Arcángeles despiadados

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 Fue entonces que comprendí, que aquel hermoso rostro, solo era la máscara de un ser monstruoso.

 Fue entonces que comprendí, que aquel hermoso rostro, solo era la máscara de un ser monstruoso

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—Es hora de su castigo —afirmó el arcángel con una sonrisa retorcida.

Entró haciendo que Alumit retrocediera. Tres arcángeles más lo seguían. Al cerrar la puerta el arcángel frente a ella sacó su espada hecha de cristal negro y sin pensarlo se la atravesó en el pecho, ella soltó un gemido al sentir la espada entrar a su cuerpo, sus ojos se abrieron tanto que se veían más redondos. Le costaba poder respirar, la espada en su pecho no permitía que sus pulmones tomaran el aire necesario, constantes sollozos salían de su garganta por el esfuerzo de jalar aire al igual que intentaba hablar, pero la falta de aire la asfixiaba, poco a poco comenzaba a ahogarse con su propia sangre que se acumulaba en su garganta.

El arcángel ladeo ligeramente su cabeza al mismo tiempo que le miraba con atención, como si aquella escena le produjera algún tipo de satisfacción. El cuerpo de Alumit cambió en repetidas ocasiones de humano a demonio como si no pudiese controlarlo, poco a poco su cuerpo comenzó a perder la fuerza. Ella intentó aferrarse a la espada de su asesino para no caer. Él arcángel seguía atento como si no quisiera perder el momento exacto en que su corazón dejase de latir. Ella levantó la mirada para volver a ver el rostro de su asesino. Las lágrimas salieron de sus ojos y resbalaron por sus mejillas. Él entrecerró los ojos y vio cómo las pupilas de Alumit comenzaron a dilatarse y su cuerpo comenzó a colapsar. Al darse cuenta de eso el arcángel, hizo un movimiento rápido; sacó la espada del pecho de Alumit acercándola ligeramente hacia él por la fuerza, ella cayó de rodillas y antes de caer por completo al suelo la decapitó. Todo fue tan rápido y al mismo tiempo parecían tan lento.

—¡¡¡NOOO!!! —gritó Curiel al ver cómo la cabeza de su mujer era separada de su cuerpo.

Daniel y Curiel observaron a su alrededor dándose cuenta de que estaban rodeados. Saraí al ver la escena corrió y entró a una de las habitaciones junto con el hijo de Alumit y su pequeña hija. Su corazón se aceleró y su respiración comenzó a agitarse, todo su cuerpo temblaba, la adrenalina le hacía sentir que perdería el equilibrio en cualquier momento.

La cabeza de Alumit había rodado hasta los pies de Curiel, y su cuerpo cayó frente a su asesino soltando sangre a chorros, salpicando el rostro de su compañero, él cerró los ojos en un acto inconsciente al sentir la humedad y el calor de aquel liquido carmesí , se limpió con su mano y la observó, volvió a ver el cuerpo de Alumit que aún temblaba y sangraba con presión. Minutos después de haber caído al suelo el cuerpo y sangre cambiaba a un estado gaseoso, desapareciendo como el humo. Curiel y Daniel dieron un grito de impotencia, sacaron sus alas y sus armas hechas de su propia energía para comenzar a pelear.

En la habitación Saraí estaba histérica, le costaba pensar y moverse, el terror que sentía la paralizó, miró a los niños, abrazó a su hija quien dormía tranquilamente, tomó de la mano a el hijo de Curiel y se dirigió al closet en donde había un pequeño espacio oculto, quitó una pequeña puerta en la pared y le ayudó a entrar al pequeño, se sentó y se acomodó abrazando sus rodillas.

𝐍𝐄𝐏𝐇𝐈𝐋𝐈𝐌  "HIJO DEL PECADO"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora