𝗥𝗘𝗖𝗨𝗘𝗥𝗗𝗢: 𝟲

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¿qué hacer cuando todo está perdido?

Luego del desagradable acontecimiento de la maldición, decidieron pasar su primer verano juntos en la casa de infancia de Snape, donde reducidas personas habían permanecido antes

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Luego del desagradable acontecimiento de la maldición, decidieron pasar su primer verano juntos en la casa de infancia de Snape, donde reducidas personas habían permanecido antes. Aunque la decoración no era preciosa o elegante como una mansión, Lockhart disfrutó la sensación de calor hogareño después de casi haberla olvidado. 

— Dormirás en la recámara adjunta a mi habitación. —le dijo Snape con tranquilidad—. Te prohíbo husmear los baúles bajo la cama; están protegidos por encantamientos que otorgarán dolorosas maldiciones a cualquiera que intente abrirlos. 

Cordelia no preguntó nada. Primero, porque no era de su incumbencia. Segundo, no quería hacerlo enojar habiendo transcurrido minutos de su llegada. Se echó los escarlatas cabellos hacia atrás dirigiéndose tranquilamente a su equipaje, acomodándolo en un armario vacío perteneciente a la habitación. Tardó horas desempacando. 

— ¿Quieres cerveza de mantequilla? —inquirió

Marcaban las siete de la noche, ambos se hallaban en la sala de estar ocupándose de sus propios asuntos. Snape ojeaba una vieja revista sobre pociones y Lockhart pintaba sus uñas delicadamente con esmalte azabache. El profesor la miró con delicadeza.

— Puedes tomarla. —Snape respondió arrastrando las palabras y regresando su atención a la revista—. Asegúrate de no excederte con esa bebida.

— ¿La cerveza de mantequilla embriaga?

Permanecía sentada sobre la alfombra esmeralda junto a la chimenea, admirándolo con ojos brillantes, luego humedeció sus labios. Severus miró por breves instantes a la muchacha; usaba un encantador camisón blanquecino que contrarrestaba su cabello pelirrojo. 

— No me sorprendería que te embriagara. —contestó con fastidio—. Bébelo bajo tu propio riesgo, pero no te atrevas a importunarme la noche. Tengo bastantes cosas que pensar considerando que te he traído por tus caprichos. 

— Pero bien que has cumplido mis caprichos.

— Lockhart, cállate.

Había algo que él no comprendía. Cordelia bien podría catalogarse como indiferente, una persona ignorante sobre asuntos que poco le importaban, o sabía expresar todas sus emociones en gestos faciales y corporales. En lugar de arremeter empleando comentarios sarcásticos, simplemente esbozó una sonrisita pícara ladeando la cabeza. 

Volvió a humedecer sus escarlatas labios, luego de incorporó para avanzar a la cocina y finalmente buscar la bebida. Sin importarle demasiado su futura reacción depositó dos vasos colmados de cerveza sobre la mesa, después cogió uno y se lo bebió en tres cortos tragos. Aquello ocasionó que Snape le mirase impaciente. 

Memorias de Lockhart y SnapeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora