La curiosidad mató al gato, yo soy el gato

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—¿Qué pasó, Nicolás? —Me pregunta mamá

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—¿Qué pasó, Nicolás? —Me pregunta mamá. Yo guardaba silencio, no quería hablar de ello. —Nicolás, cariño, dime por favor—Dice, preocupada.

La relación con mi mamá era de las mejores y lo sabía, era afortunado de tenerla en mi vida. Mi mamá amaba hacerme bullying, pero sacaba garras y colmillos si de protegerme se trataba. Y sé que por muy calmada que se viera por fuera, por dentro quería matar a quién me haya hecho esto.

—No lo atosigues con preguntas, mamá—Se une a la conversación mi hermana—De seguro aún lo está procesando.

Y razón tenía, no me esperaba esto de Lucas, para nada. No pensaba que podía caer tan bajo. Y me decepcionó, sin duda. Mamá y mi hermana se quedan discutiendo un poco si era lo correcto atosigarme con preguntas o dejar que lo procese primero.

—No quiero hablar del tema—Digo, por fin hablando. Ambas se giran a verme. —¿Puedo subir?

Ambas asienten y yo escapo de ahí. Quería estar solo, aún no sabía lo que iba a hacer, no tenía ni idea de lo que podría pasar, no sabía si esto podría ir a peor, y tampoco quería enfrentarme a las redes sociales.

Tenía el celular apagado desde que ocurrió todo, sé que mi grupo debe estar preocupado, pero no quería saber si Lucas me había hablado para decirme alguna otra cosa hiriente. No estaba preparado para soportar a Lucas.

Todo esto me venía grande, de verdad que no esperaba esto de parte de Lucas. Pero no quería que me viera decaído, ni triste, ni con miedo. Este mismo día me prometo a mí mismo dos cosas:

1.- Descubriría que mierda pasa con Lucas y que esconde tras esa fachada.

2.- Haría todo eso mientras somos enemigos.

Y agrego otra más.

3.- Y no me enamoraría en el intento.

Podría ser difícil pero no imposible, y sabría que lo lograría todo. Y el primer paso era encender el teléfono. Miro al aparato que estaba apagado en mis manos y suspiro. Ok, esto sería difícil, pero la esperanza es lo último que se pierde, y yo tenía esperanzas.

Prendo el celular, y apenas se enciende se peta a notificaciones, lo tiro a la cama porque no estaba preparado para ver si Lucas me había escrito. Tomo mi computador, abriendo Spotify y reproduzco mi playlist favorita. Necesitaba calmarme, y qué mejor que con música.

Una vez pasada media hora suspiro y tomo mi celular. 200 mensajes de mi grupo de amigos, 30 llamadas perdidas de Julián, pero ni una señal de Lucas, mi Instagram también era un bombardeo de mensajes y notificaciones, gente que ni siquiera conocía se había empeñado en hablarme para preguntarme que qué tal estaba, las noticias corren rápido en aquel liceo de mierda. Primero contesto los mensajes de Julián y el grupo, luego paso a los mensajes de Instagram, y aquí es donde pasa algo que no me esperaba, Lucas, el mismísimo hijo de perra, me estaba escribiendo.

La habitación 256Donde viven las historias. Descúbrelo ahora