Capítulo seis

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El viaje era un silencio completo, era algo muy extraño si contamos con Manigoldo a su lado, ese molusco siempre intentaba acercársele o entablar una conversación, no es como si el hiciera mucho para mantenerla. 

Habían estado viajando por un buen tiempo, exactamente cuatro días, tuvieron algunos problemas entre medio, pero por fin habían llegado a Italia... Específicamente a la ciudad de Matera, la cual era reconocida por ser la más antigua de Europa. Ni bien llegaron y pidieron una habitación en un hospedaje de bajo precio.

— ¿Se puede saber lo que te pasa? — cuestionó Albafica a su acompañante.

— ¿Mmh? ¿A qué te refieres? — preguntó de vuelta confundido.

— Que mal educado eres — le reprocho — Me refiero a tu actitud... Has estado muy callado en este viaje, ¿qué te pasa? ¿Estás molesto conmigo? ¿O simplemente es una de tus bromas?

— Eh, pues no, solo... No quería molestarte, eso es todo.

— ¡Ha! ¿Crees que me voy a creer eso?

Tuvo que morderse la lengua antes de chasquearla contra su paladar, no siempre era el "molusco bromista", también podía ser considerado con la gente que le rodeaba, ¿era muy difícil de imaginarle así?

— Piensa lo que quieras.

...

La noche era silenciosa, las casas de piedra fría eran iluminadas por las lámparas, los niños comían sonrientes la cena que se les había dado, algunas mujeres corrían entre las calles buscando algún negocio aún abierto, algunos borrachos se desparramaban en la entrada del bar y por último los cansados trabajadores que por fin regresaban a sus hogares. La vida en la antigua y escondida ciudad de Matera no parecía ser fácil...

Ambos caminaban por el lugar, atentos a cualquier anomalía que pudiera ocurrir. Albafica se dio cuenta que Manigoldo estaba más alejado que al inicio del viaje, tenía una mirada perdida en cada rincón de la pintoresca ciudad, su sonrisa disminuyo poco a poco cada vez que pasó una familia por su lado. Una opresión en el pecho estrujó el corazón del caballero de piscis, ¿qué le pasaba al siempre alegre Manigoldo?

Por más que intentó hablar con él, solo podía ver su espalda alejarse cada vez más...

...

Sus manos estaban completamente raspadas, tenían algunas ampollas y un poco de sangre. Había corrido con una sensación nauseabunda golpeando su garganta, el olor bailaba en su nariz una danza horrible, el frío traspasaba la delgada chaqueta que traía y su estomago rugía de hambre, lo único que había consumido había sido un pequeño higo viejo y algunos insectos que habían por allí.

No podía recordar que día era, no podía recordar los rostros de la gente de su pueblo, no podía recordar nada de lo que había pasado ese día. Las sombras se movían con gran rapidez, lo que antes fue una linda ciudad se vio reducida en escombros y cenizas, los cuerpos se vieron mutilados y amontonados en la plaza central, ardieron junto al resto...

Los pocos sobrevivientes fueron perdiendo la vida lentamente gracias a la falta de agua, comida, refugio y por las horribles heridas, pronto se vio solo en aquel lugar fantasma, no había visto a otro humano en mucho tiempo y ello le estaba volviendo loco. Llego a un punto en que con ayuda de piedras grandes y cenizas hizo montones que intentaban asemejarse a unas figuras humanas...

Estas solo... ¿Crees que si te haces fuerte lograras de dejar de sentirte así, Manigoldo?

...

¿Cómo llegamos al pasado?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora