Capítulo 3

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Caía el atardecer cuando los chicos comenzaron a irse del sitio, no tenían pensado separarse pues, de hecho, jamás lo hacían. Renjun solía acompañar a Jaemin hasta su apartamento, para después pedir un taxi e irse. Ésa tarde no estaba planeado cambiar la rutina, pero, las cosas no podían ser tan convenientes.

En algún momento se debía interrumpir su ciclo, cosa que no previeron.

- ¿Nos vamos? - dijo a manera de sugerencia guardando su celular en la mochila que aportaba.

- Claro, ya es algo tarde. -  ambos se pusieron de pie. A los pocos segundos, el teléfono del castaño comenzó a sonar desde su bolsillo - Ah...Espera.

Tardó un par de minutos en colgar, y por las frases y expresiones que emitía, Jaemin supo que no era algo bueno para él. Guardó el aparato con evidente cansancio y le dirigió una mirada arrepentida a su amigo.

- Lo siento Minnie, sabes que siempre te acompaño a casa, pero...Mamá me quiere allá lo antes posible. - suspiró pesado - Suena urgente.

- Ah...No importa...Ve con ella. - mostró la mejor sonrisa que pudo, al tiempo en que sentía una punzada en el pecho - Se molestará si tardas.

- ¿Seguro que estarás bien? - lo miró con preocupación.

- Sí, sólo son un par de cuadras - se encogió de hombros viendo de reojo la calle ya bastante solitaria - No creo que nada pase.

- De acuerdo...Llámame cuando éstes en tu apartamento. - se abrazaron cortamente - Prométeme que me avisarás.

- Lo haré, no te preocupes. - sonrió ligeramente - También cuídate ¿si? - asintió.

- Te veo mañana. - se dió media vuelta y corrió hacia un taxi que pasaba por la calle, desapareciendo rápidamente de la vista del menor.

Jaemin tragó duro al quedarse solo, casi nunca estaba en ésa situación, y le causaba ansiedad el pensar los miles de riesgos posibles. Pero, por más que quisiera, él no podría pedirle a Renjun que desobedeciera a su madre, no funcionaba así para su mente.

Sumado a ésto, no tenía dinero para un taxi, y pedir un aventón no era una opción que le gustara considerar, así que se resignó a ir a pie.

Aguantando su miedo, salió del parque y caminó a paso rápido por la acera, mirando detrás suyo cada cinco segundos -Sin una gota de discreción- para comprobar que nadie lo seguía. Recorrió una cuadra sin problemas, lo cual le dió una pizca de seguridad.

Se confió tanto, que dejó de revisar sus alrededores, no se detuvo a mirar los autos que pasaban junto a él, y dejó de concentrarse en si estaban ésas miradas o no.

Graves errores considerando que su nivel de precaución siempre estaba al tope, fue un evento raro el que se mantuviera tan calmado.

Caminó frente a un callejón sin percatarse que no se encontraba solitario como de costumbre. Sólo frenó su trayecto al percibir un fuerte aroma a perfumes masculinos y escuchar el sonido de una botella abrirse detrás de él.                                                                                                                               
Se giró con un nudo en el pecho, topándose con cuatro hombres saliendo de la oscuridad. Debió continuar con su paranoia al menos unos metros más, tal vez así hubiera podido dectetar antes el peligro que seguía a su sombra.

- Hola Jaeminie. - sonrió mostrando sus dientes similares a los de un conejo.

- ¿Y tu amigo? - un chico de cabellos azules sostenía una botella con un líquido transparente.

- ¿Quienes son ustedes? - preguntó en un hilo de voz, sintiendo su corazón latir velozmente justo en su garganta. Caminaba hacia atrás con el afán de echar a correr, pero no llegó a conseguirlo.

- Ah cierto, muchachos, que descortesía de su parte omitir la presentación. - se acercó al más alto del cuarteto - Somos NCT dream. - tomó fuertemente la mano derecha del menor, deteniendo sus movimientos de escape y haciendo caer su mochila al suelo.

- Y venimos por ti. - un peli-lila sonrió con inocencia, al momento en que Jaemin era jalado con brusquedad.

- ¡SUÉLTENME! - gritaba mientras intentaba forcejar con el más alto, sin tener éxito debido a la poca fuerza que poseía y la diferencia de estatura - ¡AUXILIO!

- Ya deberías saber que nadie saldrá a ayudarte. - con un paño en la mano, el de cabello azul se acercó al par que ¨luchaban¨ entre sí.

- Por favor...Déjenme ir... ¡No he hecho nada malo! - rogó con lágrimas corriendo por su pálida piel. Lo sujetaba de ambas muñecas contra su pecho, sin dejarle oportunidad de siquiera dar un paso.

- No, pero pronto harás muchas cosas malas. - finalmente, colocó la tela húmeda sobre la nariz y boca de Jaemin, ahogando sus gritos desesperados. La gran cantidad de cloroformo en el paño hizo su trabajo casi al instante, dejándolo inconsciente en los brazos de Canadá.

- Que fastidio, ahora tengo que cargarlo. - bufó sosteniendo mejor al delicado cuerpo, cargándolo como un costal sobre su hombro.

- Uy, te rasguñó. - se burló Full Sun
- Justo en tu bella carita.

- Éso es porque nadie me ayudó a retenerlo, gracias por nada. - los cuatro chicos caminaron unos cuantos metros hasta una camioneta negra con los vidrios polarizados.

- ¿En serio reclamas ayuda? Es una nena, por amor de Dios. - rieron escandalosamente subiendo al auto.

- ¿Me pueden dejar en paz? Siempre me dejan el trabajo pesado a mi
- Continuaron las carcajadas.

- Pesado dice, éste chico podría pasar como una pluma sin problemas.           
- comentó divertido Pwark Killer.

- Si no se callan le diré al jefe que ninguno ayudó. - sólo así las burlas cesaron.

Cuando el sol se ocultó, un inocente rubio desapareció. Aquella estrella volvería amanecer, pero él probablemente no.

Dangerous Lovers/NominDonde viven las historias. Descúbrelo ahora