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Katsuki Bakugo solía disfrutar sus tardes descansando en la sala de estar de su casa, viendo la televisión o revisando su teléfono celular. Eran sus momentos de paz donde nadie lo molestaba, ya que su padre trabajaba y su madre salía de compras.

Libre de toda responsabilidad académica, profesores exigentes y molestos compañeros. Era ese pequeño momento en el día en que alcanzaba la auténtica paz total, sin lidiar con cierta molestia de cara redonda o un vago ojeroso pelivioleta.

Particularmente, aquella tarde de agosto era singular. La paz que sentía era tan plena que, a su vez, también se tornó endeble. La poca naturalidad del transcurso de los hechos solo podía alarmarlo, llegando al punto de que su paz interior ya fue medianadamente rota.

Katsuki se recostó en el sillón de la sala de estar de su casa, tomó el control remoto de su televisión y la encendió, para luego pasar por los canales en busca de un programa de su interés.

En uno de los tantos canales, encontró una serie corta que relataba la historia de un joven extrovertido que sufría de una enfermedad terminal y de cómo selap enamoraba de una chica de su misma edad por una cadena sucesiva de casualidades. Bakugo frunció el ceño y apagó la televisión.

Posteriormente, soltó un largo suspiro y miró hacia el techo, perdiéndose en su propio mar de pensamientos y preocupaciones que siempre lo aquejaban. Al final, prefirió no disfrutar de su "tarde pacífica" del todo.

Aún así, lo que realmente terminó de rematar con su momento de tranquilidad fue tu teléfono sonando y anunciando una llamada entrante. En ese momento, Katsuki se hizo una nota mental para apagar su celular durante las tardes.

El número que lo llamaba era desconocido para él, jamás lo había visto y no lo tenía agendado. Estuvo a punto de no contestar e ignorar la llamada para seguir con lo suyo, pero algo dentro de él no lo permitió.

No sabía exactamente por qué, pero tenía una sensación desagradable en su pecho, como si estuviera pasando algo importante y lo necesitaban. Sin duda, era una situación rara, sin embargo común en la vida de Katsuki Bakugo.

Su mente se debatía entre dos opciones, ignorar la llamada y seguir en lo suyo o atender la llamada y escuchar a la persona misteriosa para saber que tiene para decirle. Naturalmente, se inclinaría por la primera opción, pero por la situación explicada estaba dudando.

— ¿Quién mierda me está llamando en estos momentos? — se preguntó Katsuki, refunfuñando — Más le vale que sea algo importante, estos momentos son sagrados

Con molestia, Bakugo atendió la llamada entrante de su teléfono y ubicó el aparato en su oído. Esperaba que no fuera por una estupidez, caso contrario alguien recibiría una buena tanda de insultos.

— ¿B-Bakugo-kun? ¿Eres tú? — cuestionó una voz femenina al otro lado del teléfono — Por favor, dime que eres tú...

— ¿Quién habla? — interrogó el rubio, reconociendo vagamente la voz femenina — (Escuché esa voz en algún lado, estoy seguro... pero, ¿en dónde?)

— Soy Kemy Utsushimi, fuí tu senpai en la preparatoria, ¿recuerdas? — respondió la susodicha, con voz temblorosa — Actualmente soy la compañera de trabajo de Midoriya-kun, por eso te estoy llamando

Nuestra Farsa ~Izulissa Quirkless AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora