Cesta de Mimbre

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Abrió los ojos con pesadez, le dolía el cuerpo como los mil demonios, algo comprensible, sabiendo que la noche anterior había corrido como tres kilómetros. El techo de concreto de su habitación le parecía el paisaje más agradable esa mañana, solo quería quedarse dormido toda la mañana del presente sábado. Intentó removerse y acurrucarse con su mullida almohada, pero sintió un peso irregular. George se había pasado de la cama de Dean a la suya.

Corrección, le dolía el cuerpo porque su hermano estaba durmiendo con él de almohada, roncaba como animal.

Rodó los ojos y suspiró, empujó al mayor y luego le dio una patada tan fuerte que cayó al piso, un golpe seco le avisó a Ron que se había golpeado la cabeza. Siguió roncando como animal. El pelirrojo soltó una pequeña risa.

Bien, ahora podía seguir durmiendo al menos hasta medio día. Tomó su sabana y se acurrucó en la cama. Se estaba quedando dormido, así como cuando sabes que te estas durmiendo, pero tu cerebro está en el abismo entre la consciencia y la total oscuridad, tienes pensamientos lucidos mientras estas medio dormido, casi en forma de sueños. Estuvo así unos 2 minutos, hasta que Ron recordó lo que había pasado la noche anterior. Se levantó como un rayo de la cama tirando la sabana al piso, saltó sobre Harry que aún estaba durmiendo en el piso con la boca abierta y corrió al baño. Bajó el cuello de su pijama blanca de rayas azules y se miró al espejo, las marcas rosadas todavía estaban ahí. Llevó su mano derecha y tembló antes de tocarlas. No había sido un sueño. ¿Qué se supone que haría ahora?

Se sentó en la tapa del inodoro a contemplar la situación mientras jugueteaba con sus dedos. El centauro estaba herido, no creía que pudiera buscar comida por sí solo, y la situación en la que estaba, por lo que el mayor le había dicho, se había alargado por cinco días. Bueno... seis con este que estaba pasando. Dudaba de si había probado bocado en esos días, ahora estaba preocupado. ¿Qué comían los centauros?

Se paró del inodoro con determinación, lavo su cara, cepilló sus dientes lo más rápido que pudo, salió del baño apresurado pasándole de nuevo a Harry por encima, se dirigió hacia el baúl que estaba frente a su cama, y se dispuso a cambiar su pijama por ropa normal, después de todo hoy no tenía nada de clases. Su cabeza se quedó atorada antes de entrar por el cuello de su suéter y cuando pudo salir del embrollo que se había hecho respiró profundo, sus cabellos naranjas estaban todos alborotados, tomó unos pantalones marrones y se los puso, primero la pierna izquierda y luego la otra. No hizo falta mirarse al espejo, simplemente peino su cabello con sus dedos antes de salir de la habitación dejando a todos durmiendo justo como estaban.

Bajó hasta la sala común y había una que otra alumna chismorreando entre ellas, ¿no era muy temprano para charlar Si fuera él todavía estuviera babeando la almohada y contando ovejas. Solo que esta vez tenía algo que se lo impedía, un centauro herido y probablemente hambriento. Salió de la sala común pasando por el retrato de la señora gorda y se dirigió hacia el comedor, quizás eran las seis y media de la mañana, eso u hoy iba a ser un día muy nublado. Iba a hacer frio... Ron se detuvo un momento en una de los solitarios pasillos a contemplar una idea que se había instalado en su cabeza de repente — ¿Los centauros usan ropa? — se imaginó a la criatura con uno de los suéteres que le tejía su madre, aquel naranja que tenía una letra R en el pecho. No pudo contener la carcajada que salió de su boca, no, definitivamente era una mala idea.

Cuando llegó a las cocinas no había muchos elfos domésticos en acción, después de todo los sábados preparaban los desayunos para las nueve de la mañana. Se las tendría que arreglar solo, tomó una gran cesta de mimbre que había sobre una mesa y comenzó a echar frutas de diferentes tipos, un racimo de uvas, tres manzanas, una pera y un platito de frutos secos. Dio algunas vueltas por la cocina y encontró algunos materiales para preparar un par de sándwiches de jamón y queso, buscó un cuchillo para untar el aderezo y armó todo, los puso también en la cesta, en el área de postres vio que tenían un pastel de queso y lo metió a la cesta, de paso también una tarta de manzana. El centauro era muy grande, no sabría con cuanto estaría satisfecho.

El Forastero (Snaron)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora