Capítulo 3: Despedida

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Capítulo 3:

Itachi comenzó a ponerse cuidadosamente los zapatos en la entrada. Esta última misión, cambiaría gravemente su vida. Los tiempos de paz, acabarían para él desde esa noche.

—¡Itachi! — Sasuke detuvo a su hermano, cuando estaba a punto de salir con un grito casi inocente, como para mantenerlo ahí, en esa casa, en ese Clan.

Luego de una pequeña indecisión, Itachi decidió quedarse sólo un poco más en ese pacífico lugar. Una vez dado ese paso hacia adelante, nunca sería capaz de regresar. Movió sus pies hacia la entrada, y se dirigió hasta su hermano.

—Ayúdame con mis shuriken hoy, por favor.

Una petición que nunca sería capaz de conceder de nuevo. Si era honesto consigo mismo, todo lo que quería hacer, era ayudar a Sasuke por siempre. Había orado por el día en que su hermanito se convirtiera en un ninja hecho y derecho.

Debatiéndose por una respuesta, a su mente llegó una mentira cordial como acostumbraba. En su corazón, deseó poder darle voz y decirle que estaba ocupado y salir de allí cuánto antes. Pero al saber lo que sucedería, no fue capaz. Abrazó a su hermanito con fuerza y volcó en ese silencioso y profundo abrazo, todo el amor que sentía por él.

Había un sinfín de cosas que Itachi quería enseñarle a Sasuke aún. Otra infinidad, que le quería decir. Sin embargo, todo era parte del pasado. Pronto, su hermanito lo odiaría por el resto de su vida.

Acariciando los cabellos negros azulados del menor y con el corazón afligido, Itachi dejó escapar tres palabras que resumieron todo lo que sentía por Sasuke. El sonido de su voz, fue tan débil, que dudaba si el niño fue capaz de oírlas.

En ese momento, que se sintió efímero para Itachi, se obligó a separar del niño. El era la única verdadera razón de todo lo que estaba haciendo. Si se quedaba ahí de esa forma, no sería capaz de levantarse de nuevo. Y esa vida, era el mayor tesoro de Itachi.

Armándose de valor, dio un paso con pies pesados, dejando a su confuso hermano en la entrada, y abrió la puerta principal.

—Lo siento, Sasuke.

Itachi se disculpó desde el fondo de su corazón, en el momento en que atravesó el umbral.

Ya habían pasado varias horas con él sentado al borde del techo de un edificio.

La cabeza de Itachi se elevó, fijando en el cielo la primera estrella que comenzaba a brillar. Sin importar cuanto ahuyentara sus pensamientos, estos regresaban y amontonaban uno tras otro.

Momentos de sus doce años de vida fluctuaron en existencia y desaparecieron, desaparecieron y fluctuaron de nuevo. Memorias de su infancia cuando todo lo que quería era volverse más fuerte. Días luchando como ninja, perturbado por el conflicto entre sus compañeros y sus camaradas, y todos los vínculos que lo arrastraron a la oscuridad. Más allá del bien y del mal, más allá de la emoción, sus memorias se volvieron confusas y limpiaron sus pensamientos como a un arroyo fangoso. Itachi sólo podía entregarse a sí mismo al torrente. Ahora ya era muy tarde para arrepentimientos.

El karma con el que cargaría no era algo simple que podía ser fácilmente impugnado. Era algo que iba más allá de la preparación, preocupación, indecisión, determinación. Que era por lo cuál el mismo Itachi no podía predecir qué tipo de persona sería una vez que ese día acabara. La una cosa que sabía, era que ese día, "hoy", de hecho terminaría y que cuando lo hiciera, todos en el Clan excepto su hermanito, estarían muertos.

Itachi respiró profundamente, y dejó salir el aire. A través de sus párpados ligeramente abiertos, luz del color del atardecer que moría, brilló en un campo de visión cubierto por unas largas pestañas.

Más allá de la oscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora