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Las cosas no podrían salir mal, era una vez al mes que siempre hacia esto y para su maldita mala suerte, esta vez sí tenía que ver a Salinas, según por órdenes del juez, Salinas no podía tener a Charlotte a solas, hasta que demostrara que su adicción a las drogas se había esfumado y que al menos por 2 años su tratamiento no se habría visto interrumpido.

Detestaba con toda su alma tener que pasar un día al mes con el pelinegro, pero desde que se le había autorizado aquella regla, no podía hacer nada, Salinas llevaba un año limpio de toda la mierda que se metía y para qué negarlo, el ojicafe siempre había sido atento con los gastos sobre Charlotte, la manutención y absolutamente nunca dejo desamparado a Toni, al menos en caso de dinero; Aun así Toni jamás aceptaba el dinero que le daba para él, porque si, el alfa le daba dinero también para él, para que se comprara ropa o alguna cosa que le gustase, pero jamás lo recibía, el dinero del alfa iba exclusivamente para gasto que tenía con su hija.

Era sábado por la mañana, se encontraba de camino para ver al padre de su cachorro, y pasar aquel día como la ley lo había dictado, su pequeña iba sentada viendo el paisaje soleado, sintiendo el aire chocar en sus enrojecidas y pecosas mejillas.

Toni sonrió enternecido, se limitó a acariciar la cabeza de su cachorro.

Quizá sería un día difícil para él, pero quería darle la oportunidad a Salinas (Mas obligado por la ley que algo más) para que su hija supiera quien era su padre, no necesitaba a un alfa con él, sin embargo, no quería privarle del todo al pelinegro algo con su cachorro, al final, seguiría siendo su padre le gustase o no.

Habían llegado a la cita acordada, una pequeña cafetería rustica, los detalles de la parte de afuera era madera tallada con diferentes patrones, diferentes enredaderas con tonos verdosos, pequeñas flores "Ay amor", soltó un bufido divertido, el nombre era curioso pero admitía que era demasiado lindo.

Con cuidado salió del automóvil, avisándole al chofer que pasara por el a las 8 de la noche, Toni camino con Charlotte en brazos hacia el interior de la cafetería donde lo esperaba su ex pareja, al entrar el aroma a café inundo sus fosas nasales, y con deleite cerro sus ojos por unos segundos disfrutando aquel aroma. El café era su favorito, siempre podía tomar alguna que otra taza, sin embargo, el olor le traía recuerdos dolorosos, por lo tanto se reprimía de visitar cafeterías, se podría decir, amaba el café pero detestaba su olor aunque le pareciera el aroma más lindo, lo odiaba.

Al acercarse a la mesa, aquel alfa de ojos cafés le esperaba y le recibió con una sonrisa, se esclarecía más su rotundo odio hacia el olor a café, la razón: Las feromonas de Salinas eran olor a café.

—Toni. —Tomo la mano del rubio con delicadeza depositándole un pequeño beso, aunque al instante de eso el omega retiro su mano e hizo una mueca de asco.

—Salinas. —Hablo con disgusto.

— ¡Salinash!

La pequeña Charlotte estiro las manos hacia su padre, después de todo, el cachorro de Toni no sabía cómo habían sido las cosas entre sus padres y el rubio lo menos que quería es que Charlotte sintiera el odio o el rencor tan pequeña, aunque posiblemente no lo entendería.

— ¡Peque!, aunque llevaba varios

Y ahí con todo el pesar, su pequeña acabo en los brazos del alfa, aunque llevaba un tiempo saliendo y dejándole a Charlotte que Salinas la cargara, la desconfianza y el disgusto por eso, no se iba del todo, por eso siempre estaba alerta.

Después de todo, el alfa ya no era su lugar seguro.

Transcurridos algunos minutos, el pelinegro saco algunos regalos que le había traído a Charlotte, quien con emoción quiso probarlos, siendo una cafetería familiar, tenían un pequeño espacio para los cachorros, así que la pequeña rubia corrió hacia allá, bajo la mirada de sus padres.

Pelea de papásDonde viven las historias. Descúbrelo ahora