𝐁𝐀𝐋𝐎𝐍. ❝Son tan lindos, que me quiero morir.❞
Algunas personas le tienen miedo a cosas insignificantes como al tamaño, al silencio, a los peces y luego están las personas que le tienen una pizca de miedo a los balones, digo, ¿a quién no le darí...
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C H A P T E R O N E
voleibol
CAMINÓ MÁS QUE INTRIGADA POR LA SEDE DEPORTIVA DE VOLEIBOL, ¿alguna vez se había interesado en el deporte? No. ¿Por qué se encontraba aquí? Sinceramente la pelinegra estaba aburrida y cuando llegaron sus primos y tío emocionados ―el adulto, mejor dicho― con la invitación para ver la final de equipos para llegar a nacionales, no encontró una buena razón para rechazar la salida, es más, vio más de una razón para ir.
Por lo cual ahí se encontraba, con la mirada ansiosa de que salieran los jugadores, ya que sí, aún la cancha se encontraba deshabitada aunque ya preparada para ser usada, la canasta de balones lista para prestar estos objetos, la red puesta para separar a los equipos, el árbitro conversando con el staff que narraría el partido y otorgaría las medallas a los ganadores, además de las cámaras enfocadas para transmitir en televisión.
Únicamente faltaban las estrellas que se llevarían toda la atención junto las miradas del público tanto presente como atrás del televisor.
Kaéde ni siquiera sabía porque se sentía tan emocionada, tal vez porque era el primer partido importante de voleibol que presenciaba, o podría ser la emoción que transmitían todas las personas a su lado que aclamaban con devoción a sus equipos preferidos. O incluso podría tratarse de que los jugadores no eran de secundaria como ella, no, no, eran de preparatoria.
― ¿Ya se tardaron un poco, no creen? ― Quejó Yusuke mientras le echaba un vistazo al polideportivo.
―Bueno, hijo, los jugadores están preparándose, ¿no? ―Intentó calmar el mayor de los Saito.
―Claramente, además, ¿vienen directamente de la escuela, no? ―Respondió con sarcasmo el castaño, Jiro. ―Oe padre, ¿alguna vez llegaste a los nacionales?
El castaño sonrió con pena ante la pregunta de su hijo mayor, mientras los menores ladeaban la cabeza al recién enterarse de que su familiar practicó el deporte cuando joven.
―No, lamentablemente no, pero sí llegué a las semifinales, sólo que ― tiró una ojeada al frente recordando, ― competimos contra el Karasuno, en ese entonces eran muy buenos. Aunque perdiéramos, puedo decir que para ser mi último partido antes de ir a la universidad, realmente disfrute los cinco sets.― Y por más que se buscará una pizca de mentira, no se encontraría, ya que sus ojos esmeraldas brillaban, exteriorizando su beatitud.
―Y, ¿en qué puesto jugaba? ― Cuestionó el rubio.
―Bloqueador central, en el Shiratorizawa.― » ¿No es el equipo que estamos apoyando, aparentemente? « ―Por eso me emociona ver este partido, dicen que esta generación es bastante prometedora, en entrenador Tanji debería estar satisfecho. Eso esperó―, murmuró.
