No sé exactamente cuanto tiempo estuve inconsciente, sólo sabía lo aterrado que me sentía al abrir los ojos. No estaba muerto, pero me habían secuestrado, así que a éste punto no distinguía si era bueno o malo seguir con vida.
Al despertar, me encontraba sobre una superficie acolchada, en una habitación con demasiados tonos rojos, cuadros decorando las paredes, cortinas con brillos y un mueble repleto de armas y objetos punzocortantes. Además, mis manos y pies estaban atados con fuerza, casi cortando mi circulación. Tenía mareos, el estómago revuelto y un aroma raro impregnado en mi nariz.
Quise gritar, pero una filosa navaja me lo impidió de inmediato. Ni siquiera había notado sus presencias cuando reaccioné.
- Hey, silencio. - habló con calma, la punta de la navaja estaba a nada de perforar mi labio inferior - Todavía no es hora de que cantes, pollito.
- Tarado, lo asustas. - un chico de chaqueta y cabello azul lo empujó, haciendo que su arma blanca me rasgara abriendo una herida poco profunda. Tuve que resistir para no soltar un grito de dolor.
- Ya déjenlo, se supone que tenía que llegar entero. - bufó el chico que me retuvo primero hace...Quien sabe cuanto rato.
- Ya vale. - suspiró - Aver... - me alejé asustado cuando el peli-azul volvió a acercarse, me sostuvo de los hombros mirándome serio, con ésa mirada supe que debía parar de retroceder - Te limpiaré la boca, cálmate.
Con el borde de su chaqueta quitó la sangre que ya había escurrido a mi barbilla, cerré los ojos en todo momento y no lo miré hasta que el contacto acabó.
- Al menos es obediente. - sonrío al separarse.
- Espera un poco Jaeminie, iremos por el jefe. - anunció el único que faltaba por hablar, vestía de cuero y tenía el cabello negro largo.
- ¿J-jefe?... - tartamudeé, ellos cuatro hicieron sonidos de ternura.
- Eres una cosita bonita, ¿lo sabías? - sentí mi cara arder de nervios ante el comentario del peli-azul, lo cual no era nada apropiado para la situación.
- Nuestro jefe, Vacío, estará encantado de tenerte aquí. - explicó un peli-lila, interrumpiendo mi expresión avergonzada.
- ¿Para...Q-qué me quiere?... - tuve el atrevimiento de preguntar. Al parecer, mi vulnerabilidad y timidez les causaba gracias, pues intercambiaban risas leves.
- No sabemos pollito, pero pronto él mismo te lo dirá. - me dirigieron sonrisas como si fuéramos amigos, y finalmente salieron de la habitación. Escuché que colocaron el seguro a la perilla y se alejaron.
Comencé a llorar de miedo, no tenía escapatoria, no podía desatarme, estaba encerrado a la merced de los peores criminales de la ciudad, totalmente incomunicado. Y si gritaba, o siquiera me movía de la cama en donde me dejaron, seguramente me iría peor. Aunque, empecé a creer que habría sido mejor recibir un tiro a mitad de acera.
¿Para qué me necesitaría un delincuente?, ni siquiera tengo alguna habilidad útil. Timidez, idiotez, inseguridad, fácil de asustar. ¿Éso de qué le serviría?, como carne de cañon simplemente.
Al menos había resuelto una de mis dudas recurrentes, ahora ya sé quienes me vigilaban desde hace semanas...Sabía que no debía bajar la guardia.
Estúpidos incompetentes, no puede ser que una misión tan rápida como traer a un estudiante a la casa, y encima siendo una persona vulnerable, la hayan aplazado tres malditas semanas. ¿Qué tan difícil es secuestrar a un chico así?
Yo lo hubiera hecho, pero tenía planeado algo mejor, por éso se los encomendé. Cosa que acabarán arruinando con sus cerebros tamaño maní.
Y hablando dé, acaban de entrar a mi oficina con el mismo ruidero de siempre, hablando de quien sabe cuantas incoherencias y riéndose como locos. Debí meterlos a un hospital psiquiátrico en lugar de reclutarlos. Punto de ignorancia para mi.
- ¡Jefe Guau! - gruñí ante el apodo mientras ellos sonreían como idiotas - Tenemos buenas noticias para usted.
- Número uno, no vuelvas a llamarme así Jisung, y número dos, espero que el anuncio sea lo que presiento. - caminaron hacia mi.
- Que amargado, le falta divertirse. - bufó.
- Más bien a ti te falta seriedad. - suspiré - ¿Y bien? - insistí.
- Por fin lo tenemos. - sonrío Mark.
- Ya se habían tardado demasiado. - me puse de pie frente a ellos con una leve sonrisa de victoria - ¿Donde está?
- En mi habitación, lo está esperando. - rieron como hienas.
- Sus voces me dan jaqueca, cierren el pico. - contuvieron sus burlas - Iré a darle la bienvenida, ustedes contacten a Johnny para que cumpla su parte del trato.
- Si señor. - hicieron un ademán de soldados, colocando su mano extendida a la altura de sus frentes y tomando una postura erguida. Dios, ¿mi karma serán ellos?, porque de ser así, es bastante malo.
Aclarando la duda, el trato que hicimos con Johnny Suh fue algo sencillo. Incluso me sorprendió que no pidiera cosas complicadas. Sólo quería tener la dirección de la empresa por fin para salir de la sombra de su padre, a cambio de juguetes nuevos para el grupo. Debo admitir que por ésta vez Chenle se lleva mayor crédito, después de todo, él lo encontró, cortó su cuello y lo marcó, nosotros solamente lo trasladamos al callejón y firmamos. La muerte de él significaba el ascenso sin obstáculos de Johnny, así que le dimos lo que quería. Ahora, Mark me ayudaría a contactarlo para recibir nuestro obsequio. Espero sea material bueno.
Es de los pocos trabajos que hemos realizado a ¨sueldo¨. A veces nos llaman personas reconocidas para ciertos trabajos, y al no querer ensuciar sus millonarias manos, deciden recurrir a nosotros. Todo a cambio de mantener nuestro anonimato y asegurar que ninguno acabará en la cárcel.
¿En serio creían que no nos seguían de cerca la pista?, obvio que sí. Pero lo que hacemos les sirve, quieran admitirlo o no, así que aquí seguimos bajo el telón de ¨no sabemos ni quienes son¨.
En fin, mientras Mark lo llama, yo tengo un asunto más importante que resolver.
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Dangerous Lovers/Nomin
Novela JuvenilJaemin era un chico tímido, inocente, con muchos miedos e inseguridades. Él vive en una peligrosa capital, Seúl, en donde hay constantes olas de crímenes. Siempre ha estado protegido por su mejor amigo, Renjun, quien le inspira seguridad al salir a...