4. Nevada interna

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CAPÍTULO CUATRO

Nevada interna.

—Es la quinta vez que lo repites — rodé los ojos y seguí amarrando mis zapatillas.

—Tal vez lo repito porque eres una desneuronada adicta al ballet que no sabe controlarse. — señaló la silla congelada de la esquina.

—Ya dije que lo sentía, sabes que aún no controlo bien mis poderes.

Jack suspiró con exasperación y descongeló la silla.

—Más vale que te controles porque si no vas a congelar algo en media función. — rodó los ojos, dio media vuelta y salió de mi camerino.

Ya era sábado, estaba preparándome para la función de ballet en mi camerino mientras Jack me daba un sermón sobre qué hacer si algo pasaba con mis poderes. Estaba comenzando a cansarme que me diera órdenes todo el tiempo. Miré una última vez el anillo que me había dado Jack la noche anterior, pero sacudí mi cabeza y traté de confiar en mí misma.

Después de que esa rara bola de fuego nos hubiera atacado salida de la nada, me golpeé la cabeza y me desmayé. No tuve una contusión ni nada por el estilo, solo fue el golpe y que ya había bebido. Jack me dijo que logró apagar la bola de fuego antes que llegase a nosotros y luego me había llevado con mis amigos. Me llevaron a casa y me dejaron descansar.

Salí de mi camerino acomodando la corona de plumas que tenía sobre la cabeza, el enorme tutú casi me impedía alcanzar a ver mis pies y los kilos de maquillaje negro que llevaba alrededor de los ojos me hacían sentir sucia. Claro, yo me maquillaba, pero no a esos extremos.

Luego de unos escasos minutos, la función comenzó. Los bailarines y las bailarinas se posicionaron en sus lugares e hicieron sus trabajos. Cuando fue el momento de que yo saliera, comencé a pensar en el sol, en cosas calientes y todo tipo de fuego. Bailaba y bailaba, concentrándome en el calor y en no equivocarme en los pasos.

Fue difícil, pero durante los primeros actos lo logré.

******************

Ya era el acto final. Toda la obra había logrado estar en calma y no había visto la blanca cabellera de Jack durante casi dos horas y media.

Estaba en medio del escenario, las manos de Jared estaban sobre mi cintura guiando un giro en la punta de mi pie, mantras ambos sonreímos. Cuando dejé de dar vueltas, miré hacia el público como la profesora me había dicho. Me puse en puntas y moví mis brazos con gracia, y fue cuando vi a Jack. Estaba parado en una de las laterales de la sala, una pequeña sonrisa asomaba por sus labios mientras miraba cómo iba terminando la obra. Sus ojos se cruzaron con los míos y esa sonrisa no se desvaneció, y me hizo sentir algo en mi pecho. Aparté la mirada y cerré los ojos. Un pequeño cosquilleo en mis manos se hizo presente cuando di los últimos pasos, abrí los ojos y mi campo de vista se llenó de copos de nieve cayendo en el aire. Contuve una mueca de sorpresa y sonreí tomando la mano de Jared. Ambos nos inclinamos dando las gracias y salimos con gracia del escenario.

Después de que todos los bailarines diéramos las gracias, bajamos del escenario e inmediatamente llegó Alaska a felicitarme.

—¡Eso fue precioso, Lena! —exclamó y me abrazó, algo impropio de ella.

—Muchas gracias, Aska. — le devolví el abrazo con efusividad.

Matt llegó detrás de ella y en cuanto nos separamos posó sus manos en los hombros de mi amiga, haciendo que Aska le propinase un golpe en las costillas. Se dobló un poco del dolor, pero me sonrió.

—Estuviste genial, hermanita — dijo falto de aire haciéndome reír.

—Gracias, Matt — dejé un beso en su mejilla —. Iré a cambiarme, luego podemos ir a comer algo a la plaza. — sonreí y miré hacia donde había visto a Jack, pero ya no estaba.

La reina de la nieveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora