¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
🌫️ Presagios en la niebla.
El trayecto hacia la casa de Tazuna transcurrió en una calma inquietante, demasiado silenciosa para el gusto de los jóvenes ninjas.
Esa aparente tranquilidad no era motivo de alivio, sino de preocupación. Todos compartían el mismo presentimiento: Gato no se quedaría de brazos cruzados tras la derrota de los Akuma no Kyōdai. Era probable que enviara a alguien aún más peligroso, más letal, para eliminar al constructor.
Y su misión, sin importar el rango que se les hubiese asignado, era protegerlo a toda costa.
---
Mientras tanto, en otro rincón del país...
──Tsk... ¿Y ahora qué harás? ¡Los temidos Akuma no Kyōdai han sido derrotados! ──exclamó, con voz temblorosa a pesar de su intento de parecer desafiante.
──Si no dejas de gritar como una niña, te mataré yo mismo ──respondió con una voz grave, cortante como una hoja afilada. El tono helado bastó para hacer retroceder al más bajo de los presentes──. Y en cuanto a tu pregunta... iré personalmente a encargarme de ese viejo constructor. Tal vez incluso me divierta un poco en el proceso ──añadió con una sonrisa torcida, cargada de malicia.
---
De regreso con el Equipo 7...
──Gracias por acompañarme hasta aquí. Ya casi llegamos ──dijo Tazuna con una sonrisa sincera, aliviado por la cercanía de su hogar.
──No agradezcas todavía, viejo. La misión no ha terminado ──respondió Naruko con tono relajado, girando un kunai entre sus dedos con aire distraído.
──Tiene razón, Tazuna-san. No hay lugar para el agradecimiento hasta que todo esté resuelto ──añadió Hinata, desactivando su Byakugan con un suspiro.
No había enemigos a la vista, pero esa misma ausencia la inquietaba.
El ambiente seguía siendo demasiado sereno... hasta que un crujido entre los arbustos rompió el silencio. Naruko reaccionó al instante, lanzando el kunai que tenía en mano mientras el resto del equipo se ponía en alerta.
De entre las hojas emergió un pequeño conejo blanco, temblando de miedo. El kunai se había clavado justo sobre su cabeza, a escasos centímetros de herirlo.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.