Prólogo

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Y aquí se encontraban de nuevo, sentados en la banca de esa parqué tan peculiar para ellos, ya era costumbre verlos ahí.

Las condiciones no eran las mejores ese día, el cielo se teñia de un color gris, corría viento un tanto frío, algo era seguro, ese día lloveria.

—Debemos volver ya, pronto lloverá —. Inquiri al ver que el chico le estaba restando importancia al mal clima.

Realmente me preocupaba que no estuviéramos caminado a casa, odio mojarme en la lluvia, hace qué te enfermes y la ropa se apesta.

—No pienso irme, acabamos de llegar —. Dijo el castaño con un tono tranquilo.

—Realmente debemos irnos, esta apunto de llover —. Y si, quería irme, esté día había sido muy pesado, mire al chico, que bajo su labio traía un pequeño corte, vestía de negro, traia una chaqueta, supuse por qué la traia, su padre lo había golpeado de nuevo, no era algo nuevo para nosotros vernos con golpes, pero odiaba que su padre lo tratará de tal forma, aunque el mío hiciera lo mismo.

—Vete tú si quieres, yo me quedo aquí —. Y a decir por su tono de  voz supuse que lo estaba irritando, pero el también lo estaba haciendo conmigo.

— ¿De verdad? Sabes no pienso quedarme y enfermarme por  tu culpa —. Lo mire algo fastidiada por su comportamiento, aveces sus cambios de humor me molestan, puede cambiar de opinión en un dos por tres.

—Nadie te detiene —. Soltó tajante, pero tenía razón, nadie me estaba deteniendo para irme, no lo quería dejar sólo, pero su actitud es muy fastidiosa, ya tenía mucho con lo que había pasado ese día para seguirlo soportando.

—No se ni porque vine contigo.

Tome la correa de mi mochila, la pase por uno de los hombros y emprendi camino hacía mi casa, tal vez no lo quería dejar, pero tenía un límite, y paciencia era lo que me faltaba.

A lo lejos pude escuchar a Kenai repitiendo mi nombre varias veces a mis espaldas para que me detuviera, sin embargo no accedí, ¿Acaso creía que lo soportaría todo el día con su actitud tan fastidiosa? Pero de cierta forma reí en mis adentros al saber que venía corriendo detrás de mi, y no le iba a dejar las cosas tan fáciles, así que empeze a caminar más rápido.

—¡Natasha! —. El chico me tomo del hombro haciendo que me detuviera y lo mirara, pude ver como hacía una pausa para recuperar el aire.

—¿Si? —. Estaba confundida, hace unos minutos dijo que no se levantaria del banco, y ahora se encontraba corriendo lejos de el, quién lo puede entender. Porque yo no.

—Te eh dicho que me esperes, no iremos a tu casa, vamos a un lugar mejor —. Una sonrisa se formó en su rostro, no cualquier sonrisa, esta era una juguetona, las que más me gustaban ver en el, por la forma en que sus ojos brillaban — ¿Me acompañas? —. Extendió su mano hacia mi, ¿Tenía otra opción? Lo dude unos segundos.

Y si, efectivamente no pude resistirme, esa manera en la que sonríe, siempre que pide para acompañarlo a algún lugar, o símplemente para pedir algo me deja ver esa sonrisa juguetona que tanto me gusta. Se veía tan tierno, por algunos segundos incluso podía olvidarme de todo, solo con verlo sonreír.

—Está bien, vamos —. Rendida tome su mano y empezamos a caminar.

No tenía nada más que hacer, mis padres volvieron a salir y no quería estar sola en casa. No me gustaba estar sola, la casa se sentía triste...

Sinceramente no sabía a dónde íbamos, pero que más da, iba con el que podía salir mal. Ignore el hecho de que lloveria pronto, supuse que iríamos a comer o a algún lugar con un techo.

No supe cuanto caminamos, hasta que el se detuvo por ende yo también lo hice.

—Llegamos — la voz del chico se hizo presente.

—¿Y esto es...?

—Nada especial, sólo un lugar en medio del bosque — se encogió de hombros restandole importancia como si aquello fuera lo más casual del mundo.

¿Qué? ¿Dijo un lugar en medio del bosque? ¿Esto debería ser una broma? ¿En qué estaba pensando? Miles de preguntas surgieron, pero sabía que el no las respondería, así que me dediqué a mirarlo con el seño fruncido.

—No me veas así —. Dijo el chico al sentir mi mirada —. Tu quisiste venir conmigo, además no pasará nada, sólo ven —. Tomo mi mano y nos adentramos en aquel bosque oscuro.

Ahora estábamos caminando en medio del bosqué sin dirección, o eso creí, yo solo seguía su paso y el... el  parecía no tener en claro o no recordar el caminó genial, solo falta que nos perdamos en medio de la nada.

Sin embargo; se detuvo serca de una cabaña, parecía tener mucho tiempo ahí, aunque no se veía tan descuidada.

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