CAPÍTULO CINCO
Besos helados.
El aliento de Jack golpeaba mi rostro a cada respiración. Mi corazón se aceleró a tal grado que creí que él podría escucharlo. Su mandíbula se tensó. Miré en su rostro mucha indesición, pero yo deseaba que él me besara.
Me dirán loca por querer que alguien con el que hablo hace pocos días me bese, pero entiéndanme, Jack llevaba gustándome casi toda la vida, y la forma en que me miraba me hacía creer que él quería lo mismo.
En un acto de valentía o idiotez, lo tomé por el cuello y lo besé. Por un segundo me correspondió, pero luego me empujó, separándose de mi. Me sonrojé inmediatamente, así que le di la espalda murmurando varias veces un "lo siento", rascando mi nuca con pena.
Pero me sorprendió sentir su mano en mi brazo, obligándome a darme la vuelta para enfrentarlo. Sus ojos no habían dejado ese tono celeste que tanto me encantaba, mirándome con intensidad antes de tomar mi nuca con su otra mano y juntar nuestros labios en un beso rudo, intenso, pero que me hizo sentir demasiadas cosas. Casi pude ver un destello de luz a través de mis párpados al mover mis labios al compás de los suyos, mariposas revoloteando en mi estómago.
Puso su mano libre en mi cintura atrayéndome hacia él, haciéndome poner mis manos alrededor de su cuello y pararme de puntillas. Me separé a falta de aire, pero no abrí los ojos por miedo a ver su reacción, aunque él haya sido quien me dovolvió el beso.
-Mírame. -lo escuché susurrar, pero no abrí mis ojos por miedo a ver rechazo en su mirada. Sentí su mano en mi mentón obligándome a levantar la cabeza, y por mera cuiriosidad abrí los ojos.
Sus lindos ojos no habían dejado ese tono celeste, el viento sopló una brisa que nos alborotó el cabello. Uno de mis mechones de cabello voló hacia mi cara haciéndome ver qué estaba blanco en vez de rubio, dándome cuenta que yo también tenía los ojos del mismo tono. Sus dos manos atraparon mi rostro y con una de ellas apartó el mechón de mi rostro. Me veía directamente a los ojos, con tanta intensidad que creí haberme desmayado y haber caído rendida a sus brazos.
-Me gustas... -susurró. Sentí que las piernas me flaqueaban al escucharlo-. Me gustas desde hace mucho tiempo... Pero no sabía cómo decirlo. -comenzó a tartamudear incoherencias, de repente su vista se iba a otros lados excepto mi rostro, haciéndome reír un poco. Pero luego toda la magia se rompió con un solo ruido.
-Jack... -susurró una voz- Alena...
-¿Escuchaste eso? -me gire inmediatamente.
-Creo que sí. -murmuró Jack pegándose a mi.
-Jack, Alena. -la voz se escuchó más cerca.
-Vámonos de aquí, Jack. -murmuré con miedo.
Entonces me giré y la vi. Había una mujer caminando hacia nosotros. Estaba casi desnuda y parecía hecha de plantas. Plantas cubrían sus partes más íntimas y caminaba como si la nieve no le congelara los pies descalzos. A Jack se le dilataron las pupilas al verla, apretó los puños a sus lados y no me miró.
-Vámonos de aquí. -dijo él.
-¿Quién es ella, Jack? -comencé a caminar de espaldas.
-Alguien con quién no te quieres meter - murmuró sin dejar de mirarla -. Vámonos antes de que haga algo.
Se dio media vuelta y me miró. Tomó mi mano y en cuestión de un abrir y cerrar de ojos yo ya estaba dentro del auto aún con su mano entrelazada a la mía.
-Pon tu mano sobre el volante - me ordenó y yo le hice caso poniendo mi mano libre en el volante -. Piensa en tu casa. Piensa en qué el coche está estacionado frente a tu casa. Cierra los ojos y visualiza esa imagen.
Y así lo hice. Cerré los ojos e imaginé lo que me había dicho. Unos segundos después sentí que mi estómago dio un vuelco y me dieron ganas de vomitar.
-Abre los ojos. - me dijo Jack.
En cuanto los abrí, vi que estábamos en frente de mi casa, y me tomé la libertad de rápidamente abrir la puerta y echar todo lo que había cenado a un lado del coche. Jack me ayudó recogiendo mi cabello, y cuando vio que había terminado, me ayudó a enderezarme en el asiento.
-¿Qué carajos fue eso? - dije en cuanto dejé de sentirme mareada.
-Nos teletransportamos. -dijo él con simpleza.
-¿¡Que nosotros qué?!
-Es uno de nuestros poderes: la teletransportación - se encogió de hombros -. Al principio te mareas mucho, pero luego te acostumbras. Pero no lo hagas, te debilita mucho.
-Santo Dios. -me tiré hacia atrás en el respaldo.
Y esa noche, le pedí a Jack que se quedara en mi casa. No sabía qué era lo que ocurría en el mundo, o por qué Jack actuó tan raro con esa mujer pero créanme, habría estado mucho mejor todo sin que lo hubiera sabido nunca.
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Muy pocas palabras y mucho tiempo, perdooooon.
PERO ESPERO QUE ESTE ACERCAMIENTO DE AMBOS LES RECOMPENSE TODO.
Los amoooooiooo
Ya saben
Cambio y fuera♡
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La reina de la nieve
Teen FictionEl pueblo de Whistler, Canadá, existe una chica llamada Alena Richwell. Con diecisiete años de edad, en su último año de preparatoria, comienza a sentir como su cuerpo cambia. No es lo que piensan. La pubertad la pasó años atrás, se desarrolló como...