Capítulo 5

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Eda Yildiz.

Un nuevo día,  un mejor comienzo, hoy no iré a la oficina  me quedare en casa el medico me recetó reposo por los dolores, demasiado estrés podría acabar con la vida de mi rayito de luz y no lo permitiré. 


—Eda  ¡El desayuno está listo! —se escucha el grito de mi tía, despertandome por completo. 

—¡Voy tía!.  —bajo de la habitación, tranquilamente, una mesa repleta de delicias de la «chef Ayfer Yildiz» es lo que se me viene a la cabeza, sonrió por el pensamiento. 

La tía se me acerca y me pide que me siente, que coma mucho y me da un beso en la frente reconfortante, tal vez piensa que estoy demasiado deprimida, pero no es así, no puedo permitir esos sentimientos en mí, ya no soy solo yo, ahora también es mi hijo, una responsabilidad de la que tengo que estar muy pendiente. 

—Tía no te preocupes, ya todo está bien —le brindo una sonrisa, tratando de tranquilizarla. 

—Eda, ¿Estás segura de que te sientes bien? 

—¿Por qué  no lo estaría? 

—No respondas con otra pregunta Eda —suspira y se soba las sienes—. Es porque me preocupas mi niña, sabes que quemaría el mundo por tí, quiero que seas feliz. 

—Créeme lo soy, te tengo a ti, a Ceren, Meló, Fifi que aunque este lejos me sigue cuidando, a mi hijo, ves tengo todo lo que necesito para ser feliz. 

—Pero... No a él ¿Cierto? —la pregunta cae como un balde de agua fría, que le quita por un instante la «felicidad» que supuestamente dice tener. 

—Eso ya no importa, si él me olvido, yo no tengo porque recordar —las palabras se sienten como un fuego que quema en lo más profundo, porque sabe que es una mentira, jamás podrá olvidarlo.

Su tía parece interpretar sus palabras y rápidamente cambia el tema, trata de pensar en algo que no le recuerde a su sobrina el hombre que ama, al padre del hijo de su sobrina, que no le recuerde a «Serkan Bolat»

—Dime, cariño, tienes planes para hoy, necesitas que te traiga algo de la floristería. 

—Los violetas, por favor, se contagiaron de un hongo y necesita que las cuíden. 

—Esta bien, pero se... 

La oración queda inconclusa, por el timbre de la puerta que tan sonorico con su sonido de ave las desconcentra de lo que estaban diciendo. 

—¡Voy! Denme un momento —Solo tomo un puñado de nueces y las como poco a poco, caminando en dirección a la puerta para abrirla.

Al abrir la puerta, con una sonrisa para recibir al invitado, queda desconcertada por ver quien es. 

—Buenos días Eda... 










ғɪɴᴀʟᴍᴇɴᴛᴇ ᴀᴄᴛᴜᴀʟɪᴄé, ᴇsᴘᴇʀᴏ ᴀᴄᴛᴜᴀʟɪᴢᴀʀ ᴍás ᴀ ᴍᴇɴᴜᴅᴏ, ᴇsᴘᴇʀᴏ ʏ  ɢᴜsᴛᴇ, ᴜɴ ᴘᴏᴄᴏ ᴄᴏʀᴛᴏ, ᴘᴇʀᴏ ʜɪᴄᴇ ʟᴏ ǫᴜᴇ ᴘᴜᴅᴇ. 😘



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