6. El chico de hielo

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CAPÍTULO SEIS.

El chico de hielo.

El resto del domingo pasó con tranquilidad. Por eso de las seis de la tarde, Jack volvió a su casa, se despidió con un dulce beso en la mejilla y se fue conduciendo. El resto del día me la pasé chateando con él y viendo películas.

De nuevo era lunes por la mañana. El frío se hizo presente en mi habitación al momento de despertarme, así que decidí darme una ducha con agua hirviendo. Me vestí con ropa cómoda y abrigadora, me maquillé algo sencilla y bajé. Cuando llegué a la sala de estar vi que estaba mi padre con un chico algo menos alto que Matt de espaldas. A su lado había dos maletas medianas, lo cual me desconcertó.

-... Tu habitación es la segunda a la derecha subiendo las escaleras, a un lado de la de Matt, tiene baño privado y un par de puertas a la derecha está la sala de juegos. - escuché que mi padre le decía a aquel chico - ¿Alguna duda?

- ¿Papá?

Mi padre me miró y mi voz llamó la atención de aquel chico haciéndolo girarse hacia mí. Sus ojos verdes me escanearon de arriba a abajo, como si fueran rayos X, haciéndome fruncir el ceño.

- ¡Hola, cariño! -dijo mi padre con entusiasmo. - Te presento a Ian, es el estudiante de intercambio y se va a hospedar con nosotros. Ian, ella es Alena, mi hija y hermana de Matt.

-Hola. -dije de mala gana.

-Un gusto, Ian Collins. - extendió su mano hacia mí, haciéndome estrecharla por cortesía.

-Si. - aparté mi mano y miré a papá. - ¿El desayuno está listo?

-Si, pequeña. Mamá está con Matt allá. Iré a mostrarle la habitación a Ian y los alcanzamos. -si dijo algo más, dejé de escucharlo por ir a desayunar.

Al entrar a la cocina me senté al lado de Matt haciendo muecas. Mamá me miró al escuchar el estruendo de la silla y soltó una pequeña risa.

-Al parecer ya conociste a Ian. -dejó un plato con cereales en frente de mi junto con una manzana. - ¿Por qué no le das una oportunidad? Por lo que nos dijeron es un buen chico.

- ¿Por qué está aquí? -bufé.

-Mi culpa, lo siento. -dijo Matt comiendo de su cereal. - Ian es un estudiante de intercambio, es jugador de hockey, yo como capitán debía tomar responsabilidad por él.

- ¿Alex no podía hacerse cargo de él? -bufé dando una cucharada a mi cereal, antes de hablar de nuevo con la boca llena- vale, entonces ahora somos buenos samaritanos dando una humilde morada a estudiantes desamparados que juegan hockey.

-Tranquila, Alena, prometo que no daré muchos problemas- la voz de Ian detrás de mí llamó mi atención, se acercó colando su mano en medio de Matt y yo para tomar la manzana que mamá había puesto sobre la mesa. Su rostro quedó cerca del mío, haciéndome dar cuenta que la comisura derecha de su boca estaba alzada en una sonrisa socarrona y egocéntrica. Inconscientemente un bufido salió de mis labios.

¿Quién carajos es este tipo?

-Bueno, creo que es hora de irnos, tenemos que pasar por Alaska aun- Matt terminó su plato y se levantó de la mesa yendo a dejar un beso en la mejilla de mamá. Pasó por mi lado apurándome con la mano y dejó un par de palmadas en la espalda de Ian. Comí rápidamente dos cucharadas de mi cereal y salí de la cocina sin poder terminarlo.

Busqué mi móvil en mi bolsillo, y al no encontrarlo corrí de regreso a mi habitación. Lo tomé de la mesita de noche y le envié un mensaje a Alaska diciendo que íbamos en camino a su casa mientras tomaba mi bolso y salía de mi habitación. Cuando estaba a punto de salir de la casa, choqué abruptamente con el fornido pecho de Ian, y juro que, si hubiese tenido un músculo más, yo habría salido volando cual plumita.

La reina de la nieveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora