7. Un iceberg por hermano.

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CAPÍTULO SIETE

Un iceberg por hermano.

ALASKA

— ¡Aska! – escuché su voz llamándome por detrás.

Rodé nuevamente los ojos mientras cerraba mi casillero, bastante más divertida de lo que jamás aceptaría, mientras escuchaba sus pasos apresurados para llegar a mí.

— ¡Sé que me escuchas, espera!

Caminé en dirección contraria, tratando de ignorar la presencia insistente de Matt detrás de mi tratando de llamar mi atención.

—Bueno, si vas a ignorarme, no me queda de otra. — fue lo último que escuché antes de que me levantara como saco de papas, sorprendiéndome por completo.

—¡Bájame, idiota! ¿Qué quieres? ¿Que se me vean las pelotas? – golpeé su espalda con una mano mientras con la otra trataba de cubrir mi trasero con la tela de mi falda, que ahora me parecía aún más corta que por la mañana al salir de casa.

— ¡Me estabas ignorando! – se quejó él en su defensa, prácticamente sin inmutarse de mis golpes.

— ¿Por qué habrá sido? – espeté, enfadada y algo apenada al ver que la gente se nos quedaba mirando al pasar.

Por fin Matt me bajó de su espalda, y, antes de que pudiera decir nada, rodeó mis hombros con un brazo, tirando de mi para caminar de regreso a la salida del instituto, la cual solo se encontraba a unos metros por lo que recorrimos cuando me cargaba.

— ¿Estás pensando en secuestrarme, Cronwell? – bromeé caminando, sabiendo que poner resistencia sería inútil por su fuerza. De verdad que parecía un gorila cuando quería.

— Que graciosa. – ironizó soltando una risita baja. – No pienso secuestrarte, boba. Necesito que me acompañes para darte algo.

Lo miré extrañada. Matt era agradable, sí, pero con muy pocas personas, a decir verdad. Creo que su círculo de amistades, su familia y yo éramos las únicas personas con las que siempre sonreía, a pesar de cualquier cosa. Una sonrisa se abrió paso en mis labios, pero me aseguré de borrarla rápidamente antes de que la notara.

Para ahorrarles la intriga, les resumiré el porqué de mis muestras de indiferencia.

Cuando íbamos a la secundaria yo tenía un crush indudable con Matt, a pesar de que él jamás lo hubiera notado. La verdad era que, en nuestra época de secundaria, yo no era muy atractiva. Usaba frenillos, gafas redondas, y tenía la cara llena de acné, además de que tenía varios kilos de más. Si, la pubertad me había pegado una patada muy fuerte en el culo, así que, por obvias razones, ninguno de los chicos de nuestra clase estaba muy interesado en mí, y mucho menos el chico que, ni estando en la pubertad, había dejado de ser guapo. Matt era y sigue siendo algo así como el crush de todas. Muchas tenían la "dicha" de decir que habían estado en su cama, pero yo sabía que él no dejaba que nadie que no fuera de su familia o su círculo íntimo de amigos – entiéndase como Alex – entrara a su habitación.

La casa de Alena era muy grande para mí. En su cumpleaños número once había decidido hacer una fiesta en la piscina de su casa, y yo había querido ir al baño en mitad de unas carreras acuáticas. Salí del agua y subí las escaleras como me había dicho, pero yo estaba tan nerviosa por cruzarme con su hermano que se me olvidaron las indicaciones que me había dado. Abrí una puerta cualquiera mirando el piso y entré, sin siquiera mirar el interior. Cuando me di cuenta de que estaba sobre alfombra arrugué la frente y levanté la vista, quedándome en blanco.

Estaba en una habitación.

Pero no en una habitación cualquiera. Estaba en la habitación de Matt. Lo sabía por los palos de hockey que había en una esquina y todos los posters de equipos y jugadores famosos. En la silla del escritorio había un jersey con el número uno en la espalda, junto a su nombre: M. Cronwell.

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⏰ Última actualización: Oct 22, 2021 ⏰

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