Otro lado de la moneda

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Pensé en no ir a trabajar, pero no podía: alguien tenía que ir y ganarse el pan de cada día, lo que yo y mis hermanitos necesitamos para poder vivir lo suficientemente en paz; eso era lo único que me mantenía en pie, y estoy muy segura que de no ser así, no podría siguiera mover mis brazos de lo terriblemente mal que me estaba sintiendo por dentro. Así que era otra mañana en la empresa. Me puse en marcha, ya que apenas si llegué ya había más papeles para completar en mi mesa. Lizeth se acercó, como todos los días, hasta que me vio la mala cara y cambió de expresión.

— ¿Está bien, Rosmery? ¿Qué le ha pasado?

—Ay, Liz... La verdad es que no quisiera hablar del tema ahora mismo... Hay mucho para trabajar y no hay nada de tiempo para eso...

— ¿Tiene que ver con Brayan? —preguntó ella.

Supongo que, después de tantos años siendo amigas, Lizeth ya sabe reconocer cuando estoy bien y cuando no, y cuando el problema es por Brayan. Por supuesto, no era la primera vez que algo pasaba con él, así que Liz no dudó en hacerme decirlo.

—Si... —contesté por debajo, sin levantar la vista.

— ¿Y ahora qué hizo ese?

Hice una mueca.

—Te lo voy a decir en el almuerzo, ¿sí? Ahora no me siento muy bien.

Ella solo asintió, después de pasarme una mano por el hombro, y entonces escuché sus tacos alejarse. El pecho me volvía a doler, como si me lo estuvieran apretando, y los ojos aún no se me habían vuelto a la normalidad después de toda la larga noche...

El Doctor Andrés salió entonces de su oficina, pasó de largo, miró por la puerta, y regresó, para entonces detenerse por unos segundos cerca de mi lugar.

—Señorita, venga a mi oficina.

Me tragué un suspiro, me puse de pie y fui tras él, quién ni siquiera esperó para cerrar la puerta. Entré y me quedé parada del otro lado, mirándolo. Se demoró unos segundos en articular las palabras, cosa que me pareció extraña.

—Mientras termina esos papeles, le voy a encargar que se fije si mi prometida entra sola o acompañada de alguien. En lo posible, fíjese si ve a alguien más yéndose para otro lado antes de que ella entre.

— ¿Y esto en qué ayuda a la empresa, Doctor?

—Por una cuestión de imagen pública. Ahora vaya, señorita.

Lo miré, aún más extrañada, y solo asentí y salí de su oficina. Estaba muy segura de que esa no era una cosa relacionada a la "imagen pública" de la empresa; además, sonaba un poco extraño, no como se escuchaba él cada vez que daba una nueva orden. ¿Para qué me pediría que vigile si su prometida, Fernanda Sanmiguel, por si viene o parece haber venido acompañada? Supongo que para asegurarse de que viene protegida, o algo así. O tal vez... Tal vez porque el Doctor Andrés también temé que lo estén engañando... como con Brayan.

"¡Bueno! No me extrañaría con una persona tan fría cómo él. "

Aunque... no... ni siquiera por eso se merece un mal. Y tampoco está bien que piense así de él. A mí no me gustó que me lo hicieran... Bueno, entonces voy a cumplir lo que me pidió. Incluso un empresario tan rígido como el Doctor Andrés merece saber si su persona más amada le está faltando así el respeto.

Volví a mi lugar y comencé a hacer los documentos mientras levantaba los ojos cada no mucho rato para ver hacia la puerta. No pasaba nada todavía, a los ya más de treinta minutos desde que fui a la oficina. Entonces llegó, cuando ya había pasado una hora. Entró caminando apuradísima, tanto así que ni siquiera se fijó que la miré a ella y la puerta por la que había entrado. Se metió directo a la oficina del Doctor Andrés y cerró la puerta. Nada. No parecía haber nada. Después de unos cinco minutos, entró Mateo López Ferreira, el primo del Doctor y un hombre importante también dentro de la empresa. Pero a él si lo vi muchísimo más "sospechoso", cómo que andaba mirando para todos lados con un intento de discreción.

AU Nuevo Rico Nuevo Pobre: Rosmery x AndrésDonde viven las historias. Descúbrelo ahora