| VII |

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(hay un capítulo más detrás de este en caso de que los envíe aquí directamente)




































Las cartas de amor ─ahora─ eran normales al menos para Chūya que aún seguía invitando al mayor a su casa a jugar algún que otro videojuego o cocinar bizcochos y luego comerlos mientras ven novelas, y es que la ausencia de Dazai en la casa llegaba a dolerle al más bajo que luego de las vacaciones noto lo preciado que se volvió el "tonto de su amigo" el cual curiosamente estaba perdidamente enamorado de el.

Pero se sentia tan incorrecto quererle, ¿que había echo el por Dazai? esas preguntas le hacían sentirse mal y egoísta, el querer a Dazai con el pero no corresponderle, o peor aún, negarse a corresponderle.

Es que acaso aquel chico lo estaba haciendo aproposito? porque así lo sentía el de rojizos cabellos cuando encontró al mayor descansando plácidamente con ropa de entre hogar sobre su cama.

─ ¿Estas despierto? ─pregunto tímidamente aunque fuesen las cuatro de la tarde.

─ Si quieres ya no Chuchu. ─respondió con voz dormida aún con los ojos cerrados mientras bostezaba.

Aún sin moverse realmente fue capaz de alzar los brazos y alcanzar una hoja de la reposera y alcanzarcela al menor.

A este no le costó mucho descifrar lo que contenía y por eso deje ser que en su estómago se revolvian muchas cosas juntas mientras tomaba el delicado papel y comenzaba a leer la nueva obra que le dedicaba Dazai está vez.

"─ Esperar y esperar, me vuelvo viejo...
Si espero más me derretire como cera en el fuego del tiempo...
Es que cuanto más me harás esperar amor?
Mi mayor tesoro ya no me importa derretirme pero el tiempo es tanto cruel como mezquino...
Porque no me deja pasar mis horas contigo.
Es por eso que derretirme haré sólo si en tus delicados labios sólo es..."

Y apenas logró terminar la estrofa cuando unas manos le hicieron bajar el papel que sostenía enfrente para ser cambiado por los cabellos castaños que se acercaban rápido y peligrosamente a su rostro.

Sintió los suaves y humedos labios del mayor sobre los suyos que se movian tímidamente de forma cariñosa a la vez que una mano reposaba en sus mejillas acariciandolas y dándoles calor.

No hizo falta palabras para que el rojizo de relajara y cerrará sus ojos dejándose llevar por la bonita sensación que duró unos segundos, que tal como lo descibria, le hizo perder el sentido del tiempo cuando se dio cuenta de que habían pasado horas dandose pequeños besos cargados de cariño sin ninguna otra intención mientras uno mimaba al otro y así terminaron el día durmiendo abrazados mientras el castaño repartia besos por el cuello del menor haciéndole cosquillas y relajandolo aún más.

Y aquel día como Dazai prometió le dijo a Chūya una y otra vez tanto lo amaba, aunque no haya recibido respuesta era de esas veces que se sentía pleno aún si no era correspondido debidamente.










• • •












Y de nuevo volvían a la "rutina diaria" escolar donde Dazai perseguia al menor y este se quejaba.

Con la única diferencia de que el travieso castaño aprovechaba los recesos para arrastrar a su compañero detrás de un enorme viejo árbol de roble en el patio, allí de encargaba de mimarlo con abrazos, caricias y besos, todo consentido.

─ Chūya... hey ─llamo el castaño estando recostado.

─ Que quieres? ─fastidiado por haber todo su tranquilidad le miro a la cara esperando una respuesta, más la respuesta fue un empujón suave que lo hizo caer al césped bajo la sombra del más alto.

─ Te ves muy bonito así, tan bonito que te comería a besos, ¿me dejarías verte todo el día?

─ Aah de nuevo dices cosas raras porque eres raro y me caes mal. ─sentenció el avergonzado rojizo que cubría su rostro sacando humos de la timidez, esas clases de palabras lo hacían ponerse cual adolescente que era.

Pero aún asi no se negó cuando el castaño cumplió con su palabra y besaba desde el puente de su nariz hasta sus mejillas y paseaba por su cuello dejando besos húmedos a la vez que sacaba suspiros del más bajo para terminar de nuevo en sus labios a los que ambos, aunque no lo hayan dicho en voz alta, se habían vuelto adictos.

La vuelta a casa siempre era normal como si nunca ocurriese nada en el día o los sucesos no existieran, a excepción de algún que otro comentario de Dazai que hacía sonrojar a Chūya claro está.

─ Chibi! aún no me dices que me amas...

─ Es porque no lo hago animal, te odio y te odiare. ─dijo dándole una mirada enojada al mayor.

─ Pero no decías eso hoy cuand-

─ AHHH! que quieres de mi bastardo?─interrumpió rápidamente prefiriendo lo que talvez diría sus acompañante.

Y probablemente no haya pensado bien las palabras que utilizó, talvez se arrepentiria cuando Dazai respondió alegremente dándole dos opciones.

─ Quiero que aceptes que me ames o me des TU un beso a MI chuchu. ─sonrió cual demonio que le hacía perder los estribos y las fuerzas a Chūya que sólo se hizo pequeño en su lugar ocultando su sonrojo como era de costumbre.

─ Si hago alguna de esas me dejaras de molestar?─ pregunto casi de forma infantil y caprichosa.

─ Lo pensaré, claro está, y cumplo mis promesas.

Y un feliz Dazai lo miraba expectante esperando algo del pelirrojo cuando este sólo siguió caminando como si nada dejando al decepcionado castaño atras.



























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poemas en el aire | soukokuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora