Pequeño paso

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Terminé de trabajar e hice tal cual el Doctor Andrés me lo pidió. Lizeth me hizo un par de señas y gestos como de victoria a los que nada más y le giré los ojos. Atravesé el umbral de su oficina, cerré la puerta, y me quedé allí, de pie, como estatua, sin poder parpadear demasiado.

—Ah, señorita Rosmery, me da gusto tenerla aquí de nuevo.

¿Qué le da gusto tenerme en su oficina? Eso es algo que nunca me había dicho; es más, estaba convencida de que es algo que jamás me habría dicho bajo ninguna circunstancia, al fin y al cabo, yo no era más que una simple empleada, como una muñeca que tiene que hacer lo que se le ordena al igual que todos los demás dentro de la empresa, y el Doctor Andrés nunca había mostrado ningún signo de afecto con nadie que no fuera el Doctor Mateo o Fernanda. Tragué saliva, con el corazón en la garganta.

— ¿Para qué me llamó, doctor?

—Para nada, quería volver a agradecerle por lo que hizo, y en general por su constante buen trabajo.

—Muchas gracias, Doctor, por tomarse la molestia, pero no tiene nada que agradecer; yo simplemente hago mi trabajo, y con lo que refiere a su relación, simplemente me pareció que era lo correcto.

—No importa, es una buena acción y con eso ya es suficiente para agradecérselo.

Él sonrió, y por un momento me pareció que no era tan cínica ni vacía como ya era costumbre. Le devolví muy ligeramente la sonrisa y bajé la mirada.

—Bien, ya puede retirarse a su casa.

—Muchas gracias, Doctor.

—Ah, y, antes de que se vaya...

— ¿Si?

— ¿Tendrá tiempo uno de estos días para quedarse después del trabajo?

Me quedé sin aire.

—Eh, no, no lo sé, no creo, Doctor, es que yo me tengo que ir a dormir para poder volver a descansar y así regresar aquí a tiempo en la mañana siguiente; no puedo faltar porque es todo lo que tengo y mis hermanos me necesitan, Doctor.

—Claro, entiendo. La empresa es primero. Aprecio mucho su interés en el trabajo y en querer mantener a su familia. No se preocupe entonces, puede marcharse.

—Muchas gracias Doctor, que tenga una buena noche...

—Hasta mañana, que tenga una buena noche.

Salí de su oficina casi sin poder respirar. Me detuve frente a mi escritorio y suspiré, llevándome una mano a la cabeza. El corazón me latía como hace mucho no lo hacía, y me preocupaba. En un principio pensé, angustiada, en que ya tendría que irme al hospital a que me revisaran por temor a que fuese algo grave, y eso supondría un gasto para el que tal vez no me alcanzaría ahora mismo. Pero después lo pensé bien, y me di cuenta de que me recordaba a algo en especial...

— ¡Rosmery, Rosmery! —exclamó alguien en susurros.

Era Lizet, agitando la mano y sonriendo desde la entrada. No podía creer que se había quedado ahí hasta que saliera.

— ¡Liz! ¿Pero qué estás haciendo aquí?

— ¡Te estaba esperando! Quería ver para qué es que te había llamado el Doctor.

— ¡Pero si ya es tarde, Liz! ¡Deberías haberte ido ya para tu casa!

—Ay pero Rosmery, querida, ¡es que si me iba ahora, no me iba a poder aguantar las ganas!

AU Nuevo Rico Nuevo Pobre: Rosmery x AndrésDonde viven las historias. Descúbrelo ahora