Deseo

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No tenía ni la menor idea de que ponerse.

No era una chica muy femenina y debido a su trabajo se pasaba la mayor parte del tiempo con ropa ancha, por lo que las faldas y los vestidos la hacían sentirse un poco incómoda más por falta de costumbre que por otra cosa.

A su vez, con su escaso tiempo libre y falta de amistades debido al cambio de ciudad, tampoco es que tuviese demasiada necesidad de tener mucha ropa para elegir.

Finalmente, y tras pensárselo lo suficiente como para llegar al punto de darle igual (realmente se le terminaba el tiempo), se decidió por unos jeans negros rotos y una camiseta de tirantes roja. La noche pintaba calurosa.

«Maquillaje... un poco de pintalabios será suficiente»

A las once en punto el castaño estaba llamando a su puerta.

El viaje en coche hasta el bar fue... raro. Raro en el sentido del trato. Pasar de un trato formal a uno informal le resultó extraño al principio, además de que se comportaba como un caballero abriéndole la puerta del coche tanto para entrar como para salir.

El bullicio del bar llegó a sus oídos en cuanto puso un pie fuera del inmaculado vehículo. No le hacía especial ilusión ir a un lugar en el cual la conocían como policía, pero él había elegido el sitio así que confiaba en su criterio.

Como si quisiera estar sorprendiéndola toda la noche con cambios repentinos, el barbas se acercó al maletero del coche y de el sacó lo que parecía una nevera portátil.

—No creerás que nos meteremos en el medio de todos esos borrachos, ¿verdad?

Y guiñó un ojo mientras le tendía la mano.

A esas alturas ya no estaba segura de cuáles eran los límites a cruzar o como debía de actuar con él.

Aceptó su mano y la guio hasta la parte trasera del bar.

Lo vio subirse al tejado más pequeño con facilidad, así como medio lanzar la nevera hacia el más alto, luego volvió a tenderle la mano.

Lo miró. Luego miró su mano. Y sonrió.

Cómo no podía imitar sus agiles movimientos debido a su falta de altura, optó por el método confiable; coger carrerilla, poner un pie en la pared, impulsarte y agarrarse al borde.

Y todo bajo la atenta mirada de él.

Se sacudió las palmas de las manos y lo miró de vuelta en cuanto estuvo a su altura. No pudo evitar sentirse orgullosa por dejarlo con la boca abierta.

Tal vez debía dejar las cosas fluir y no sobre pensar tanto.

Con un par de cervezas encima, la mayor parte de su moralidad en cuanto a si estaba bien salir como si nada con su superior directo, se habían perdido en el fondo de su mente.

Reían. Reían sin parar.

Se reían por todo. Por las cosas que ocurrían en comisaría. Por el alboroto bajo sus pies. Por ellos mismos.

Todo era tan perfecto...que parecía irreal.

Lo miró mientras bebía de la botella al igual que ella. Las pocas luces del lugar iluminándole el rostro. Y no pudo evitar que su corazón empezase a latir como loco.

—He sido un imbécil—sus repentinas palabras la tomaron por sorpresa—, lo siento.

«Ahh... así que todo esto es solo para disculparse» pensó mientras le daba otro trago a la botella «No sé para qué me hago ilusiones. Era obvio que todo fuese un error»

—Pero no me arrepiento—se giró para encararla y mirarla directamente a los ojos—de nada.

El bullicioso silencio que se formó al alrededor de ambos fue tan efímero como el primer roce de labios de la noche. Al cual le acompañó un segundo y un tercero. Y un cuarto donde las manos comenzaron a moverse sobre el cuerpo ajeno. Un quinto donde el tejado servía como apoyo para su espalda. Un sexto donde sus labios, rojos por el pintalabios y los recientes asaltos, eran atacados por unos dientes que le provocaron más de un escalofrío.

Se separaron. Más por auto controlarse que por la falta de oxígeno. Aunque estaban en el tejado del bar y sería complicado que alguien los viese dado el posible alto nivel de alcohol en sangre, tal vez no era el mejor lugar para dar rienda suelta a todos los sentimientos que rezumaban por sus poros.

👑—

«Joder...joder...joder»

¿Pero qué demonios tenía esa chiquilla? ¿Pero cómo podía tenerlo en ese estado con tan solo unos cuantos besos?

«Joder no quiero asustarla. No quiero que piense que solo quiero algo de una sola noche... pero tío, necesito aliviar esta maldita presión en los pantalones...»

Estuvo pensando en varias soluciones a su pequeño problema sin que ella pudiese llegar a hacer una idea equivocada de la situación, pero habían pasado unos cuantos segundos y...

Unas manos se entrelazaron tras su cuello y tiraron hacia abajo. Una pequeña lengua se adentró en su boca sin tan siquiera pedir permiso y...había sido tocar el cielo sin manos.

Había tomado el control de la situación ante sus repentinas dudas de arruinar el momento, y joder si le gustaba.

Si coincidir con ella en la armería de comisaría y verla equiparse con todas las armas reglamentarias para su rango lo ponía a cien, que tomase el control de la situación era, sin lugar a dudas, lo más excitante y placentero que había sentido en mucho tiempo.

Las pequeñas manos que lo habían prácticamente obligado a mermar el espacio que los separaba, ahora se paseaban libres por su espalda, pecho y rozaban peligrosamente el cinturón de su ya bastante ajustado pantalón.

Tal vez no era su imaginación. Tal vez no era el único que tenía ganas de más. Y tal vez no iba a ser él el que la detuviese a pesar de la situación.

Tampoco se quedó atrás. Él también quería disfrutar. Él también quería tocarla, sentirla. Aprenderse sus lugares favoritos, recorrer su pequeña anatomía y sostenerla con fuerza entre sus brazos.

Ya lo tenía claro.

Aquella mujer de no más de metro sesenta, que necesitaba de su supervisión constantemente, que lo elevaba al grado más alto de excitación con solo portar un arma, que le provocaba un infarto por cada acción peligrosa en la que se veía envuelta, se le había metido, irremediablemente, bajo la piel. Y dentro de su pecho.

Tocó otra estrella del firmamento cuando dejó sus, ahora maltratados labios, por su fino cuello y escuchó el primer gemido de la noche.

Iba a devorarla allí mismo en aquel preciso instante y nada ni nadie iba a impedírselo.

—Aria...

Un suspiro más.

Un arqueo de espalda.

Y ahora ambas caderas estaban juntas.

Ya no tenía escape. Ya no podía ocultar sus deseos.

Ahora ella era plenamente consciente del estado en el que se encontraba.

👑—

¡Hola! ¿Qué tal? ¿Cómo os habéis quedado? Porque yo loquísima xD

¡Por fin! ¡Después de todo este tiempo y desde el hospital! ¡Aleluya!

Estamos ya cerca del final, así que nos vemos pronto ;)

Novata | Greco Rodriguez (Gta Roleplay)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora