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Los chillidos de su bebe lo despertaron, con pereza se levantó de su cómoda cama, sintiendo el frio mañanero calarle por los huesos, se colocó las pantuflas y se acercó a la cuna de su pequeño.

—¿Ya tienes hambre, pequeña glotona? —Cargo a la pequeña copia exacta de él, quien paro de llorar al instante para mirar a su padre con un puchero. —Ya, ya, papá está aquí.

Sus ojitos bicolores se enfocaron en los azules de su padre, quien le sonrió para darle besitos en su rostro, haciendo reír al menor.

Abrazo con delicadeza el pequeño cuerpecito que tenía entre sus brazos, dándole leves palmaditas y arrullándolo, a lo lejos escucho como su alarma matutina sonaba.

—Parece que igual ya me iba a levantar eh. —le dio un besito en la frente a su hija y salió con ella en brazos hacia la cocina, no sin antes taparla con una pequeña frazada de ositos.

Llego a la cocina, llenando sus pulmones del dulce aroma a café recién hecho y hot cakes con miel.

Al entrar vio a su hermano menor concentradísimo en lo que parecía un hot cake en forma de osito, en la mesa vio un plato lleno de hot cakes con frutas y diferentes aderezos dulces (mermelada, chocolate, nata, cajeta), sonrió enternecido, dejo a su pequeña en la sillita para bebes para aclarar su garganta anunciando su presencia, haciendo que su hermano diera un salto.

— ¡Joputa! Me asustaste cabrón. —El menor le pego con la espátula en el hombro, el solo reía ante la reacción de su hermano. — ¡Casi haces que arruine el hot cake para mi sobrina preferida!

—Es la única sobrina que tienes, Gus. —Soltó tranquilo mientras se sentaba en la mesa y se servía un poco de jugo de naranja.

— Como sea. —Le restó importancia haciendo un ademán con su mano.   — ¿Qué tal dormiste? —Preguntó mientras seguía con los últimos detalles de su hot cake.

—Bastante bien. —Le preparo a su hija leche en su biberón para seguidamente dársela. —¿Tu qué tal? Llegaste muy tarde anoche, gracias a dios más temprano que papá.

— Ese viejo se la pasa en la estación de policía 24/7, es fácil aprenderse sus horarios. —alzo los hombros a lo que Toni negó levemente mientras tomaba de su jugo y comía algunas fresas.      —Pero dormí a la perfección, me duele un poco la cabeza, pero gracias a la pastilla que me diste ayer no me afecto tanto la resaca hoy. —Dio los últimos detalles a su osito y con un gran saltito grito:

—¡Termine! —Se acercó al infante quien lo miro curioso, ya que llevaba el hot cake escondido detrás de él, Toni solo reía para sí mismo mirando enternecido a sus dos pequeños.        —Charlotte, mira la gran obra de arte que hizo tu tío.

Saco de su espalda un platito rojo con dibujos de globos con el hot cake en forma de osito, aunque el chocolate que le había puesto se había movido un poco arruinando la naricita del oso.

— ¡Ostia, su nariz! —Trato de arreglarlo pero lo empeoro más, la pequeña solo reía por las caras que su tío hacia y estiraba sus manitas hacia él. —Bueno igual te lo vas a comer así, no pienso hacer otro. —Le dejo el platito en su lugar y le dio un besito a la menor mientras esta reía y empezaba a comer alegremente su hot cake hecho especialmente por las manos de su tío tan adorado.

El rubio mayor rio levemente, se levantó de su asiento y abrazo a su hermano menor.

—Gracias Gus. —Revolvió los cabellos rubios del menor, quien solo se quedó quieto, mientras un gran sonrojo salía de sus mejillas. —Por todo.

Toni apretó más al bajito entre sus brazos, dejando salir sus feromonas a cereza, dulces y tranquilas, que arrullaban al menor, pese a las cortas palabras del mayor, Gustabo sabia el trasfondo de aquello, así que solo atino a devolverle el abrazo dejando salir sus feromonas, impregnando a Toni con pay de limón.

Pelea de papásDonde viven las historias. Descúbrelo ahora