𝗥𝗘𝗖𝗨𝗘𝗥𝗗𝗢: 𝟱.𝟭

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ardores de amor incomparables

Durante un día lluvioso, aquella tarde a las cinco en punto, ambos volvieron a presentarse en el espantoso despacho de Umbridge

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Durante un día lluvioso, aquella tarde a las cinco en punto, ambos volvieron a presentarse en el espantoso despacho de Umbridge. Grande fue sorpresa de la profesora cuando notó la piel casi cicatrizada de Cordelia; sus labios rojos como sangre se encorvaron en una sonrisa.

Tomó asiento ocupándose de sus propios asuntos, tomando la pluma y comenzando a escribir oraciones sin sentido que hablaban con verdad. Su dorso se enrojeció aunque ninguna gota de sangre brotó gracias a las pociones que protegían su piel.  Umbridge estaba tan furiosa que decidió contraatacar.

— ¿Y cómo está su padre, señorita Lockhart? —inquirió con malicia.

— Viajando por ahí. —respondió sin sumergirse en la trampa—. Seguro escribirá buenos libros; redactará una nueva colección centrada en misterios. Sabe usted que un escritor toma muy en serio cualquier detalle hasta plasmarlo bien en pergamino. 

Harry recordó entonces lo acontecido años atrás, pero no abrió la boca, pues conocía muy poco acerca de la condición actual de Gilderoy. Desconocía si recuperó recuerdos. Mientras tanto, Cordelia sonreía inocentemente admirando su piel enrojecerse.

Por supuesto que la conversación no murió ahí.

— Recuerdo muy poco sobre el matrimonio de sus padres. —Umbridge tanteó terreno esperando captar su atención—. Isabella Rowle fue una bruja que cometió muchos errores durante su breve estancia en el Ministerio. Apenas recuerdo cómo se equivocaba todo el tiempo por estar pensando en tonterías.

— Tenía una manera bastante curiosa de ver las cosas; perspectivas asombrosas, diría yo. El Ministerio nunca ha sido buena enseñanza para el mundo mágico. 

Umbridge puso los ojos saltones.

— Murió dando luz a usted, ¿no es así? Pobre niña que acabó muerta por equivocaciones tan incorregibles. —sonrió con falsa amabilidad—. Claro que su mayor error fue usted, señorita Lockhart. 

Haciendo cuentas sus padres la tuvieron cuando tenían diecisiete años. Isabella pocas veces frecuentó el Ministerio solicitando un trabajo dispuesta a apartarse de su familia. Era totalmente imposible que Dolores Umbridge la hubiese conocido; ahí comprendió que mentía.

— Los pecados de mis padres me interesan bastante poco. —respondió sin ganas—. Pero me parece encantador que conozca tanto sobre mi vida personal. Es usted una persona bastante comprensiva con quienes le interesan, ¿no es así?

Unas horas después se hizo de noche. Podía notar que a Harry le dolía muchísimo la mano, aunque definitivamente no le daría una poción para eso. Entonces una deleitada Umbridge esbozó una sonrisa pidiéndoles que extendieran sus manos.

— Vamos a ver si ya se ha captado el mensaje. —propuso la profesora Umbridge con una intranquila y poco melodiosa voz.

Mientras que Potter sangraba sin control alguno, mordiéndose las mejillas interiores para impedir muecas dolorosas; Cordelia tan solo poseía enrojecido el dorso. A la profesora definitivamente no le agradó eso, pues frunció el entrecejo.

Memorias de Lockhart y SnapeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora