Capítulo 2: Caso de Mía

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— ¿Mía te falta mucho?—hoy que grito mi padre desde el cuarto esperándome para ver la película.

—Ya voy—respondí al momento caminando hacia el cuarto.

Desde que entre todo estaba oscuro solo una pequeña lámpara alumbraba con una luz amarilla
Acogedora. El cuarto de la casa era muy grande, con una cama para tres o cuatro personas, un televisor no tan moderno pero siempre nos adaptamos. No vi a mi padre por ningún lado.

— ¿Papá?—lo llame pero nadie respondió—Que raro—dije pensativa.

Alguien me agarro por atrás y me tapo la boca casi sin dejarme respirar. Me levantaron del suelo y comenzaron a caminar conmigo en sus brazos hasta la cama. Me tiraron hacia ella y caí boca abajo pero luego me vire para ver algo irreconocible.

— ¿Papá?—exprese con tono de asustada.

—Si gritas, lloras, se lo dices a alguien o sales corriendo, yo mismo te mato. —su tono de voz me asuste. Era fuerte, casi un grito disminuido por un susurro. Fue un regaño.- ¿Me oíste?-grito potente.

Asentí lentamente-Como tú digas papá.

—Hoy serás mía.-sus palabras me asustaron.

Papá

No lo puedo creer, por fin estamos solos y la puedo manipular. Estaba ahí delante de mí, con las piernas un poco abierta por cuando la tire encima de la cama. Su vestido se levantó un poco así que se le veían sus braguitas de un color rojo que me hizo palpitar.

Sin dudarlo me tire encima de ella como un animal y ella se asustó un poco. Subí completamente su vestido y pude ver su mirada sobre mí. La braga era corta dejando trozos de carne de su vagina por fuera. Estaba completamente afeitada, ni siquiera sabía que a su edad tenia vellos. Tome esas bragas cachondas y se las baje, ella casi grita pero me lleve un dedo a la boca asiéndole señal de que se callara sino ya sabía lo que iba a pasar.

Baje completamente sus bragas y tenerla así delante de mi expuesta era el cielo sobre mí. Su vagina era algo joven, nuevo y sin usar, era toda mía. Por sus piernitas abiertas se lo pude ver casi todo sin pensar lleve mi boca hasta ella.

Lamí cada centímetro sintiendo su sabor en mi cuerpo. Con mi legua  penetre un poco su vagina para sentir más sus fluidos. Eche saliva sobre su parte íntima y seguí en lo mío.

— ¿Papá que haces?—pregunto mía casi llorando.

—Lo que quiero. ¿No te gusta?—pregunte llevando toda mi atención a ella.

—No papá.

—Sino te gusta te voy a matar, ya te lo advertí Mía.

—Sí, si me gusta—volvió a responder y me sentí satisfecho.

Volví a su vagina y le eche más saliva. Mordí uno de los labios de su zona  y trate de penetrar más mi lengua. Con esa misma subí hasta su estómago y lamí un poco su ombligo. Seguí subiendo y dejando un poco de rastro hasta llegar a donde estaba todavía su vestido envuelto tapando sus pezones.

Me trepe a horcajadas sobre ella y saque todo el vestido de su cuerpo dejando por fin expuestos ante mí sus senos. Eran muy voluptuosos, con pezones rosados lo que más me llamo la atención es que estaban duritos, listos para mí.

Con mi mano apreté uno y un pequeño gemido salió de mi hija y el pene se me endureció como nunca en la vida. Fue un sonido angelical, pero casi imperceptible.

Volví a estrujarlo pasando mi dedo por su pezón y otro pequeño gemido salió.

—Así que este es tu punto débil. —susurre.

Diario de una violación +21Donde viven las historias. Descúbrelo ahora