Me he distanciado de las letras por el tiempo suficiente para que cambien su entonación y significado, no las culpo por ello, yo no supe nunca separarlas al escribir.
Recuerdo un libro que leí mientras te conocía, tenía una portada dorada con detalles azúl rey y su lomo era un poco más ancho de lo que te gustaría, conocerte a tí fué igual que leerlo; largo.
Abandoné el libro muchas veces antes de llegar siquiera a la página 70, estaba redactado de tal forma que parecía un libro de texto que no traía ningún sentimiento, era largo y traía consigo textos largos que explicaban cosas tan simples cómo el movimiento de la tela al viento.
No te voy a mentir, aún recuerdo ese párrafo palabra por palabra, ahí fué que seguí leyendolo yo por gusto.
Tiene contradicciones, una playlist, personajes muy alejados a una fantasía y momentos que yo, cómo simple lectora, me sentí incómoda.
También tenía cursilerías, una que tensión extra, mentiras y diálogos que te hacían sentirte culpable sólo por leer.
Hice mil dibujos en las páginas más aburridas, le puse verde a los diálogos que me dieron asco e hice notas discutiendo como si los personajes pudieran oírme; el final fué lo que más me molestó, fué repentino y sin aviso, sin secuelas y con un autor en sus últimos suspiros.
Me recordó a ti en cada hoja.
No es porque me lo hayas regalado antes de irte, no. Tampoco por encontrar una flor marchita en la página más triste.
Creo que sólo fué triste por esa flor, olía a algo a lo que quería aferrar.
Igual, te lo dedico, hasta el momento que te lo quise devolver e insististe porque me lo quedara, el cuál fué sospechoso, hasta ahora que lo encuentro un poco más añejo.
Ojalá hubieras leído mis notas, tal vez me apreciarías más cómo un recuerdo lejano.
ESTÁS LEYENDO
Sweet Dreams
RandomDame por muerta, no digas nada, sólo cuando me extrañes lee todo aquello que pasó por mi mente en algún viaje entre dimensiones, y si te sientes valiente, dí mi nombre.