Me levanté con dolor de cabeza, con el portátil en el suelo encendido en modo de ahorro de energía, así que lo cogí y entrecerré los ojos para poder leer algo. S...E...N...T... Justo en ese momento me fijé en lo rectas que eran mis esquinas. ¿siempre habían sido así de rectas? compré la casa unos doce años atrás y no me había dado cuenta. ¿hace cuánto que no pago la hipoteca? ¿hace cuánto que no veo a mi mujer? me volví a centrar en el portátil y conseguí leer un poco más. E...N...C...I...A... Tengo hambre. Era lo único que sabía. Me levanté y fui a la cocina. Abrí la nevera y la observé unos minutos cuando de repente escuché una voz detrás de mí.- eh tú, aquí.
Me di la vuelta, pero solo vi una barra de pan. Me volví a dar la vuelta y lo volví a oír.
-eh, imbécil, ¡aquí!
Me volví a dar la vuelta y vi al pan moviéndose. Yo me sorprendí. El pan se ofendió.
- ¿Qué pasa? ¿es la primera vez que ves un pan que habla?
-Eh... pues...
- Da igual
-No, no da igual. ¿desde cuándo las barras de pan hablan? ¿Y cuándo se me acabaron las cervezas?
-Eso da igual. Estoy aquí para decirte que eres un inútil y un fracasado.
-Eh... ¿gracias?
- Eres lo peor que existe
- Esto... como...
- Cogito ergo sum
- ¿Eso es latín? ¿Y desde cuándo se identificar el latín?De repente el pan no volvió a hablar. Me quedé mirándolo como esperando que el pan me respondiese. Me autoconvencí de que era una estupidez. Nada de esto podía estar pasando. Fui a coger una botella de agua, pero volví a escuchar una voz, esta vez a mi izquierda.
- No le hagas caso, es de antes de ayer, ya está duro.
Me giré y esta vez vi a un salero que me estaba hablando
- ¿Qué...?
- Tranqui, yo no pienso que seas un inútil. Vives la vida a tu manera, sin más.
- ¿Qué es esto?
- ¿Te refieres al lugar, a la situación? ¿o tal vez a si deberías fiarte de mí? Sé que la gente dice que soy malo para la salud, pero yo me considero muy salao'. ¿A qué si, pimienta?En ese momento el pimentero se giró y dijo:
- No, simplemente eres muy pesado.
- Vale, vale, vale... ¿Qué está pasando?
- No la cuidaste bien, tío – dijo la nevera – se suponía que lo habías dejado
- ¡Y lo había dejado! Solo que...
- Fuiste casualmente a una discoteca donde encontraste a un tío que vendía la droga que más te gusta- dijo un yogurt caducado
- Sí, y...
- Te sorprendes cuando te encuentra tu mujer hasta las cejas al borde de una sobredosis- dijo el horno
- y te manda la sentencia de divorcio tal y como te advirtió- dice la espátula
- y aun estando colocado, decides meterte toda la dosis que habías comprado de PCP- dijo el cazo
- y al segundo de encender el ordenador entras en un shock indefinido- dijo la sartén
- Espera... ¿Qué? - balbuceé
- Eh tíos, tranqui, tendrá un plan. Y si no, es su vida, él sabrá- dijo el salero
- Joder, ¿Podéis parar?
- No sé Arturo – respondió el pan- ¿Puedes?De repente, escuche un portazo
- Rápido, levantadle del sofá
- necesita un lavado de estómagoNo reconocía ninguna de esas voces. Solo escuchaba un llanto de fondo que me resultaba familiar. Me levantaron y me pusieron en una camilla. Entre las legañas y la luz no podía ver nada. Alguien me agarró de la mano y me dijo:
- Eh, eh, no puedes morirte, por favor...
No podía saber que estaba pasando. Solo sé que aquello que me había hecho no solo me había afectado a mí. Fue cuando me di cuenta de que lo peor de hacerse daño a uno mismo es cuando le duele a alguien más. Lo peor de que la persona que más quieres llore es saber que tú eres el motivo. Ella no se merecía nada de esto. Lo último que recuerdo fue un insoportable pitido abriéndose paso en mi oído. Después, del blanco pasó al negro. Todo se fue oscureciendo. Sinceramente, espero, pase lo que pase, que ella sonría, que encuentre la manera de sustituir con sonrisas todas sus lágrimas. Ojalá pudiera disculparme con ella, decirle todo lo que siento y cuanto lo siento por todo, pero ya es tarde. No se merece nada de esto. Espero que ahora, por fin, pueda ser feliz.
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Relatos breves y parábolas
ContoEste libro guardará una recopilación de múltiples relatos breves e historias.