
un año después

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Caminaba vagamente por aquel puerto, veía a los niños correr, veía como sonreían, como se sentían libres. Ella caminaba en cansancio, disfrutando nuevamente lo que era un atardecer en su hogar, pareció ser hace mucho que no lo presenciaba, pero algo había cambiado, no se sentía como si estuviera en casa. Bajo por aquellas escaleras del puerto, las que dirigían a esa hermosa playa. Creció allí, ese era su lugar más anhelado en ver. El sonido de las olas cantaban la voz de quien le dio vida, su querida madre, Mía. La recordó en nostalgia, había cumplido con sus pecados, pese a que su familia aún no era libre, no tenían tanto peso de sus castigo. Dejo sus cosas en la arena, quitándose los zapatos. Llevaba sus pies al fondo de la arena, sintiendo como cubría todos sus dedos, colocándose entre los espacios. Estaba tibia, había perdido la sensación de cómo se sentía meter los pies dentro de la arena, pero no olvidaba ese olor salado, y la fresca brisa mientras que las gaviotas volaban libremente en el cielo. Las olas llegaban hasta la orilla, mojaban sus pies, llegando a sus tobillos. Ella cerró los ojos, elevando la cabeza, sintiendo la brisa pegarse a su cuerpo. Camino un poco más, hasta que el agua llegó a sus batatas. Su corazón latía, pero era como si ya no lo sintiera. Todo se había acabado para ella, aunque estuviera ahí, sabía que no era lo mismo permanecer con vida que vivirla, y ella, ya no estaba viviendo, solo seguía.

Sus lágrimas ya no salían, el dolor la consumió durante tanto tiempo que no podía ni siquiera explicar cómo se sentía sufrir. Fueron tres años lejos de su hogar, donde aprendió a vivir desde cero, pero nunca pudo vivir como era ella realmente, hasta que los conoció, pero ya no estaban. Pese a que vivió tres años, desperdició uno. Su vida se acortaba cada vez más, ya no tenía escapatoria, pronto llegaría su fin. Luego de un arduo año en solitaria, lejos del mundo exterior, pudo ser libre otra vez, pero para ella, ya no había libertad. Ella miraba más allá del mar, con la esperanza de algún día volver a verlo. Se lanzó al agua, humedeciéndose por completo, mientras que su boca podía sentir el sabor salado. Caminaba nuevamente a la orilla para sentarse en la arena, la brisa se sentía más fría por la humedad, pero allí ella se quedó, mientras que las gotas de agua caían secándose en la arena. La luz del sol se iba, trascendiendo en lo que en unas horas se convertiría en un cielo nocturno y estrellado. Llevo su mano a su chaqueta tirada en el suelo arenoso, desesperada creyó haberla perdido, pero su mano sintió el tacto de aquel sobre que la calmó. Lo miré, y detenidamente recordó el día en que aquel hombre se lo había concedido. Lo abrió con facilidad, para así, expandir el papel doblado que había allí.

Querida Amaya:

"Escribo esto como una despedida, queriendo equivocarme, con el buen deseo de que podamos volver a reunirnos en algún momento. Sé qué probablemente en esta expedición, luego de recuperar el muro María, no volveré a verte entre ese escuadrón de operaciones tan importante para mi. Disculpa la arrogancia, pero mi corazón siente la energía de que esta vez, no perderemos. Pensaras que es avaricia el hacer una carta despidiéndome, pero quizás, no lo es. La vida es imprevista, a veces es necesario tener un haz bajo la manga, sin importar que no se necesita utilizar, pero los caminos para que las cosas siempre sean fáciles, son los más difíciles. La vida siempre será difícil para aquellos que deban obligarse a sacrificar algo para mantenerla en una balanza, una muy arriesgada en la que posiblemente terminemos cayendo por nuestras propias decisiones. Es egoísta de mi parte que después de que hayas llenado tu corazón de virtud, respeto y disciplina, cumpliendo tu deber con la legión, te pida que te quedes con nosotros.

Pero se, que en el camino a tu calma, encontrarás el camino a casa. Mi agradecimiento siempre estará presente por tu valentía, por haber consagrado tu corazón para que muchos de nosotros aún estemos aquí. Nunca tuviste un no para le legión, para ninguno de nosotros. Siempre demostraste firmeza, cumpliste con aquel juramento de esa noche, donde solo tú y tus amigos se quedaron. Merecían ese lugar, y me honra saberlo. Haz terminado tu deber como soldado, pero tú puesto, quedará vacante hasta que decidas volver a nosotros. No sé si la vida dará una oportunidad donde podremos despedirnos, he estado pensativo por lo que me dijiste aquella vez, es por eso que he escrito esta carta, en caso de que no pueda decirte adiós. Como tú anhelaría volver a mi a donde fui algún día feliz, pero luego que perdí todo, la legión se volvió ese lugar donde siempre quería estar. Espero que el día en que volvamos a encontrarnos me cuentes muchas cosas de las que tenía curiosidad en saber, espero poder verte una vez más.

𝐏𝐀𝐈𝐍── 𝐄𝐫𝐞𝐧 𝐉𝐚𝐞𝐠𝐞𝐫 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora