Todo ayuda a bien.

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Inseguridad. Ajá, la inseguridad. Esa palabra que está por todos lados. Corre por los medios de comunicación a la velocidad de la luz. Esa triste realidad por la cual muchos no salen luego de determinada hora, o mantienen a los padres corriendo de un lado a otro para buscar, llevar y traer, a sus hijos a dondequiera que deban ir, por miedo.

Problemas. Ajá, los problemas. Esas situaciones que te provocan insomnio. No podés dormir, no podés concentrarte, no podés manejarte en tu vida diaria con naturalidad y entusiasmo, ya que su sola existencia causa un efecto que saca toda la paz que tenés.  

Pérdidas. Ajá, las pérdidas. Esos horribles momentos que dejan un vacío en tu vida, llevándose a las personas que más querés, o tal vez no tanto, pero si eran apreciadas por vos. Te provocan llanto, dolor, indignación. Hasta a veces parecería injusto que algunas personas sean "quitadas" de tu vida de esa manera, "siendo ellas tan buenas". 

Estas palabras que son situaciones y realidades se agrupan en una sóla palabra, que las define a las tres y las relaciona entre sí: mal. 

Son situaciones que, según vos, están "mal". No tienen un lugar en tu vida o no tendrían que tenerlo. Quisieras que desaparezcan, que se esfumen, y que no dejen rastro de dolor ni molestia en vos. Quisieras extinguirlas. Te da impotencia, te provoca sufrimiento, te molesta... Te enoja. 

Sí, te enoja, porque vos pensás: ¿cómo puede ser que me pase esto?

Si sos cristiano, por ejemplo, es probable que te enoje mucho más (aunque tendría que hacerlo menos, al ya conocer a Dios). Al tener más claro el evangelio, y más claras las promesas que Dios te tiene guardadas, te da más bronca. Más frustración. Ahí salen preguntas, que se transforman en dudas, y que hay que cuidar que no terminen en apartamiento. 

Las típicas preguntas son:

-si Dios me ama, ¿cómo puede ser que me haga pasar por esto?
-todo lo que Él prometió, esa supuesta felicidad no importa qué, el gozo, ¿es real?
-si Él tiene control de todo, ¡¿por qué dejó que me pase esto?! 

Hay más preguntas, pero estas son unas de las más comúnes (si se te ocurren más, podés mandármelas por mensaje privado y, en lo posible, serán respondidas con fundamento siempre bíblico).

Estas preguntas son completamente normales. Estamos enojados. Obviamente, eso no quiere decir que estén bien, pero son normales. No tenés ningún síntoma raro si alguna vez las pensaste.  
La frustración nos toma por sorpresa, nos agarra, nos hace pensar y pensar en cosas que no tendríamos que pensar. 

Alguna vez te pusiste a pensar, ¿qué pasaría si las cosas que se tienen que esfumar no son nuestros problemas o las situaciones, sino las dudas y preguntas negativas? 

Dios no nos promete una vida sin problemas, nos ofrece su mano poderosa para poder contra todos ellos. Nos promete su amor, su cariño. Nos promete ser un refugio en momentos de angustia, ser tu protección. 

"En cuanto a mí, te cantaré por la mañana; anunciaré a voz en cuello tu amor y tu poder. Pues Tú has sido mi protección, mi refugio en momentos de angustia." Salmos 59:16.

Quiero que sepas que todo este enojo que tenés es una tentación del enemigo de Dios, el diablo. Él no puede apartarte de Cristo, Él no puede deshacer que seas un hijo de Dios. Pero lo que sí puede hacer es tratar de destruirte. Él quiere destruir la obra de Dios, y vos sos obra de la mano de Dios. Y no dudes que Él trata. Trata todo el tiempo. Por medio de tentaciones, quiere hacerte caer. 

Pero, no importa qué, Dios siempre va a terminar triunfante. Y, si vos estás de su lado, estás en el lado ganador. Así que no dudes que Dios te da el poder para vencer al diablo y a sus tentaciones, porque vos no tenés la fuerza para vencerlo sólo, Dios te da el poder y la fuerza por medio de Jesús, nuestro salvador. Te da el poder de su cruz. 

La llave de la felicidad.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora