𝐎𝟐

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Minho siempre había sido el tipo de omega que mantenía un control férreo sobre las cosas que le importaban

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Minho siempre había sido el tipo de omega que mantenía un control férreo sobre las cosas que le importaban. Su posesividad era conocida entre sus amigos y especialmente por Han, quien no podía evitar sonreír cada vez que su pequeño omega reclamaba su lugar a su lado con esa mezcla de terquedad y dulzura que lo caracterizaba. Sin embargo, esta vez, el juego había cambiado, y Minho estaba a punto de saborearlo.

— ¡Sunggie, déjame! — protestó Minho, su tono exasperado mientras se removía en los fuertes brazos de Han. El alfa, mucho más alto y de complexión atlética, lo tenía atrapado con facilidad, abrazándolo por la espalda y acercándose peligrosamente a su cuello con la clara intención de besarlo.

El omega frunció el ceño, aunque en el fondo no podía ocultar del todo una sonrisa que amenazaba con aparecer. Sabía que Han no lo soltaría tan fácilmente, y esa lucha de poder entre ambos era algo que habían perfeccionado a lo largo de su relación.

— No, no —replicó Han con una risita traviesa — ahora es mi turno.

Minho se estremeció al sentir los labios de Han rozar la piel sensible de su nuca. Un escalofrío recorrió su espalda, y aunque su mente le pedía mantener la fachada de resistencia, su cuerpo comenzaba a ceder ante el tacto de su alfa. No podía evitarlo, Han sabía perfectamente cómo tocarlo para quebrar su defensa.

— Está bien, pero suéltame, Hannie — insistió, su voz ahora más suave, aunque aún fingía molestia.

Han, lejos de obedecer, reforzó su abrazo, acunando el cuerpo más pequeño de Minho contra su pecho. El alfa negó con la cabeza, disfrutando del momento. Siempre le había encantado ese lado posesivo de Minho, pero rara vez tenía la oportunidad de devolverle el favor. Era su pequeño omega el que normalmente marcaba el territorio, el que se aseguraba de que todos supieran que Han le pertenecía. Hoy, Han había decidido que era su turno de hacer lo mismo.

Sin previo aviso, Han lo levantó del suelo con facilidad, haciendo que Minho soltara un pequeño grito de sorpresa.

— ¡Jisung! — exclamó el omega, sus piernas pataleando débilmente en el aire — ¡bájame!

Pero Han no hizo caso, cargando a Minho como si fuera una pluma. Lo sostuvo firmemente con un brazo bajo sus rodillas y otro alrededor de su torso, manteniéndolo prisionero mientras se inclinaba para plantar besos en su rostro.

— Honnie mío — susurró Han, su voz ronca y posesiva mientras llenaba de besos cada rincón de las mejillas y la frente de Minho.

Minho rió involuntariamente, sus intentos de resistencia desmoronándose ante el asalto cariñoso de su alfa. Aunque adoraba ser el dominante en la relación, no podía negar que a veces disfrutar ser consentido de esta manera, aunque jamás lo admitiría en voz alta. La intensidad con la que Han lo abrazaba, lo besaba, y lo reclamaba le hacía sentir una mezcla de emoción y seguridad que lo envolvía por completo.

— ¡Sunggie, basta! — rio Minho, su cuerpo sacudiéndose entre los brazos de Han mientras intentaba zafarse.

Han sonrió, saboreando cada momento. Ver a su omega tan vulnerable y risueño bajo su toque lo hacía sentirse invencible, como si estuviera exactamente donde debía estar. Sin embargo, conocía los límites de Minho, y sabía que era cuestión de tiempo antes de que el juego llegara a su fin.

Finalmente, con una mezcla de dulzura y firmeza, Han bajó el ritmo de sus besos, inclinándose lo suficiente para capturar los labios de Minho en un beso suave pero profundo. Fue un beso que hablaba de todo lo que sentían el uno por el otro: la devoción, el deseo y la conexión inquebrantable que compartían. Cuando sus labios se separaron, Han acarició con suavidad la mejilla del omega, sus ojos llenos de un cariño que solo reservaba para él.

— Eres adorable, Minho — murmuró Han, sin soltarlo todavía — no importa cuánto lo intentes, siempre serás mío, igual que yo soy tuyo.

Minho, aún ligeramente sonrojado, dejó que sus manos subieran para rodear el cuello de Han, aferrándose a él con una sensación de rendición tranquila. Aunque podía ser el más terco y posesivo de los omegas, había momentos como este en los que entendía que no tenía que pelear para ser amado. Han lo adoraba, y lo demostraría una y otra vez, sin importar lo que sucediera.

— Claro que eres mío, Hannie — dijo finalmente Minho, su voz suave y llena de determinación — y no dejaré que nadie te mire de otra manera.

Han soltó una carcajada baja, disfrutando de la obstinada afirmación de su omega.

— Lo sé, Minho, lo sé. Nadie se atrevería.

Con ese acuerdo tácito sellado entre ellos, el alfa dejó que Minho volviera a ponerse de pie, aunque no soltó su agarre por completo. Lo mantuvo cerca, acariciando sus cabellos oscuros y disfrutando de la calidez de su cuerpo. Minho se acomodó contra él, relajándose finalmente, permitiéndose disfrutar del momento.

— Mío — le susurró el omega, una sonrisa traviesa asomándose en sus labios mientras apoyaba la cabeza en el pecho de Han.

— Siempre.

— Siempre

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♡: [ ¡𝙃𝙖𝙣𝙣𝙞𝙚 𝙈𝙞𝙣𝙚! ] ➯ 𝘏𝘢𝘯𝘬𝘯𝘰𝘸 𖡄Donde viven las historias. Descúbrelo ahora