»2. TAX«

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Sade

Por la mañana solo desayuné un pan con mis habituales tres tazas de café, luego me despedí de Tax y salí a trabajar. El día estaba nublado, me gustaba más que cuando había calor, pero no podía evitar sentirme un poco deprimida por alguna razón. Sabía que no era por mis padres, jamás lloré por ello, no lloraría por alguien que me abandonó, pero la verdad si quisiera saber quiénes fueron... O son. También sabía que no era por mi situación, pues no necesitaba nada más de lo que tenía y si quisiera algo más, sabía que haría lo que fuera por conseguirlo. Me gustaba solo estar sola, en mi diminuto rincon del mundo con Tax.

–Buenos días Tay– Me saludó Tyler llegando también al trabajo.

Solo asentí con la cabeza y sonrió con diversión, mi compañero siempre era muy animado.

–¿Segura que sí tienes voz? Juraría que nunca te he oído hablar– Decía encadenando su fea bicicleta a un lado de las puertas.
–Jódete– Contesté levantando el dedo medio y después de que se rió sonreí con diversión, aunque él no me agradaba tanto.
–Eso es, me conformo con eso– Dijo mientras yo entraba y buscaba mi chaleco en uno de los lockers junto a la puerta.

Un chaleco rojo con una insignia con mi nombre ahí. Bueno, mientras comenzaba mi trabajo diario me puse a pensar en tonterías como siempre. Pensando en el sueño me fue imposible no recordar lo que seguía de ahí. Viví en la calle por una semana hasta que ví que había un trabajo disponible limpiando mesas en un bar, exactamente el bar de mala muerte del que conozco a ese tal Wade Wilson. El tipo idiota que es dueño de ahí me preguntó mi edad, y mentí, más o menos. Ese descerebrado me dió una hoja para trabajo en la que todos los datos los metí a lo puro idiota, cómo mi fecha de nacimiento, mi edad, mi seguro social, que no tenía, mis referencias, hasta que llegó la hora de poner el nombre. No sabía qué poner. ¿Sade Vance... Qué? ¿Qué seguía de esos dos nombres? Siempre los usé como nombre y apellido pero no quería hacerlo más. Además no podía seguir llamándome así, eso me conectaba con mi vida pasada, mi vida real. Así que busqué otro nombre, y al ver un sobre de sal de la marca Tiaret, lo escogí, igual mi vida siempre ha estado muy salada. Luego por fin tuve un apellido que saqué del único libro que me ha gustado, Cumbres Borrascosas. De ahí salió el Earnshaw.

–Señorita– Me llamó una de las mujeres que estaba en la fila, me había distraído.

Al parecer me ofrecía su dinero y yo no me había dado cuenta, así que lo tomé, cobré y le di su cambio. Pero en el momento en que quería poner el dinero en su mano, las mías temblaron de una forma extraña y todo el dinero cayó al suelo. Me agaché rápido y traté de ayudar a la mujer a levantar las monedas, pero no podía tomarlas con facilidad.

–¿Estás bien, niña?– Me preguntó tomando una mano mía entre las suyas.

Yo estaba sorprendida por el contacto de esa mujer mayor, pero estaba tibia y era agradable. Solo que me aparté y asentí cuando nos pusimos de pié. Pero todos los clientes de la fila estaban molestos y hablándome.

–¡¿Quieres darte prisa?!– Preguntó un hombre con enojo.

La mujer amable se fue después de sonreírme y luego pasó el siguiente, estaba algo molesto. Cobré a los demás, pero aún me temblaban las manos.

–¿Quieres cambiar de lugar?– Preguntó Tyler tomando mi puesto aunque no contesté– Estaba organizando el área de latas.

No había aceptado cambiar de lugar pero aún así me fui al área de latas. Me gustaba organizar cosas, que se vieran bien en los pasillos, todo perfectamente alineado.

–Hey, ¿En dónde está el pasillo de cereales?– Preguntó un hombre acercándose a mí.

Señalé una dirección y asintió, luego solo se fue. Me gustaba el cereal. Pero seguí arreglando las latas de pepinillos, luego seguí con las de los elotitos y las zanahorias en cuadritos.

–Steve, deja eso– Dijo una mujer con un tono de aburrimiento a un lado de mí.

