𝗥𝗘𝗖𝗨𝗘𝗥𝗗𝗢: 𝟰.𝟮

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desafiar incluso tus temores

Snape nunca había estado tan confundido

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Snape nunca había estado tan confundido. Tenía ante su presencia dos adolescentes hormonales colmándole la paciencia, pero no precisamente por estar haciendo cosas indecorosas, sino porque estaban demasiado cerca. No estaba confundido. La verdad se hallaba molesto de que Malfoy se atreviera a tocar a Lockhart.

Todo estaba yéndose al desastre seguro. Cordelia tomaba aire pretendiendo recuperarse de la amarga sensación de haber sido descubierta. Poseía sobre sus hombros la chaqueta; sus escarlatas cabellos cubiertos por nieve y humedecía con nerviosismo aquellos bonitos labios posiblemente fríos como témpanos. 

— Restaré diez puntos a cada uno por como sigan aquí. —dijo.

— Está permitido pasear por los terrenos —alegó Malfoy— según tengo entendido. Usted no restará puntos a su propia casa por habernos encontrado besándonos. Mis manos estaban situadas respetuosamente en un sitio para nada sexual. 

— Dudo que al profesor le interese saber dónde estaban tus manos. —comentó la muchacha con evidente malicia—. ¿Restará puntos a su propia casa por este inconveniente?

Snape tenía el mentón apretado acompañado de una expresión asesina. Ahora que lo tenía tan próxima pudo detallarlo mucho mejor. No llevaba capa esa noche, sino un traje azul marino amoldándose perfectamente a su figura musculosa. Con la nieve cayendo sobre sus hombros aparentaba ser alguien más disfrutando del baile.

— Olvídelo. Cordelia y yo podremos continuar esto en otro lado. 

— No voy a repetirlo de nuevo. Lárguense.

Cordelia estaba roja de vergüenza, así que abandonó el patio siendo perseguida por Draco, quien todavía tenía en mente hacer una que otra cosa en su compañía. Teniendo catorce años estaban plenamente conscientes de hasta dónde llegar. La respiración agitada de ella aproximándose a las mazmorras confirmó muchas cosas. 

¿Hasta qué punto quería llegar aquella noche? Pensó en posibles consecuencias futuras mientras apasionadamente besaba los labios ajenos. El encantador toque en su cuerpo debió haber sido suficiente para decidir en ese momento. No obstante, prefirió dedicarse a bruscos besos muy distintos a los que imaginó durante su primera vez.

— Quiero esto. Pero soy un caballero. —Draco rompió esa sensación—. No voy a tocarte cuando posiblemente no desees lo mismo esta noche.

— El mismísimo príncipe plateado está pidiéndome permiso.

— Tengo respeto hacia mi propia vida. —sus fríos dedos acariciaron sus mejillas con delicadeza, estremeciéndola con esa profunda mirada—. Podría hacerte tantas cosas...

Draco se inclinó para besar su cuello descubierto. Estaban ocultos en las tantas sombras pertenecientes a las mazmorras, así que nadie los encontraría ahí, mucho menos estando los estudiantes ocupándose de sus propios asuntos. Cordelia solo podía imaginarse qué cosas maravillosas podría sentir entregándose al príncipe. 

Memorias de Lockhart y SnapeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora