1.

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5 años.
Cinco años habían transcurrido desde que Katsuki Bakugou se había presentado como omega.
Un omega masculino, perteneciente al 0.001% de la población masculina.
Un jodido chiste si le preguntaban a él.

Desde el día de su presentación las cosas cambiaron drásticamente.
Aunque al inicio sus padres quisieron integrarlo a su vida normal después de explicarle que sucedía con su cuerpo, no fue posible.
Todos los niños, niñas y adultos a su alrededor lo miraban raro; con sorpresa, asco e incluso miedo. Lo cual solo causo una y mil inseguridades en el pequeño rubio, quien después de todo solo era un niño.

Ante ello, sus padres no tuvieron otra alternativa más que tomar medidas y así ayudarlo a cumplir su sueño.

Fue educado en casa por una maestra particular, una anciana beta que lo trataba como su igual, como amigos sin dejar el respeto de lado.
Ella era de las pocas personas que nunca subestimaron al rubio, y él podría tal vez (solo tal vez) considerarla importante, no sólo una extra más.

Su padre le enseñó todo aquello que debía aprender sobre ser un omega, su comportamiento y lo que los demás esperaban que fuera. Sin embargo, en ningún momento dijo que él debía hacerlo, solo relato como eran las cosas en su sociedad y dijo las palabras exactas que buscaba escuchar "No importa tu subgénero, tu eres Katsuki Bakugou, eres el próximo héroe número 1"

Su madre, fue más dura, más firme; estando dispuesta a enseñarle a defenderse de toda amenaza.
Lo entreno física y mentalmente, lo hizo fuerte ante los golpes y resistente ante las palabras.
Le hablo de como se comportaban y pensaban los alfas e incluso los betas, le dejo en claro de qué debía cuidarse. Y aunque para Katsuki todo podría parecer aburrido, tenía grabadas las palabras de su madre "Escucha mierdecilla, en esta vida encontrarás personas buenas y malas, algunas que parezcan y no lo sean. Tú serás responsable de lo que pase al involucrarte con ellas.
Pero, estoy segura de educarte lo suficientemente bien para que le patees el trasero a cualquier idiota que se interponga en tu camino. Después de todo, eres mi hijo"

Sus padres jamás lo subestimaron ni menospreciaron, lo educaron y cuidaron como debían. Y él agradecía infinitamente que le dieran una infancia feliz a pesar de todo, que lo apoyaran en su sueño y lo mimaran incluso cuando el se mostraba reacio.
Aunque esa era mierda que jamás saldría de su boca, sentimientos que se quedarían guardados. Estaba seguro que sus padres lo conocían lo suficiente para entender su lenguaje.

De los pocos momentos en los que se sentía nervioso, este era uno de ellos.
Mientras sudaba buscaba la manera de calmarse para evitar soltar alguna explosión, no quería romper los papeles antes de ver los resultados.

Había hecho su examen escrito de admisión a la U.A., la mejor escuela de héroes y donde había soñado toda su vida con estudiar.
Se las había arreglado para ocultar totalmente su olor durante el examen y ya que no era necesario decir su subgénero hasta ser aceptado, fue un punto a su favor.

"Abre el maldito sobre, niño" la voz de su madre lo trajo de vuelta a la realidad.

"Callate bruja, lo abriré cuando se me de la jodida gana" gruñó en respuesta.

"Mierdecilla, recuerda que aún puedo partirte la cara" estaba casi por levantarse cuando su esposo la detuvo.

"Detenganse ambos, es un momento importante" ambos rubios bajaron la cabeza levemente "Continua con los resultados Kats"

El rubio soltó un suspiro antes de abrir el sobre y leer su contenido.
Un saludo, palabras cordiales y mierda que a él no le importaba, así que se dirigió rápidamente a la palabra importante.

"Aceptado"
Cada letra vibraba dentro del chico mientras sus ojos se agrandaban y humedecian al mismo tiempo.

"¿Y~?" el casi grito de la rubia lo hizo levantar la mirada.

OMEGA AL QUE TEMER Donde viven las historias. Descúbrelo ahora