𝐭𝐫𝐞𝐢𝐧𝐭𝐚 𝐲 𝐭𝐫𝐞𝐬

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Una pelea, una elección.

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El plan era claro, llevamos semanas arduas educándonos sobre esto, al pie de cada letra, teníamos claro lo que debíamos hacer sin fallas. Los caballos avanzaban, íbamos a toda marcha con la adrenalina colgando del corazón. Aquellos muros estaban delante, ya habíamos llegado a lo que parecía imposible para estos soldados, y más los veteranos, era como un sueño que veían lejos de hacerse real. Miraba los puntos importantes, mi postura seria siempre central. Pertenecía al grupo de Levi, era usual que estaría alrededor del escuadrón como líder que me habían elegido, pero en la postura que estaba, no iban a correr por mis instrucciones en su ausencia, no a menos que use la fría compostura e intimidante que tanto odiaban ver de mi. Habían dos entradas al muro María, la exterior y la del interior. La primera que Eren debía sellar, era la del exterior, que quedaba al otro extremo de donde estábamos. Era por esa entrada que los titanes seguían avanzando hasta la interior, por eso, esta zona era de titanes pero pese a eso, no veía ninguno y me extrañaba con un mal presentimiento. La capucha ante el viento, se me salió, mostrando mi rostro, lo cual sería una gran ventaja para el enemigo, que estábamos seguro que debían rondar por ahí.

Tape mi cabeza nuevamente con la capucha, pues una de las ideas del comandante era mantenernos bajo perfil, así, podía disminuir en que el enemigo encontrara a Eren, para cuando decidieran buscarlo, las puertas deberían estar selladas con su habilidad de cristalización. Las líneas estaban divididas, los novatos y reclutas a penas habían entrado a la legión, deberán cuidar y guiar a los caballos. Creíamos que sería menos riesgos para ellos o que perdieran la vida, si no se enfrentaban. En cambio nosotros, los que hemos llevado la batuta estos meses junto a los más veteranos, estaríamos adentrándonos a un gran infierno. Me eleve en mi caballo, como todos los de adelante, sabiendo que era el momento. Mantuve el balance, frente a mi estaba el capitán Levi, y como mandató suyo, no tarde en elevarme en el cielo con mi equipo de maniobras tridimensionales. Mi gancho se enganchó en el muro, quebrando un poco la textura de este, pero con eso, me impulsé más en el aire para llegar a tocar el suelo de la muralla. Caí junto a los demás, pero la acción era rápida y precisa, así que observe cómo Eren en el cielo, se impulsaba junto a Mikasa, y los líderes, se dirigían a la puerta exterior, sería la primera.

Los soldados empezaban a desplegarse, éramos más de cien, pero no sabía si bastaría. Me detuve en seco en aquella muralla, observando todo aquel abandonado distrito. Había un gran desierto de almas perdidas. Algo se sintió en mi, un sentimiento de culpabilidad cuando observe a Armin pasar por mi lado. Él no miraba, era como si no tuviera el valor. Las casas, la mayoría estaban hechas añicos. Podía ver muchas rocas en el suelo, muchos bloques e inclusive sangre seca manchada en esas rocas. Era como si no hubiera pasado tanto tiempo, cuando pasaron cinco años que este distrito, quedó fuera de alcance, pero para muchos, era un anhelo volver a recuperar. Me preguntaba cuál eran sus casas, en donde salían a jugar. Todo parecía triste y vacío, pero sus recuerdos debían estar volando perdidamente en sus mentes con cada visualización que vieran de las estructuras quebradas en mil pedazos. Apreté mis nudillos, el remordimiento de las acciones que llevaron a esto me comían. Podía observar e imaginar en mi mente la escena hace cinco años, imaginaba cómo Reiner debió haber roto esta puerta, en cuestión de segundos con un brusco movimiento. Quería imaginar los gritos de las personas cuando observaron a un titán de la altura de este muro, rompiendo su puerta interior.

-Amaya.-Armin me llamo, a lo que no tarde en girar mi vista hacia él, observaba detenidamente algo en el suelo, pero él lanzó rápidamente una bengala negativa, la conocía; habían enemigos.

𝐏𝐀𝐈𝐍── 𝐄𝐫𝐞𝐧 𝐉𝐚𝐞𝐠𝐞𝐫 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora