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Park Roseanne, joven, no tan joven, de 29 años de edad recién ingresada como docente en la escuela privada de Chicago.

Roseanne es profesora de historia, usa unos lindos lentes Ray Ban para leer, cosa que le parece sumamente sexi a su alumna de 21 años, Lisa. La que se convertirá en la favorita de la profesora en todos los ámbitos, incluída en la cama.

.

El despertador sonaba. Roseanne estiró su delgado brazo para alcanzar apagarlo, se quedó unos segundos más debajo sus calientes cobijas. Apenas entraba en sí.

Finalmente se sentó en la cama poco a poco, talló sus ojos y sin ver atinó a ponerse sus pantuflas. Se levantó con flojera. Apenas puso un pie fuera de la cama su celular sonó.

—Park Roseanne, diga... —se presentó como siempre al tomar una llamada, su voz estaba aún ronca pero se oía formal al hablar. Mientras esperaba la voz de la persona que estuviera hablando, se siguió estirando.

—Soy el director de la escuela de artes aquí en Chicago, llamo para decirle que ha sido aceptada como profesora de historia.

Roseanne trató de mantener la calma. Se levantó de la cama y con una sonrisa, habló.

—¿E-en serio?

—Sí. Y se le requiere de su presencia inmediatamente, ya que el antiguo profesor cambió su fecha de retiro justamente hace unos minutos antes, ¿es capaz de venir hasta aquí? Señorita Roseanne, si no está aquí dentro de media hora supondremos que no toma las cosas en serio como para ser profesora en nuestra institución —el hombre cambió su tono, alertando aún más a Roseanne.

—No, claro que sí tomo las cosas en serio. Estaré ahí en menos de media hora —el hombre a través del celular soltó una curiosa carcajada y se despidió colgando de inmediato.

Roseanne corrió hacia el baño tirando su celular sin mucho cuidado sobre la cama. Tomó una ducha rápida y fue hasta su armario al terminar. Optó por ponerse uno de sus más sofisticados atuendos. Se peinó el cabello en una coleta bien ajustada, tomó por último su chaqueta y salió del departamento con un botellón de café que había preparado antes de peinarse y su maletín. Y en su mano llevaba el estuche de sus lentes de lectura, los causantes de todo el revuelo más adelante.

Las mañanas en Chicago eran agradablemente frías y agitadas.

Checó su Rolex. Solamente habían pasado diez minutos, estaba con tiempo de sobra, aún así, la gente corría para llegar a sus trabajos.

Inmediatamente tomó un taxi. Dió la dirección y el hombre comenzó a conducir.

Mientras viajaba, Chaeyoung tomaba su café mientras veía las calles de Chicago adornadas por el blanco de la nieve, recordando así Nueva Zelanda.

Hace ocho años había dejado su casa para estudiar su licenciatura en la historia del arte. Fue una alumna fenomenal, logró completar todo sus estudios con satisfacción, así que a la familia no tuvo mucho problema en dejarla irse de la casa.

Llegó a Chicago hace 5 años por recomendación de uno de sus ex-maestros para una secundaria. Terminó siendo despedida, no por ser mala maestra, al contrario, sus alumnos lloraron cuando la vieron irse, el verdadero motivo fue por el gran racismo de sus mayores al ver sus rasgos asiáticos. La joven Roseanne de ese entonces supo que tal vez era lo mejor, así que desde ese entonces trabajaba como camarera en un pequeño local del centro comercial.

Si no fuera por Jennie, amiga que conoció por ser su clienta en el local, nunca hubiera conseguido ser maestra en la Academia de Artes Bellemore, quien la recomendó por ser sobrina del director.

Cuando se dió cuenta había llegado. Dió una vista a su reloj. 6:25.

Pagó al taxista y bajó del carro. Corrió, corrió como nunca antes lo había hecho y llegó a la entrada.

—¿Nombre? —preguntó uno de los altos guardias impidiéndole el paso.

—Roseanne Park.

El hombre dijo algo a través de su radio e inmediatamente la dejó pasar.

Roseanne caminaba los largos pasillos llevándose las miradas de los alumnos que estaban presentes, pero ella seguía caminando sin bajar la mirada hasta llegar a la oficina del director.

Dió sutiles golpes en la puerta y esperó respuesta de consentimiento para pasar.

—Buenos días, director Kim —dijo mientras cerraba la puerta a sus espaldas.

—Buenos días, señorita Park. Veo que logró llegar justo a tiempo —habló el hombre mientras encendía un puro. Roseanne miró eso asombrada, apenas darían cuarto para las siete.

—Eh, sí. No fue un reto, corrí con suerte de no haber tráfico —su rostro aparentaba seriedad, pero sus manos por debajo de su abrigo no dejaban de moverse.

—Bien, su primera clase es a las ocho, de mientras le explicaré un poco las cosas —después de darle unas cuatro caladas al poro terminó por apagarlo para concentrarse en Roseanne—. Señorita Park, aquí hay muchas reglas, una de ellas y la más importante, no salir para nada con los estudiantes. Una simple sospecha y usted estará fuera de aquí sin decir una palabra. ¿Entendió?

—Sí.

Si Roseanne no hubiera sabido que minutos después conocería al lindo monstruo que despertaría sus deseos hubiera no aceptado aquel trabajo.

monster | chaelisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora