Para no buscarte, tengo que aprisionar mi cuerpo, sacarte de mi mente aunque quede muerto mi pensamiento, tuviste el arte de hacerme sentir vivo, pues, aunque lo estoy, aprendí que no lo apreciaba. En ves de atarte, atare mis manos en un bucle sempiterno junto a mis pies, pues amarte, es, no escalar a tu ventana. Esto, princesa, consume toda mi energía. No tenerlos en mi vida, es muy duro. Cuando lo que aterra la vida llegó. Deseé como cualquiera que el mundo se parase. Pues ver la alegría en los demás hacia contrastar más mi pesar, me hundía en las sonrisas ajenas, me entristecía no tener las vuestras a mi lado. Aunque fuese envidia, lo sentí. Es verdad. Porque la realidad, es que los días no se paran, ni tengo el poder de salvar. Vivir esta realidad es duro. Pero no me rendiré. Es lo que predico, es lo que me prometí, aprender, ser más sabio. Ojalá pudiera tenerlos a todos de manera completa, y no solo esa fracción que me dan los recuerdos. Sé que volveré a verlos, si Dios me lo permite, estoy seguro. Pero el presente, contigo y el niño ausente, sigue siendo duro.