Día 4: Zorro de nueve colas
Seducción/Encanto/Veneno/Belleza
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Hacía meses que nadie sabía algo de él.
Shen Qingqiu, conocido maestro de la universidad Cang Qiong, había desaparecido en el aire mismo después de que su acusación se hiciese pública.
El maestro de literatura y segundo cultivador al mando de la Secta con el mismo nombre, fue acusado por su ex prometida de asesinato, además de que varios chicos dijeron haber sido 'abusados' durante sus años escolares por el cruel maestro; el hombre tenía suficientes acusaciones como para ser sentenciado a algo más que la expulsión de sus cargos y la destrucción de su cultivación.
El plan inicial había sido llevarlo frente a la justicia mortal, condenarlo por fuera de los parámetros de los cultivadores y sentenciarle a una vida en la prisión de los mortales; pero, de alguna forma, el cultivador desapareció de la celda en la que le había resguardado, sin dejar rastro a investigar o pista que seguir.
Nadie estaba feliz con eso, es claro que todo el mundo quería que un acusado de tales cosas fuese juzgado y castigado correctamente, pero había alguien especialmente infeliz por la desaparición de Shen Qingqiu.
Luo Binghe había planeado por tanto tiempo el tener a su maestro encerrado, a merced de sus garras y bajo la posibilidad de esclavizarlo para su propio beneficio, por su propia venganza ¿Ahora tenía las manos vacías? ¿Y nada de información?
¿Cómo alguien, con el rostro que su laoshi poseía, desaparecía sin dejar rastro o testigo al que recurrir? Era casi una broma de mal gusto, el demonio ni siquiera conseguía reírse de ello.
La búsqueda de Shen Qingqiu fue infructífera por dos años, los esfuerzos de las Sectas de cultivo fueron apagados por los de la fuerza policial, ninguno de los bandos estaba feliz de tener que ir tras un fugitivo en común y, finalmente, toda la investigación se apagó por la mera enemistad que aún existía entre los humanos y los cultivadores inmortales.
Luo Binghe habría hecho algo al respecto, pero creyó quitarlos del camino podría haber sido beneficioso, al menos hasta que se dio con que aquello de nada servía, y quedó en la misma posición que todos los demás.
Sin respuestas, sin pistas, con un hambre insaciable arañándole las entrañas y quitándole el sueño.
Un maldito hombre con el cabello oscuro como la tinta y los ojos verdes como una esmeralda ¿cómo podría alguien ignorar la presencia de alguien así? ¿Cómo podía simplemente desaparecer en el aire y escapar de entre los dedos de Luo Binghe?
Nadie sabía nada, nadie respondía lo que quería saber, nada le llevaba detrás del hombre que tanto le había molestado en sus años de estudiante.
Shen Qingqiu no tenía carrera, no tenía cultivación, no tenía título ni tierras, no existía lugar en la tierra en el que se pudiese esconder, no sin que alguien le vendiese por el par de millones que Luo Binghe ofrecía por cualquier tipo de indicio.
Pero, se había ido.
Se esfumó en el aire y solo dejó un vacío en el vientre del demonio, un anhelo que no le permitía dormir y que con ninguna mujer conseguía llenar.
Como si esos ojos fuesen agua en el desierto, como si los labios finos fuesen ambrosía de vida, como si esos dedos finos arañándole la espalda fuese la respuesta a todos sus males. Ya ni en sus sueños era libre, ya no podía dormir sin pensar en el hombre que le había destruido, en aquel que siempre le reprobaría y no daría explicación, en ese ser que no lo felicitaría, ni aunque su vida dependiese de ello y por quien casi es expulsado.