Capítulo 3

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A la mañana siguiente, la bruja Escarlata estaba poniendo en práctica los hechizos del libro en su casa. No eran muy notables, pero, leves destellos rojos se podían discernir desde el jardín de la vivienda.
Katelyn esperaba a su madre delante de la puerta de la valla que rodeaba toda la casa, al parecer, ambas habían quedado ahí a esa hora, pero la madre de Katelyn estaba tardando. Inquieta no podía para de mover el pie derecho mientras que cruzaba sus brazos y miraba a todas partes con tono agobiado.
Cuando la bruja Escarlata hizo uno de los hechizos que estaban escritos en el libro, desgraciadamente, ella hizo algo mal que provocó una pequeña explosión dentro de la casa, cosa que Katelyn, aunque estaba en el exterior, pudo escuchar un fuerte sonido, y pudo ver un destello rojo.
Katelyn, sin pensarlo, abrió la puerta y entró al jardín de la vivienda, mientras que Wanda reparaba todos los daños que había provocado dentro. Katelyn abrió la puerta de la entrada, y entró al interior de la casa donde Wanda rápidamente escondió el libro de Agnes debajo de un cojín para que Katelyn no lo descubriera.

– ¡Wanda!– exclamó la joven bruja.

Wanda había dejado de utilizar sus poderes y se tiró al suelo para recoger varios libros que se le habían caído.
Wanda levantó la cabeza:

– ¿Katelyn?– hubo una pequeña pausa– ¿Cómo has abierto la puerta?– miró asombrada la puerta abierta.

Katelyn miró la puerta abierta algo nerviosa y luego se centró en lo que había pasado. Se acercó a Wanda y se agachó para ayudar a Wanda a levantarse.

– ¿Qué ha pasado? ¡He visto una luz roja salir de su casa, a parte de la explosión que se ha escuchado!– Katelyn cogió la mano de Wanda para levantarla.

– Nada, sólo que el secador ha soltado una descarga– dijo Wanda mientras hacía aparecer detrás de la adolescente un secador chamuscado.

– ¿Secador?– preguntó Katelyn.

Wanda señaló con la mirada el secador que hizo aparecer, y Katelyn se volvió para mirar qué era lo que ella señalaba.

De repente, apareció en la puerta la madre de Katelyn:

– ¡Katelyn!

Wanda miró a la mujer que se había apoyado en el marco de la puerta.

– Tu madre ¿verdad?– le preguntó Wanda a Katelyn.

Katelyn asintió con la cabeza mientras se acercaba con paso rápido a la mujer.

– ¿Qué ha pasado?– le susurró la madre a Katelyn.

– ¡Nada, nada! Un accidente– respondió Katelyn levantando la voz–. Creo que es mejor que te vayas a preparar la comida, yo ayudo a la nueva vecina.

– ¿Por qué no invitamos a la nueva vecina a comer con nosotras?– preguntó la madre de Katelyn mientras asomaba la cabeza para mirar a Wanda.

A Wanda le había dado mucho corte en ese momento para negarse a aquella petición, por lo que ella sonrió y aceptó a la invitación.

– Bien, yo ayudaré a la nueva vecina a recoger todo, tú mientras lo preparas todo– dijo Katelyn mirando fijamente a su madre.

– Vale– dijo su madre.

La mujer desapareció de la puerta rápidamente, pues se dirigió a su casa corriendo, y mientras, Katelyn se quedó con Wanda recogiendo varios papeles y libros que se habían quedado esparcidos por toda la habitación.

– ¡Madre mía! ¿Pero qué es lo que ha pasado?– preguntó Katelyn cuando se agachó junto a la bruja Escarlata.

– Ha estallado el secador– explicó Wanda.

– ¿Así sin más?– preguntó Katelyn enarcando una ceja.

– Bueno, es que ese secador tiene muchos años, por lo que es normal que deje de funcionar un día– se explicó Wanda.

– Sí, cierto– dijo Katelyn con una sonrisa.