Volteé un momento y un niño estaba jugando con las latas de sopas que había acomodado yo unos minutos antes. Entrecerré los ojos y me acerqué a él, le quité las latas y las volví a acomodar. Unos momentos después ese mocoso de unos ocho años ya tenía otra vez las latas y las ponía en lugares diferentes. Regresé con él y traté de quitarle la lata pero no pude, mis manos temblaron un poco.

–No me toques, anciana– Decía el niño y me molesté.
–¿Anciana? Te voy a dar una paliza, asqueroso gusano– Contesté y lo empujé quitándole la lata– ¡Ja!

Él se veía enojado hasta que miró algo atrás de mí y se puso a llorar. Rodé los ojos, que tonto, pues si él empezó.

–Earnshaw, a mi oficina– Dijo Gary a mis espaldas y abrí mucho los ojos.

Cuando mi jefe se fue el niño me mostró la lengua y yo el dedo medio, después me fui, pero de camino a su oficina pasé a tomar una lata de comida para gato, sabía que me despediría. Llegando a la oficina yo ya me iba quitando el chaleco.

–Has trabajado aquí por un año y has hecho bien tu trabajo, ni siquiera me importa que no hables mucho, incluso diría que me agradas, pero lo de hoy ya es demasiado– Decía él y luego suspiró decepcionado– Deja tus cosas y vete, aquí está tu dinero de liquidación.

Tomé mi dinero, dejé lo de la lata de comida y solo me fui de ahí, no tenía nada más que decir. De camino a la salida Tyler me detuvo y yo lo miré raro.

–¿Te despidió?– Preguntó sorprendido y algo triste.

Asentí y me encogí de hombros, no era para tanto, solo... Tenía que buscar un nuevo trabajo.

–Lo siento, tal vez... Tal vez podamos hacer que te devuelva el empleo– Se veía de verdad preocupado por mí, pero me sorprendió más lo que dijo después– Mi amiga no se quedará sin trabajo.

Yo no sabía que éramos amigos, ni siquiera hablamos mucho en todo este año que trabajé aquí.

–No importa– Dije suavemente y él suspiró medio triste.
–Está bien, nos vemos luego– Contestó y levantó su puño frente a mí.

Me le quedé viendo raro y luego levanté lentamente el puño y lo choqué con el de él. Después me alejé de ahí sin decir nada más, con un nudo en la garganta... Me había llamado amiga. No recordaba haber tenido uno antes, un amigo, y ahora me iba.

Caminé por la calle con algo de tristeza, me abrazaba a mí misma y veía mis billetes que me dieron, también la lata de comida en mi otra mano. Sabía que estaría bien, podría conseguir otro trabajo, pero aún así estaba algo... ¿Triste? Es que se sentía como una presión en mi pecho, pero también sentía... Nada, como un vacío en dónde debían estar emociones, no sabía bien que sentir.

Podía ver mi edificio pasando la calle, al menos llegaría a casa tempra... Me detuve a la mitad de la calle, pues junto a mis pies había una masa peluda, era Tax. El gato gris ahora era una mancha deforme aplastada y casi plana en el suelo, rodeada de pelos desprendidos y sangre embarrada al rededor, aún tenía la cabeza completa, con los ojos verdes vacíos, abiertos y mirando a la nada, su hocico estaba entre abierto, con la lengua de fuera, mostrando sus colmillos. Lo miré por unos segundos, tiré la mata a un lado y luego seguí caminando directo a mi casa. Ahora que lo recordaba, había dejado la ventana abierta la noche anterior que salí a fumar a las escaleras, tal vez por ahí salió Tax.

–Hey, vecina, ¿Tienes agua? No sale nada del grifo– Me llamó un hombre del piso cuatro cuando pasé frente a su casa.
–No sé, apenas llegué– Contesté y se fue sin decirme nada.

Seguí caminando y subí escaleras hasta mi piso y luego entré a mi casa, efectivamente, la ventana estaba abierta, así que nada más la cerré. Tenía hambre así que abrí la hielera que tenía, solo había un Cheeto, todo rancio. Al parecer no había nada que comer y mi estómago rugía, incluso la comida del gato difunto me parecía agradable. Pero no. Tomé un suéter amarillo que encontré en la basura el otro día y me lo puse, obvio ya lo había lavado, aunque la lana estaba algo desgastada, después salí de nuevo de la casa.

TRASH- DEAD POOL (AJAX)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora