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— No puedo hacerte la prueba si estas en este estado

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— No puedo hacerte la prueba si estas en este estado. — pronunció Taehyung, analizando por completo la piel de Yoongi.

La única tarea que tenía en ese campo de concentración era el servir como una rata de laboratorio, temía ser desechado ahora que se encontraba lleno de moretones. Algunas cortadas en su rostro seguían sangrando, otras parecían apenas querer sanar. Un simple lavado con agua fría no las había curado en lo absoluto.

Los supresores que había tomado en la mañana le estaban haciendo pasar un mal momento, su efecto duró menos de lo esperado y era Taehyung quien llevaba una máscara que evitaba inhalar el aroma dulce pero "sucio" desprendido por el menor.

— Si mi padre llega un segundo más tarde, estarías realmente muerto. — habló de nuevo.

Min asintió, recordando lo sucedido hace un par de minutos.

Seguía llorando e implorando que lo dejaran en paz, no quería usar la fuerza porque sabía bien que le resultaría peor. Sin embargo, nadie parecía querer escucharlo. El brillo en sus ojos se apagaba de a poco, en busca de ese alfa que lo protegiera, que lo salvara de aquellos crueles hombres. ¿Dónde se escondía?

— ¿El presidente SeokJin es su padre? — preguntó cabizbajo.

— ¿Sueles preguntar cosas absurdas o sólo lo haces para dejar morir el silencio?

— Ambas. — contestó apenado.

— El presidente Park SeokJin es mi padre, — afirmó orgulloso. — Sólo nos tiene a mí y al general Jimin. Confía en nosotros plenamente y no debe dudar que seremos quienes le den el futuro que el desea.

— ¿En verdad van a matar a todos los hombre omega? — otra pregunta absurda.

— No son tantos como parece. Este proyecto lleva apenas tres meses y solamente hemos aniquilado cincuenta. —respondió sin vergüenza alguna, claramente sin importarle la vida de aquellos. — Queremos apurarnos en este proceso, la detección debe ser rápida. Los niños omega no deben alcanzar la mayoría de edad o todo esto será una pérdida de tiempo.

Escuchar aquello ocasionó un golpe en su corazón. Esos despiadados alfa no les interesaba si su masacre involucraba pequeños, ellos querían acabar con todo de un sólo golpe.

Cuando el mayor se dio la vuelta, Yoongi lo miró con desprecio. Sus ojos se llenaron de rabia, su aroma se lo hizo saber de inmediato al doctor que preparaba su dosis.

— No eres el primero en llegar a mi consultorio con ese sentimiento, no evitarás que nuestro plan se lleve a cabo.

— No importa, —insiste— ustedes me dan asco. Y si me van a matar, deben saber que ustedes son la verdadera escoria en la sociedad. La jerarquía se la han inventado ustedes, quienes merecen morir son los alfa idiotas.

Yoongi de vez en cuando demostraba valentía y no sabía de donde provenía aquello. Estar encerrado en aquel lugar le provocaba sentimientos mixtos. Tenía miedo de morir pero también deseaba ser un desobediente omega, que llegaría a la tumba con el orgullo de no dejarse manipular por alfas sin corazón. Sin embargo, ese sexto sentido le obligaba a ser sumiso. A dejar que hicieran con él un festín y no pronunciar queja alguna.

Para bien o para mal, seguía siendo un omega criado por decenas de omegas más quienes le inculcaron el valor de obedecer.

— ¿Tú atacaste a mi hermano? ¿Por tu culpa es que está retorciéndose de dolor en su oficina y es por la misma razón que se niega a hablar con mi padre? —su ceja izquierda se arquea cuando sus pies avanzan hacia él — ¿Qué le hiciste, sucio bastardo? — otra pregunta cuando le inyecta la primera dosis de su nuevo experimento.

Yoongi no tarda en pegar un grito adolorido. Un chillido que aturde los oídos de los presentes y rompe algunos cristales. Algo dentro de él parecía llamar a alguien, él mismo que hace un par de minutos lo hacía cuando se encontraba débil en la habitación.

El dolor no cesaba, se retorcía en el mismo asiento en el que estaba atado. Con nula posibilidad de salir corriendo en busca de ayuda. Todo dentro de él quemaba, la sustancia que se adentraba por sus venas era el mismo ácido. Una marca en forma de telaraña se hizo presente en su pecho, iniciando un diámetro de cuatro centímetro hasta terminar en uno de siete.

— ¡Deja de hacer eso! — Taehyung se siente aturdido. — No hay ningún alfa para ti aquí.

— No sé qué está pasando. — contesta con desesperación, sus ojos desprenden lágrimas que recorren sus marchitadas mejillas. — Algo dentro de mi parece estar muriendo, duele tanto.

— Es tu lobo, está haciendo el grito omega. — alza su voz, se siente atontado cuando sus oídos no dejan de sentir un silbido que lo aturde cada vez más. — La dosis que te he dado sirve para matarlo lentamente, debe estar pidiendo ayuda pero está solo. No hay nadie quien venga a rescatarlo.

Yoongi se queda en silencio. El dolor fue desapareciendo tras los segundos transcurridos, los gritos dejaron de sonar y las lágrimas se habían secado.

No ha venido nadie.

Nadie nos rescató.

Llama a su lobo inferior, sintiéndose mal por no poder hacer nada al respecto.

Entonces cae en un profundo sueño. Uno donde el dolor desaparece y en cambio se encuentra en un lindo jardín lleno de flores. Camina descalzo, sintiendo la naturaleza chocar contra su piel. A su paso, arranca un par de flores y las lleva por detrás de su oreja hasta formar una especie de corona.

Se detiene cuando ve un quiosco, allí está una versión de él incluso más linda y delicada. Su piel luce más dañada que la de él y se pregunta si se trata de un espejo.

¿Lobo? — sabe bien de que se trata y llora al instante.

Nunca antes lo había visto, pocas veces lo habría escuchado. Simplemente creía que se trataba de una voz inferior y tonta que le prohibía disfrutar de cosas que plenamente le gustaban. Se sentía apenado de mostrarse así ante él, no había podido ayudarlo incluso con su grito omega.

Tu alfa está aquí, ya sé quién es.

Yoongi se inquieta cuando aquellas palabras llegan a sus oídos.

¿Quién es? — pregunta con apuro y con cierta emoción.

Debes prometerme que lo traerás conmigo antes de que muera, es por ello que te he llamado. — aquel que parece sacado del olimpo se muestra serio, necesitado al mismo tiempo.

Sólo espero no sea una tarea difícil. — termina con un largo suspiro que pone en evidencia su nerviosismo.

Park Jimin, él es mi predestinado.

Dicho entonces, todo frente a él desaparece. Su lobo se va, la corona de flores que llevaba en su cabeza no está más y cuando abre sus ojos, ve dos orbitales color caramelo que lo ven con preocupación. Cubiertos por rizos de hebras negras y pestañas finas. Aquellos que parecían también sufrir.

Park Jimin estaba frente a él. Su predestinado estaba justo delante suyo y aunque no le alcanzó el tiempo para prometérselo a su lobo, él lograría que ese frío general cayera ante sus pies.

 Su predestinado estaba justo delante suyo y aunque no le alcanzó el tiempo para prometérselo a su lobo, él lograría que ese frío general cayera ante sus pies

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Ámame, después mátame :: JimSu ˳⸙;;Donde viven las historias. Descúbrelo ahora