Cuando los recogieron todo, Katelyn observó encima de una mesita, un marco de fotos con un hombre de cara roja y una extraña piedra amarilla en la frente. Katelyn se extrañó, ¿qué era aquel hombre? Katelyn se acercó y tomó el marco de fotos.

– Wanda, ¿quién es?

Wanda, al ver qué tenía Katelyn en la mano, corrió hasta ella y le quitó descaradamente de las manos el marco, lo dejó sobre la mesita y contestó:

– Es mejor que no hablemos de él.

Wanda presionó a Katelyn para que saliera de la casa con varios gestos. Aunque la bruja Escarlata no pudo evitar la sospecha que tenía Katelyn en mente, se preguntaba por el accidente que había tenido, sabía que no había sido un simple aparato electrónico.

Al llegar a la casa de Katelyn, la madre de Katelyn esperaba a su hija y a la invitada con entusiasmo. Todo estaba preparado, la mesa ya estaba puesta, y sobre los platos ya estaba la comida servida. Cuando Wanda vio la mesa en la que iba a comer, se sorprendió al ver todo tan bien preparado:

– ¡Vaya! ¡Sí que has sido rápida!– exclamó con una sonrisa mientras arrastraba la silla en la que se iba a sentar hacia ella.

Wanda y Katelyn se sentaron, y la siguiente en sentarse fue la madre de la adolescente, que sonreía para dar una buena vibración a la invitada. Traía en su mano derecha un plato lleno de langostinos, y en la otra mano, tenía un plato con nachos mexicanos y un pequeño tarro de guacamole.

– Todo huele de maravilla– comentó Wanda con una sonrisa mientras miraba a la cocinera.

La madre de Katelyn dejó los platos, bendicieron la mesa con una pocas palabras, y a continuación empezaron a comer.

– Bueno....– dijo la madre de Katelyn mientras removía la sopa de pollo con la cuchara sopera.–. ¿Qué te ha traído hasta este humilde pueblo? No solemos tener ninguna visita a menudo.

– Necesitaba un lugar alejado de las ciudades– respondió Wanda–. No sabéis el estrés que hay allí– dijo con una sonrisa.

Katelyn y su madre se miraron mutuamente y luego miraron a Wanda con una sonrisa.

– Y encontré éste pueblo, y decidí mudarme aquí.

– Entiendo– dijo la madre de Katelyn con una sonrisa y una mirada de consideración. – ¡Por cierto! Se me olvidó presentarme. Me llamo Alison– le dió la mano a la bruja Escarlata.

– Wanda– respondió la bruja mientras le daba la mano a la madre de Katelyn.

Minutos después de la presentación, cuando ya iban por el segundo plato, Alison miró espectante a la visitante y le preguntó:

– ¿Y usted está casada?

– No– respondió Wanda con aire lastimoso.

– Lo dices muy triste, le sucedió algo ¿verdad?

Wanda, miraba su sopa, pero cuando Alison le preguntó aquello, sus ojos húmedos miraron a la vecina que la miraba con atención y seriedad.

– No he conocido a nadie de momento– sollozó Wanda.

Katelyn y Alison se miraron de nuevo.
Wanda se levantó al terminar la sopa y dijo:

– Me voy, tengo prisa.

– ¿Prisa? ¡Pero si aún no has tomado el postre!– exclamó Alison mientras se levantaba.

– No hace falta.

– ¿Estás segura?

– Sí, sí– respondió Wanda mientras se marchaba rápidamente.

– ¿Quieres galletas o café?– preguntó Alison intentando retener a la invitada.

– ¡No gracias!– exclamó Wanda mientras se marchaba, abrió la puerta y se fue corriendo.

Al llegar a su casa, Wanda, apresurada cerró la puerta con fuerza y se dirigió al sofá donde escondió el libro de magia, que la esperaba tal y como se había dejado. Wanda suspiró de alivio y estrechó el libro en su pecho mientras contaba hasta diez para calmar la angustia que le había provocado recordar a Visión.

The Scarlett WitcherDonde viven las historias. Descúbrelo ahora