Prólogo

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Mierda.
Esa era la única palabra con la que el rubio podía definir su vida. Mierda y más mierda.

Desde que nació era el orgullo de sus padres.
Inteligente, fuerte, ágil, responsable y tremendamente bello; lo único a lo que podrían llamar defecto era su carácter, siendo cortesía de los genes de su madre.

Sin embargo, el mundo de la familia Bakugou se vino abajo cuando Katsuki cumplió 11 años.
La presentación de su subgénero estaba cerca y todos podrían jurar que sería un alfa estupendo o incluso un beta perfecto. Pero... aveces las cosas no salen como uno las espera.

En esa tarde lluviosa, el pequeño rubio llegó a casa agitado.
Se encontraba jadeante no solo por haber corrido, su cuerpo se sentía totalmente extraño y el reciente rechazo de su mejor amigo no lo ayudaba a sentirse mejor.

"¿Qué demonios haces, mierdec-" su madre se congelo un segundo al verlo en ese estado "Katsuki, ¿Qué pasó cariño?" se acercó a paso rápido hasta que un aroma la hizo parar en seco.

Dulce. Por una mierda, su hijo desprendía un olor dulce.
No era el olor de la nitroglicerina en su piel, este era diferente, su pequeño olía dulce mezclado con el olor de su quirk.

Un poco tambaleante, se acercó despacio al pequeño y lo tomó en brazos antes de gritar a su esposo.

"¡Masaru! ¡Ven rápido!"

"¿Cariño? ¿Qué ocu-" el olor llego a sus fosas nasales, se quedó en shock un momento antes de acercarse y quitarle al pequeño de los brazos a su esposa "Tranquilo Kats, todo está bien" susurró bajo mientras frotaba la espalda de su pequeño y dejaba salir su esencia.

Los siguientes movimientos pasaron casi a cámara lenta para ambos adultos.
Compartieron una mirada y sin necesidad de palabras se pusieron en marcha.

Mientras la rubia tomó sus cosas saliendo en dirección a la farmacia más cercana, el hombre subió a la habitación de su hijo para darle un baño.
Se aseguró de hacerlo sentir seguro mientras lo duchaba y vestía, mientras el pequeño rubio seguía en shock y se sentía cada vez más adormilado.

"Pa~" la pequeña voz de su hijo lo sorprendió cuando regreso de su habitación con un montón de prendas impregnadas de su aroma y el de su esposa.

"¿Qué sucede cariño? Dile a papá que te duele" acomodo las prendas suavemente alrededor de su hijo creando un nido improvisado.

"Me siento extraño, ¿qué me pasa? Se siente como la mierda" el mayor no pudo evitar soltar una pequeña risa ante lo último.

Antes de poder contestar, la rubia mayor apareció en la habitación, con la respiración un tanto agitada se acercó a su hijo.

"Toma esto, mocoso" cuidadosamente hizo al rubio tomar dos pastillas "Esto te hará sentir mejor. Duerme un poco, cuando estés mejor hablaremos sobre lo que pasa."

Ambos adultos se quedaron en la habitación hasta que el menor se quedó dormido y su respiración volvió a un ritmo normal.

Bajaron a la sala de estar y en completo silencio se sentaron uno al lado del otro.
Todo estaba tan callado, la habitación se sentía pesada, hasta que los sollozos se hicieron presentes.

"Es mi culpa, dios, todo es mi culpa" el omega no pudo evitar soltar sollozos lastimeros que hicieron a su alfa sentirse inquieta "Sabes lo difícil que ha sido toda mi vida; lo difícil que fue la escuela, encontrar trabajo, lograr lo poco que tengo" sus manos cubrieron su rostro "Lo siento, lo siento tanto"

"Tranquilizate omega" la rubia utilizó su voz de mando para lograr que su esposo respirara con normalidad "Nada de esto es tu culpa, en lo absoluto, ninguno de nosotros sabía que las cosas sucederían así"

Ambos se abrazaron calmandose con sus aromas, dándose apoyo y consuelo silencioso.

"Lo único que nos queda es apoyarlo y ayudarlo para que supere todo lo que tendrá que pasar" la rubia beso la frente de su omega mientras sonreía tranquilizadora "Vamos a estar a su lado, para apoyarlo, y pobre de aquel que se atreva a enfrentarlo" sus palabras hicieron reír al castaño.

"Nos espera un largo camino pero él nos tiene a su lado" levantó su vista hacia la ventana mirando la lluvia caer "Solo espero que el destino se apiade del mundo, porque mi pequeño va a aplastarlos".

OMEGA AL QUE TEMER Donde viven las historias. Descúbrelo ahora