Capitulo 3

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Capitulo 3: Engin, Piril y Eda

Eda

Abro mis ojos lentamente, parpadeo para acostumbrarme a la luz, lo veo mi sonrisa se ensancha.

—Eda, está bien —pregunta Serkan.

—Si estoy bien —lo miro a sus hermosos ojos—. Me siento bien cuando estás cerca.

Me levanté de la silla, en la que estaba dormida, camino hacia él y me siento en la orilla de la mesa de reuniones. Justo frente a él, paso mis brazos atrás de su cuello, lo beso.

—Estas bien mi amor, estoy tan feliz.

—Señorita Eda, tengo algo que decirle.

—¿Señorita? —pregunto confundida—. ¿Por qué dices eso Serkan?.

—Mire, la situación es complicada.
—Yo no recuerdo algunas cosas, por el golpe que tuve en el accidente. —hace una pequeña pausa— Señorita Eda yo no recuerdo el último año de mi vida.

Me quedo en blanco, analizando sus palabras mi corazón duele. Las lágrimas me vuelven a salir de mis ojos, pero pienso en positivo, está aquí conmigo, con nuestro bebé, con Sirius. Podemos arreglarlo.

—Serkan, tranquilo yo entiendo, te ayudaré a recuperar tus recuerdos estaremos bien cariño.

Le abrazo y inhalo su olor, le extrañaba tanto. Dejó un beso en la esquina de su cuello.

—Tengo algo muy importante que decirte Serkan, esto te alegrará mucho...

—Estoy con Selin ahora —suelta.

Un dolor en mi corazón aparece, escuchar esas palabras me lastima muchísimo. Una reacción muy mala de mi parte, le doy una bofetada.

—PORQUE ME HACES ESTO —le grito con todo el dolor que siento.
—Ni siquiera, te diste la oportunidad de hablar conmigo de hablar de nuestro amor.

—Estábamos comprometidos, nos íbamos a casar Serkan lo platicamos todo.

—No lo recuerdo, no lo entiendes —contesto él con frialdad.

—Me va dar un infarto —penso en su hijo se toco su vientre, cuando le estaba dando la espalda a Serkan así que respiro profundo.

—Eda tiene que tranquilizarse —dijo el, intentando agarrar su brazo.

—Suéltame, no me toques.

Unas ganas de vomitar llegan y salgo de ahí y corro al baño.

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Serkan

—Suéltame, no me toques.

Fueron sus últimas palabras antes de salir corriendo de mi oficina.

El nudo en mi garganta se siente horrible, no importa no la recuerdo, no la necesito, las cosas que dijo Selin me hacen creer que lo que tuve con ella no era amor, era una estupidez y me dejé influenciar.

Engin entra a la oficina.

—Que diablos  dijiste.

—La verdad Engin, lo que siempre hago.

—Como te vas arrepentir después —dice, mirándome con pena.

—Engin, es eso una amenaza.

—No, yo nunca haría eso te quiero demasiado abicim —toca mi hombro—. Es una advertencia, para el futuro, voy a ver cómo está.

Engin me deja ahí con miles de preguntas, miro una fotografía me voy feliz con Eda tan cerca de mi.

Qué pasa con todos, de verdad ellos también fueron afectados por Eda.

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