Luz verde

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Ron corría lo más rápido que sus piernas le permitían, miraba ocasionalmente hacia atrás para cerciorarse de que el centauro todavía no se había marchado, llegando a tropezarse un par de veces, aunque ya no podía ver nada desde que se alejó unos metros de la criatura.

Cuando vio la salida del bosque aceleró el paso moviendo más rápido sus brazos, cuando puso un pie afuera del espeso bosque, la luz de la luna lo bañó por completo, a unos cien metros a su derecha se podía ver el sauce boxeador, se mecía lentamente, como si respirara y estuviese dormido. Corrió hasta el castillo y cuando llego hasta las puertas del patio, las más cercanas al Ala del hospital, las abrió con cuidado y subió hasta la enfermería de puntillas. Las camas estaban vacías excepto una, la última estaba ocupada por un durmiente Dean, cierto, Draco Malfoy le había roto un brazo y una costilla con la Quaffle en el partido de quidditch de ayer.

Miró hacia ambos lados de la enfermería, no veía rastros de Poppy por ningún lado, caminó de puntitas hasta la puerta del almacén, donde la enfermera guardaba todas la pociones y medicamentos. Puso la mano en el pomo de la puerta, pero no cedió.

— Demonios, está cerrada.— miro sobre su hombro, Dean todavía estaba dormido. Saco su barita del bolsillo interior de su túnica y conjuro el hechizo que abre las cerraduras. — Alohomora. — se escuchó un clic y el cerrojo de la puerta se abrió. Abrió la puerta, volvió a mirar a ambos lados para cerciorarse de que todo estaba en orden, entró con cuidado y la cerro tras él. Bien, solo tenía que recordar el nombre de las pociones que necesitaba. — Lumos— una tenue luz proveniente de la punta de su barita ilumino el pequeño espacio del almacén, a paso lento fue leyendo cada una de las etiquetas que estaban pegadas a los pequeños frascos de cristal, había algunos con hierbas, raíces y partes del cuerpo de alguna criatura que no quisiera saber, pero ninguno que él necesitara. Siguió avanzando con barita en mano hasta que encontró algo que podía servir.

Poción reponedora de sangre.

Asintió de acuerdo, era un frasco pequeño con una sustancia verdosa, tenía un corcho de cristal con un diseño de gota muy bonito, la tomó y la guardo en uno de sus bolsillos. También encontró Esencia de díctamo, era un líquido marrón. Si bien ya había curado los cortes más profundos del centauro, el hechizo no era definitivo y todavía quedaban algunos a carne viva, así que esto serviría. Se dio la vuelta, iba a salir del pequeño almacén, pero por el rabillo su ojo izquierdo pudo ver algo familiar. La poción Crece-huesos, la parte superior de la botella tenía la forma de la caja torácica y los brazos de un esqueleto humano y la tapa tenía la forma de un cráneo humano. recordó cuando Lockhart había deshuesado el brazo de Harry y la enfermera le dio de tomar eso, su amigo ya tenía sus huesos en su lugar la mañana siguiente.

Tomó eso también, pensó en aquella criatura, tal vez había organizado los huesos dislocados y rotos de su pata y su brazo, pero no estaba seguro de que había realizado muy bien el hechizo ya que no siempre le salía muy bien en clases, un malestar se alojó en su estómago al recordar el estado tan crítico de su pata y sintió enojo. Enojo por quien sea que le haya hecho eso al Centauro. No sabía de donde salían tales pensamientos, pero de lo único que estaba seguro era de una cosa, iba a hacer todo lo posible para ayudarlo.

Guardó el frasco en su túnica y se dispuso a salir de la habitación, apago la luz de su varita, salió por la puerta y la cerro tras de él.

— ¿Qué hacías ahí dentro, Ron? — la voz de Dean sonó a sus espaldas y se tensó por completo. Se dio la vuelta lentamente y pudo ver la mirada del moreno sobre él.

— Ah... no es lo que crees, te juro que lo puedo explicar.

— ¿Estás robando en la enfermería?

El Forastero (Snaron)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora