Lo que se ve, y lo que no se ve

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Evidentemente Brayan se quedó sin idea de qué hacer y cómo hacerlo, porque ni siquiera se molestó en seguirme. Ni siquiera quise fijarme bien por dónde iba, y llegué a casi caerme más de una vez. Llegué a la sociedad y entre, apenas viendo como Brayan intentaba alcanzarme al verme cerca de la puerta. Pero yo solo me apuré y fui hasta el cuarto, con Ingrid. Cerré la puerta, tomando aire tras ponerme contra ella, intentando respirar bien.

— ¿Qué pasa? ¿Qué te pasó? —preguntó Ingrid apenas me vio entrar, preocupada.

— ¡Ay, Ingrid, ay!

Pero no pude decir nada más. Me desplomé sobre mi cama, mientras sentía como mi hermana se acercaba hasta ahí. Me preguntaba qué pasaba, que por qué lloraba, pero las palabras no me salían de la boca. Nada más podía sollozar e intentar limpiarme las lágrimas. Trataba de consolarme a mí misma, pensando en que ahora solo me quedaba seguir adelante, que y nada más puedo vivir y ya, que no es gran cosa, pero no podía detener el dolor que solamente crecía más y más en mi pecho.

Entonces me volteé de repente porque Brayan había entrado al cuarto sin pedir permiso. Ingrid se levantó, pero no dijo mucho. Detrás de él vino Fidel, que había escuchado el escándalo.

— ¿Qué está pasando? —preguntó Fidel.

— ¡Nada Fidelito, no está pasando nada! —se apresuró Brayan —Nomas que hubo como un malentendido con mi amorcito y ya nada más se largó a chillar, pero no pasa nada, ya nomás lo arreglo yo.

— ¿Cómo que la has hecho llorar a mi hermanita?

— ¡Fuera de acá Brayan, no te quiero ver ni hablar! —le grité, entre balbuceos.

— ¡Oye! ¿Por qué lo tratas así? —se metió Ingrid, hablándome como si yo fuera la mala.

— ¡Por que yo lo vi! —dije — ¡Porque te vi hablando así con esas, esas mujeres!

— ¡No, no, no, no es así, no es lo que parece! —balbuceó Brayan —Ustedes sálganse de aquí, yo hablo con ella, ya van a ver que todo va a estar bien.

—Pero si este es el cuarto de mis hermanas, ¿cómo la vas a echar a la Ingrid? —intervino Fidel.

Me quedé un rato no muy largo sentada, con las manos en la cabeza, ignorando todo lo que los otros se decían, hasta que al final pude respirar un poco, me tranquilicé, pensando despacio en lo que era importante y en que lo mejor que podía hacer ahora era conversarlo como corresponde. Me paré.

—Está bien, déjenos solos un rato. —les dije a mis hermanos, y sin preguntar nada entendieron y se fueron.

Pasó otro rato más hasta que por fin empezamos a hablar, pues nada más me dediqué a clavarle los ojos encima a Brayan, y él a mirar a los lados.

— ¿Entonces qué? —le dije.

Se me acercó, como hace siempre que me enojo.

—Mi chiquita, usted sabe que yo solo la amo a usted y a nadie más.

Intentó tomar mi cara entre sus manos y besarme, como siempre, pero esta vez yo estaba sin ganas. Me lo quité de encima.

—No te vengas a querer hacer el tonto conmigo, Brayan Galindo. Sabes muy bien lo que dijiste ahí afuera, y yo sé muy bien lo que escuché.

— ¿Pero escuchar qué cosa mi princesa? Si yo no he dicho nada fuera de lugar, usted nomas está confundiendo las cosas.

— ¿Cómo?

AU Nuevo Rico Nuevo Pobre: Rosmery x AndrésDonde viven las historias. Descúbrelo ahora