Viva

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Lo sabía. Sabía que la había cagado y bien. Lo presentía a pesar de recordar vagamente lo sucedido.

Miró la solitaria habitación que la rodeaba. Las paredes blancas, el suelo blanco, las sábanas blancas que la cubrían. Todo le resultaba demasiado enfermizo. Lo único que la salvaba de volverse loca en aquel silencio era la máquina que, conectada con su dedo anular, emitía pitidos al compás de sus propios latidos. Miró su brazo izquierdo, donde había una vía proporcionándole los nutrientes necesarios simulando la comida. Miró esta vez a su derecha encontrándose con una venda cubriendo desde el codo hasta el hombro una herida que presentía era de bala. Por suerte parecía que solo la había rozado, sino estaría segura de que le dolería como el infierno.

Y ya como última observación sobre ella misma, se tocó la parte superior de la cabeza donde también había una venda. Se sentía un poco mareada, como si se estuviese balanceando todo el rato.

Las preguntas que se formulaban en su mente se vieron interrumpidas cuando alguien entró en aquella vacía y blanca habitación.

– ¡Moussa! — exclamó ella al ver a su moreno compañero.

– Buenas, alumna Jones — saludó con una sonrisa y su particular acento — ¿Cómu se encuentra?

– Confundida.

El hombre a su lado rio y suspiró al sentarse en la silla que había a un lado de la cama.

— ¿Se acuerda de algu?

— Recuerdo dirigirme con el Comisario Greco a un código tres en la gasolinera. A partir de ahí ya no tengo mucha más idea, tan solo gritos.

Nu sabes la que te está pur caer.

Si ya de por si la cara de la castaña demostraba confusión, ahora era una mueca de total y absoluto desconcierto. Intentó por unos segundos ahondar en aquella negrura que había en su mente, pero lo único que recordaba, y con dificultad, eran gritos. Gritos de desesperación.

De pronto, la radio que su compañero llevaba en el hombro comenzó a sonar.

— ¿Alguien sabe en qué habitación se encuentra Jones?

— Habitación cientu seis, Comisariu. Estoy con la alumna en este momentu — Moussa contestó a su superior.

Nada más apagar la radio, el moreno le dio una mirada de lo que se podría considerar pena por lo que sabía que le iba a pasar a su compañera en cuanto algún superior hablase con ella.

Creu que me iré antes de que el Comisariu Grecu quiera matarme a mí también.

Ella tan solo le sonrió y le agradeció por la visita que había recibido de su parte. Consideraba a Moussa un buen compañero y agente, aunque a veces su lado travieso lo metiese en muchos líos en comisaría.

Nada más salir de aquella habitación, los nervios la empezaban a carcomer, siendo la máquina que la monitorizaba testigo de ello.

Comenzó a morderse el labio inferior, mientras que sus manos se entrelazaban sin parar. Eso no fue suficiente para intentar calmar sus nervios, así que comenzó a morderse las uñas.

— ¡¿Pero tú estás jamada de la cabeza o que te pasa?!

Aquellas fueron las palabras que salieron por la boca del Comisario nada más entrar en la pequeña habitación.

Ni un hola.

¿qué tal te encuentras?

¿Estás bien?

No. La saludó con un grito. Un grito lleno de preocupación acompañado por una mirada de alivio al verla viva.

Ella bajó la cabeza, que había alzado por reflejo, al sentir la puerta abrirse después del grito. Él, por su parte, cerró la puerta a sus espaldas y se pasó la mano por el pelo en un intento de calmarse. Sabía que aquello no eran formas.

— Lo siento.

Fueron las únicas palabras que lograron salir de la boca de ella en un susurro arrepentido.

El silencio reinó mientras ella intentaba no sollozar. Se sentía mal, verdaderamente mal por aquella insensatez que parecía haber hecho y que no recordaba. Se sentía como una incompetente ante la mirada de su superior.

— ¿Estás bien?

— Sí.

Él suspiró.

— ¿Recuerdas lo que pasó?

— Lo último que recuerdo — comenzó a relatar mientras seguía entrelazando las manos —, era que usted y yo nos dirigíamos hacia un código tres en la gasolinera de Idlewood.

Segundo suspiro del día.

— Fue un código tres en el que se rompieron negociaciones — empezó a narrar el operativo con un deje de molestia en su voz –. Éramos cuatro agentes; Leónidas, Moussa, tú y yo al mando. Nos cubrimos, tú tras el muro de la parte de atrás de la tienda y yo tras el zeta que se encontraba a unos seis metros de tu posición. Había un tirador en la fábrica de enfrente que comenzó a disparar al patrulla.

Ella notó como el tono de voz del Comisario comenzaba a volverse más grave y alzó la cabeza, que hasta ese momento se encontraba gacha mirando la sábana bajo ella, y lo observó mantenerse firme de pie haciendo gestos con los brazos mientras hablaba.

— Tú – dijo con evidente enfado mientras la señalaba—. ¡Tú! ¡Tú tuviste la brillante idea de salir de tu puto escondite!

— L-lo siento.

— ¡Lo siento mis cojones! — gritó totalmente enfurecido — ¡Te molieron a balazos delante de mis putas narices, joder!

— Lo siento.

Esas eran las únicas palabras que lograba articular. La había cagado tal y como suponía.

El tercer suspiro apareció mientras se acercaba a la cama donde ella reposaba sentada sin mirarlo.

Sintió como el pequeño colchón se hundió a su derecha. Lo miró. Lo miró con pena y arrepentimiento y las facciones de él se suavizaron al observarla.

— ¿Tú sabes...— comenzó a hablar con su habitual tono suave de voz — lo que sentí cuando te vi caer al suelo ante mí? — los ojos de él demostraban que estaba recordando aquel momento en su mente — Sino llega a ser por el puto chaleco antibalas...te...te habría perdido.

Ella abrió la boca con sorpresa e inconscientemente se tocó el pecho, como si todavía no fuese consciente del peligro que había vivido y del que salió sorpresivamente ilesa gracias a las medidas de protección del CNP.

— Abatí al tirador en el momento en el que caíste y corrí hacia ti — empezó de nuevo a relatar el momento que lo atormentaba —. Cuando te cogí en brazos sangrabas por la cabeza — apartó momentáneamente la mirada de ella—. Me quedé congelado al ver esto y creí... creí que estabas muerta. Creí que te había perdido a ti también.

Una mano ascendió hasta la mejilla izquierda de ella.

— Joder, realmente creí que te había perdido — su pulgar comenzó a acariciarla —. Y no quiero perderte.

No hubo tiempo a otro 'lo siento' por su parte. Los gruesos labios de su superior se habían posado sobre los finos de ella en un suave y casto beso.


-👑-

¡Holaaaa! ¡Un besoooooooooo! Ni yo misma me lo creo xD pero me salió así de espontáneo y me ha encantado, ¿qué os ha parecido a vosotros/as?

Esta vez ha sido un capítulo en tercera persona ya que en los anteriores habíamos visto desde el punto de vista de cada uno lo que sentían.

Espero vuestros comentarios con ansias, me encanta ver vuestras reacciones 💝

¡Let's f*cking gooo!

Novata | Greco Rodriguez (Gta Roleplay)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora