Lucas, Lucas, Lucas. Él. Él era un todo, pero todo lo malo. Lo odiaba, pero lo que más odiaba era que me gustaba. Después del incidente me di cuenta de que Lucas tenía un secreto, y yo haría posible lo imposible para descubrirlo.
Portada: @MrPlantit...
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Eran las 4:00 PM, había llegado a casa por fin. Mi hermana solo pasó a dejarme, eso quiere decir que tenía la casa sola -puesto que estar con mi mamá era como estar solo-. Subo las escaleras a mi habitación, abro la puerta y todo seguía tal y como lo había dejado. Mi habitación me hacía sentir seguro.
Tiro mi mochila a algún rincón de mi habitación y me tiró en mi cama. Mi habitación era algo simple, un armario blanco con aquella varita para colgar cosas (que la verdad ocupaba eso antes que los distintos cajones), una silla de camping que ocupaba como mesita de noche, un espejo de cuerpo completo en una esquina de mi pieza, una alfombra estilo hindú en el piso, un sofá estilo puf en la otra esquina de mi habitación. Posters por doquier, eso era verdad, libros acoplados junto a mi armario, pinturas y temperas tiradas por el suelo de mi habitación. Era simple, lo que más decoraba eran los posters y unas luces de navidad -que le robé a mi abuela- colgadas en el techo.
Estoy estirado simplemente escuchando el reloj avanzar, mirando un punto fijo de mi habitación sin muchas ganas. No andaba con ganas de nada. Odiaba todo lo que había pasado el día de hoy.
Desde el beso, jugar a ese estúpido juego, haber estado a solas con Lucas, los mensajes calientes de Alfonso, todo, lo odiaba todo. Quería poder repetir este día y no jugar a la estúpida botellita.
¿Por qué creí que sería divertido en primer lugar? Tenía bastante sentido de que terminara horrible, 17 alumnos hormonales jugando al juego de la botella, y yo era al que tenía a mi crush y a mi ex jugando conmigo. Llevo la almohada a mi cara y grito, estaba frustrado.
Dejo la almohada al lado y me siento en mi cama. Me miré al espejo y me veía muy mal. Tenía los ojos rojos y la cara como si hubiera dormido 10 años, el pelo desordenado y la nariz igual de roja que mis ojos. Tenía sueño, me tiró hacia atrás nuevamente y me acurruco, tomando la almohada y abrazándola. Cierro mis ojos e intento descansar, pero una notificación me interrumpe, seguida de otra, y otra.
Bufo, estaba demasiado agotado como para soportar un mensaje de Alfonso o Lucas. Sin pensarlo mucho tomo mi celular y lo apago, sin ver ni siquiera de quién se trataba. Sólo quería dormir e irme del mundo por un rato.
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