Don Comedia

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Como todos los jueves salí de mi casa a las seis y media de la tarde, cogí el bus 167 y me bajé en la última parada. Tras diez minutos andando llegué a mi destino, un pequeño bar de mala muerte con gran carga sentimental para mí. Disfruto las tardes de los jueves yendo a este santuario, bebiendo una coca cola y analizando a la gente de allí: sus ropas, manías, bebidas, caras, voces, de todo. A veces, cuando la gente me aburre, suelo ponerme a leer la Fenomenología del Espíritu de Hegel. Aquel jueves ya me había liquidado cuatro capítulos del libro cuando a mi espalda percibo un olor nauseabundamente familiar.

- ¿Sabes qué me pasó ayer?

Me giré y vi a un pobre hombre con tanta barba como suciedad en la cara. Sus dientes estaban roídos, sus manos desgastadas, su ropa deshilachada y lucía una gran sonrisa embriagada que embriagaba. Mis amigos y yo le solíamos llamar Don Comedia. Se trataba de un vagabundo cuya afición era ir contando chistes por las mesas de la terraza de aquel bar, sacándose a sí mismo una sonrisa sincera y provocando sonrisas nerviosas a todo aquel desconocido con el que se topaba por primera vez.

- Que mi mujer me pilló borracho y me dijo "¿De dónde viene Paco?" a lo que le respondí... ¡Paco viene de Francisco!

Acto seguido comenzó a reír.

- ¡Qué bueno! – dije.

Yo no estaba nervioso, lo conozco desde hace 4 años. Ese es su chiste preferido, lo cuenta siempre cuando está de mal humor para ayudarse a estar mejor. Don Comedia era un cómico egoísta, no contaba chistes para alegrar a la gente, lo hacía para tener un mínimo de contacto social. Ahora que lo pienso, tal vez los egoístas éramos nosotros por negárselo.

- ¿Cómo estamos hoy? – pregunté intrigado

- Pues mira – me dijo seriamente – las de atrás son unas bolleras todas y me odian.

Miré hacia atrás y vi a un grupo de seis chicas de no más de quince años que se estaban riendo de él con una gran cantidad de insultos, bromas y burlas. Don Comedia sacó su litrona y le pegó un buen sorbo. Estaba a la mitad, pero seguramente no era ni la primera ni la segunda.

- ¿Sabes qué puedo hacer con esto? – me preguntó.

- Beber espero – respondí yo.

- ¿Seguro? ¿Solo eso? Se la puedo estrellar en la cabeza a una. Mira, si me vienes de buenas soy como el pan Bimbo, pero si me vienes de malas soy... UN YUNQUE – gritó.

Le pegó otro sorbo a la litrona y siguió diciendo...

- Oye, yo no soy Rocky Balboa, pero si me pongo a pegar no queda nadie en pie.

- No creo que eso sea necesario, tranquilo.

- Ayer me viene la policía cuando estaba durmiendo y me dicen "Venga con nosotros, está usted arrestado". "¿Cómo?" Pregunté. "Si no estoy haciendo nada." "Nos da igual, queda usted arrestado". Acabo de salir de comisaria y mañana me han citado en los juzgados a las doce de la tarde. Muchos amigos me han dicho que puedo denunciar, pero el problema de esto es que ellos se cubren unos a otros.

- ¡Borracho! - gritó una de las chicas de la otra mesa.

Don Comedia apretó mucho la mandíbula y me miró buscando un aliado.

- Lo mejor que puedes hacer es ignorarlas- le dije- ya aprenderán a respetar.

- ¿Sabes? – me dijo- hace dieciocho años dejé de fumar. ¡Dieciocho años! Se dice pronto. Y es lo mejor que he hecho. Ahora odio a la gente que fuma.

Relatos breves y parábolasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora