Lucas, Lucas, Lucas. Él. Él era un todo, pero todo lo malo. Lo odiaba, pero lo que más odiaba era que me gustaba. Después del incidente me di cuenta de que Lucas tenía un secreto, y yo haría posible lo imposible para descubrirlo.
Portada: @MrPlantit...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
El día había empezado de la mierda. Ya estaba llegando 40 minutos tarde a clases y me quería matar, odiaba perder clases, pero no quería ver a Alfonso, ni a Lucas, ni que alguno de mis amigos preguntara sobre el tema, porque, sinceramente, no quería hablar de eso. No tenía ánimos de nada, quería quedarme en casa, llorando, sintiéndome triste y quedándome en mi hoyo de tristeza. No tenía ganas de nada, y eso es muy raro en mí.
Junto a Julián bajamos corriendo las escaleras. Una vez fuera de la casa, nos dimos cuenta de algo. Julián ni siquiera había traído su mochila.
Esto era un desastre.
—Mira, te acompaño hasta la escuela y luego me voy a mi casa, y después ya voy—Me explica su plan, es una verdadera pérdida de tiempo que me acompañe cuando podría perfectamente ir a su casa, pero no le dije nada, quería que Julián me acompañase.
Posiciono mejor mi mochila y salimos corriendo de mi casa. Tenía el colegio a 15 minutos, pero en estos momentos estaba atrasado. Quería tener el poder de teletransportarme y llegar inmediatamente al liceo, pero no, tenía que ser humano. A veces deseaba ser un superhéroe.
Corremos todo el camino hasta el liceo, Julián me deja en la entrada, diciendo que en media hora estaba acá de nuevo. Cuando entro al recinto me encuentro con la inspectora mirándome fijamente.
—Nicolás González, vienes tarde—Me dice. No me diga, pienso.
—Lo siento, pero ya estoy aquí—Sonrío con falsedad.
—Está bien, pero tiene que ser anotado en su hoja de vida—Me sonríe con la misma falsedad.
—Está bien—Respondo. Ella comienza a llenar el papeleo y yo firmo, una vez termino me despido con un "buenos días". Camino casi corriendo directo al salón, en nada tocaba el timbre y no tenía sentido que entrara ahora al salón. Una vez en el piso de mi sala suspiro y comienzo a caminar más lento. El timbre no demora en sonar y con ello todos los niños salen de su salón al recreo. Yo aprovecho de entrar a mi sala y ubicarme en mi puesto de siempre.
No cruzo la mirada con Lucas, tampoco quiero hacerlo. Creo que quedó claro en el momento en el que discutimos que no pasaría nada entre nosotras, ni en esta ni en ninguna vida, y pensar en eso me ponía triste.
Mi mirada decae y mi ánimo igual, siento miradas sobre mí, pero intento no pensar en ello, sigo en el salón de clases esperando a que Juli se digne a aparecer. Estaba entrando en desesperación que Juli no llegara todavía, Valentín entra a la sala y se sienta al frente mío.
—¿Qué te pasa? —Pregunta demandante, levanto la vista y lo miro, estaba cansado.
—Nada.
—No te creo—Dice. Se forma un silencio entre ambos. —Mira, si no quieres hablar de ello, olvidemos nuestros problemas con alcohol. —Levanto la mirada, intrigado.