Capitulo 9.

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—¿Consideras que está mal qué vaya a ver cómo sigues? —me pregunto Hayes a través de la línea telefónica.

No sabía que contestarle.

—Estoy bien. Ya mañana tengo que ir al hospital.

—No respondiste mi pregunta. —me mordí las uñas.

—No está mal, si quieres puedes venir. —apreté los ojos.

—Envíame tu ubicación y pasaré a verte en una hora.

—De acuerdo. —le dije mientras me quitaba la ropa.

Colgué la llamada y me entré a duchar mientras pensaba en que iba a ponerme.

Seque mi cuerpo y coloqué crema y perfume, me puse un vestido rojo y luego me lo quite para ponerme otra cosa. Pero no sabía que ponerme así que me puse un vestido negro bajo cruzado.

Estaba en el sofá con el pelo suelto mientras esperaba que el llegara. Estaba nerviosa y me cuestionaba el por qué si consideraba que no debí estarlo.

Pasaron los quince minutos más largos de mi vida hasta que escuche mi celular sonar. Era Hayes.

—¿Si?

—Estoy abajo.

—Dile al de recepción que vienes a verme y el te dejara subir.

Mientras esperaba que subiera intentaba relajarme escuche la puerta sonar luego de unos minutos y me pare del sofá y me relaje.

Abrí la puerta y el está parado con una ligera sonrisa en el rostro. Tenía una camisa negra con los primeros botones desabrochados por lo tanto se podía aprecias un poco su pecho, y un buen pantalón de tela flojo.

—Adelante. Toma asiento donde quieras.

El entro y se sentó en el sofá mientras yo me arreglaba el pelo.

—¿Vino? —le dije mientras caminaba a él, el asintió —. ¿Tinto o blanco?

—Tinto.

Busque la copa y le serví el vino mientras respiraba profundo.

...
Yo me encontraba sentada frente a él con las piernas cruzadas mientras observaba celular y observa los mensajes de mi tía en los cuales me invitaba a cenar esta noche. Hayes se encontraba tomándose su vino mientras yo le lanzaba el ojo de manera discreta.

—¿Por que te sentaste tan lejos? —me pregunto mientras ponía sus codos sobre sus rodillas.

—No lo vi de esa manera.

—Te queda hermoso ese vestido. —mordió sus labios mientras observaba mis piernas.

—Gracias.

—Me gusta como te quedan los vestidos.

Le sonreí.

—Debo aceptar que no nos conocemos. Y que me gustaría conocerte. —le sonreí.

—Mi vida no es interesante y las cosas qué tal vez sean interesantes no estoy lista para contártelas. —suspire —. No creo que tengamos que llevar el sexo a algo personal.

El se quedó cayado y bajo la mirada.

—Creo que no debí venir —sonrió levantándose.

—No te vayas quédate.

—No quiero llevarlo a algo personal y que te disguste, pero en realidad yo solo quería saber cómo seguías.

—Siéntate por favor.

Olvídame.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora