Capítulo siete

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Partieron a la India lo más pronto posible. Se envolvieron en ropas ligeras y que les cubrieran completamente, el lugar estaba repleto de gente, todos con sus trajes típicos y coloridos, corriendo de un lado a otro, culebreando entre los puestos del mercado o dirigiéndose rápido a los templos a brindar algún homenaje.   

— Llegamos a India hace... ¿dos semanas con suerte? Y he escuchado tantas palabras que no entiendo... Supongo que debo pedirte más clases de Hindi, Asmita — dijo el moreno cubriendo su rostro con un largo velo que le ayudaba a cubrir todo su cuerpo del sol.

— Eso es porque India habla alrededor de 1600 lenguas distintas — el rubio se rio imaginándose  los enormes ojos como platos de Defteros — No te preocupes, Def... Yo te ayudaré.

Caminaron por el medio del mercado, rechazando a cada vendedor que ofrecía un nuevo producto, evitaron ser robados por los ladrones que chocaban contra ellos y le sonreían a cada pequeño que se cruzaba en su camino. Finalmente, llegaron a la posada, era un edificio bastante alto, cada piso tenía un color diferente y se podía ver el contraste de la decoración. 

Una mujer, que mantenía a dos bebés en su espalda, les atendió. Las habitaciones estaban disponibles en esta época del año, así que se les permitió el lujo de elegir el piso. Asmita se apresuró en decir que el piso más alto, Defteros le miró con curiosidad, pero no dijo nada.Una vez que estuvieron en la planta más alta del hospedaje, preguntó:

— ¿Por qué este piso? — el rubio se giró en dirección de la voz del moreno.

— Porque así habrá una pequeña posibilidad de que las serpientes no nos molesten... — respondió con simpleza.

— ¿Serpientes?

— Sí, a veces esas cosas se alojan en los baños... o eso escuché de los monjes.

Esa noche Defteros no pudo dormir...

...

Salir era una locura, había tantas personas, él odiaba eso. Vivió gran parte de su vida alejado de cualquier contacto humano, podía contar con los dedos de una sola mano cuantas personas se animaron a hablar con él, su querido hermano mayor y el chico rubio que caminaba a su lado. A pesar de ello, vivir en el volcán se sintió muy solitario... Un chico odiado y temido por todos por ser un monstruo, cuando en verdad le obligaron a serlo... 

Podía recordar las pocas noches que pasó en el templo de Géminis en compañía de su hermano, él siempre le prometió una mejor vida, se convertiría en caballero dorado y protegería a su hermanito para siempre, no le faltaría nunca un techo, comida y el amor incondicional de Aspros... Todo se acabó cuando le pusieron ese maldito bozal.

Podía sentir las miradas de todos sobre su figura, algunas personas cuchicheaban entre sí, lanzando chistes venenosos sobre él, algunas mujeres escondían a sus hijos con el temor de que fueran a desaparecer con solo ver al moreno. Ahí estaba... Otra vez era el monstruo...

— Defteros... — la voz tranquila del caballero de Virgo le sacó de sus pensamientos, pero esta vez era... Distinta... Parecía como si algo estuviera molestando al virgo.

— ¿Si, Asmita?

— Quiero ir al templo...

La mano delgada del ciego se cerró sobre su muñeca, sintió el jalón fuerte y decidido que ejercía para llevarlo a toda prisa hasta el templo más cercano. Asmita no dejaba de sorprenderle. Siempre sintió curiosidad por el pequeño que vino desde India, un niño que mantenía siempre sus ojos cerrados debido a su ceguera, pero que aun así no necesitaba de ninguna ayuda para poder caminar, sus pasos eran seguros, jamás se tambaleo y jamás falló... Justo como ahora...

¿Cómo llegamos al pasado?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora